Capítulo 10

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Intento moverme sin lastimar mi brazo, pero apenas me muevo un poco ya tengo a Hoyes saltando a mi lado de un puto salto, lo que causa que golpee mi brazo y que de mis labios salgan mil maldiciones

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Intento moverme sin lastimar mi brazo, pero apenas me muevo un poco ya tengo a Hoyes saltando a mi lado de un puto salto, lo que causa que golpee mi brazo y que de mis labios salgan mil maldiciones.

Mucho dolor.

Recibí un balazo que no era para mí y ellos no paran de bromear sobre que ahora Mike deberá hacerme un altar o algo por el estilo. La verdad me causa risa aunque son pocas las veces que intervengo porque mis pensamientos me ganan.

¿Por qué mierda me atravesé en el camino de esa bala? ¿Por qué protegí a Heath?

Intento convencerme que se trata de algún tipo de instinto sobreprotector pero no lo consigo del todo.

Mierda, no me puedo permitir seguir dudando de mis pasos, debo mantenerme firme. Estoy aquí por una puta misión y ya.

Me encuentro sentado en el sofá individual de cuero deteriorado con resortes molestos enviándole una mirada de irritada a Carl quien se está riendo con burla de mí junto con los demás, cuando aparece Mike desde la cocina con una pequeña sonrisa que llama la atención de más de uno de los presentes.

― Buenas nuevas.

― ¿Qué?

― Chicos, tenemos nuevo integrante en los Highempire ― dice, de inmediato todas las miradas recaen en mí.

La habitación rápidamente se llena de felicitaciones, e incluso el imbécil de Carl intenta abrazarme sólo porque sabe que estoy herido. Como le encanta molestar. A pesar de eso, estoy realmente feliz, es decir, oficialmente soy parte de los Highempire. Al fin.

― Deberíamos celebrar en un jodido antro ― propone el chico sentado a mi lado, con una sonrisa de oreja a oreja y me sorprende que ésta no parta su rostro en dos.

― Yo creo que deberíamos volver y ocuparnos de terminar por completo nuestro trabajo ― señala el ojos azules acomodando sus lentes, recalcando lo último.

― Eric tiene razón, debemos volver a Nueva York ― zanja Heath sin inmutarse ante los pucheros del pelirrojo.

― Vale, pero allá iremos a un antro.

― No suenes tan desesperado, Hoyes ― murmura Rick para molestarlo.

― Que tú seas un aburrido no quiere decir que todos los seamos, Dobbs ― contraataca, burlón.

― Basta, chicos ― intervengo ―. Gracias por tu propuesta pero la declino. Tal vez luego. Ahora mismo creo que lo mejor será volver a Nueva York y luego pensamos en celebraciones.

― Estoy de acuerdo con el nuevo.

― Bien, entonces a movernos.

El hecho de haber recibido un balazo por Heath parece que hizo que el hombre quisiera ayudarme con el equipaje, lo que se traduce a un pequeño bolso lleno de lo necesario para el viaje. En el trayecto me mantengo de nuevo la mayor parte en silencio, sumergido en mis pensamientos, en los liosos que son estos.

Reina De La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora