Capítulo 29

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Siento la ira burbujear dentro de mí de forma vertiginosa y sin control, tanto por la tonta idea suicida de Atkins como por el malnacido de Patrick Blackburn

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Siento la ira burbujear dentro de mí de forma vertiginosa y sin control, tanto por la tonta idea suicida de Atkins como por el malnacido de Patrick Blackburn. También siento miedo, mucho miedo, pues no hay que ser un genio para saber que salir vivo de una explosión así es casi un milagro, y algo me dice que esa no era precisamente la idea principal de Thea.

― Quiero ir ― digo saliendo de mi ensimismamiento.

Rápidamente varias miradas se posan sobre mí.

― No. Podrían reconocerte.

Aunque odio admitirlo, tiene razón.

Tenso mis labios, realmente estoy tratando de contener todas mis emociones, pero siento que voy a enloquecer en cualquier momento si no sé nada de ella ahora mismo.

― Iré yo ― se ofrece Hoyes, tarda dos segundos para que Crooson asienta en acuerdo.

― Heath te acompañará ― lo señala ―. Te quedarás en el auto por si se necesita una huida rápida.

― De acuerdo.

― ¿Aun no responde Dobbs? ― inquiero a Sage, quien sostiene el teléfono contra su oreja.

Niega con su cabeza.

― Negativo.

― Necesitamos actuar de inmediato.

Todos estamos de acuerdo con eso.

Aunque no me agrada la idea de no hacer nada no tengo opción, así que mientras Carl y Mike van a la mansión de Blackburn yo simplemente no puedo evitar pensar en todo lo que ha pasado en casi un año. Me encargaron una misión, tuve que pelear por varios meses para ganarme una reputación creíble, conseguí entrar a los Highempire y...me enamoré de la jefa de dicha mafia. Muy en el fondo, presiento que el sentimiento es mutuo. O por lo menos siente la mitad que yo. Sino no le veo sentido a que me haya dejado vivo cuando se enteró quién y qué soy, que era del FBI.

¡Demonios! Todo esto es una putada.

Las horas pasan al igual que la angustia y las ansias. Claramente se puede sentir la tensión en el ambiente. Las voces apenas son murmullos que se pierden entre los grandes pasillos.

Paso mi mano por mi rostro, ordenándome a mantener la calma, pero con cada minuto que transcurre la tarea es mucho más difícil.

Joder, yo quiero saber que está bien, no me importa si cuando me vea aquí quiera matarme o simplemente me ignore pero con saberla viva me bastaría. Aunque admito que no sé si podré aguantar las ganas de sacudirla por ese estúpido plan suyo, de besarla porque lo necesito, de estrecharla entre mis brazos, de hacerle el amor hasta el cansancio. Sólo quiero saber que está sana y salva.

Nunca antes me había sentido de esta manera por alguien, y es una mierda que ese alguien podría estar... Ni siquiera quiero pensarlo.

Tal vez muchos puedan pensar que esto es enfermizo, que es toxico, pero eso me podría importar una reverenda mierda en este momento, o en cualquier otro.

Debido a que todo este tiempo he estado caminado de un lado a otro, sin poder controlar mi inquietud, me encuentro frente a la gran fuente, mis pensamientos me mantienen perdido de la realidad, más solamente necesito escuchar los neumáticos girar sobre el suelo inestable para salir de mis cavilaciones. Mis piernas se mueven solas y con gran rapidez, en algún punto me detengo. Trago saliva sintiendo una marea de sentimientos que amenazan con hacerme trizas. No es un auto, son dos. Las puertas son abiertas dejando ver a varios rostros pero solamente es uno el que me interesa.

Más no lo veo.

El aire en mis pulmones parece desaparecer tal como si me hubieran dado la peor patada de la historia.

Oh, mierda.

― ¿Dónde está? ― pregunto con más fuerza de la que esperaba.

Soy consciente que no soy el único admirando la escena, en espera de que alguno de ellos diga algo.

¡¿Por qué tanto maldito misterio, joder?!

― Hay algo que deben saber ― murmura Mike con expresión ilegible.

No puedo evitar tener pensamientos pesimistas.

― ¿Qué pasó? ― esa es Crooson, su voz suena cautelosa. Parece que no soy el único teniendo pensamientos negativos.

― Es mejor que entremos primero.

Intentan avanzar pero un gruñido que escapa de mí los detiene. No sé cuál será mi aspecto pero estoy seguro que no parezco muy cuerdo en estos momentos. Estoy a pocos minutos de enloquecer.

― Que alguien jodidamente diga algo de una maldita vez ― mascullo sintiendo mis nervios de punta.

Observo como se dan una rápida mirada, entonces Heath habla nuevamente.

― Blackburn está muerto ― murmura. De nuevo hace una pues innecesaria y quiero golpear, más me contengo formando dos puños a mis costados ―. Y Atkins...ella está muy grave.

Todo el aire que había retenido segundos antes lo expulsó en una larga exhalación.

― La llevamos con el Doctor Wallace ― continúa Hoyes ―. Frank ― me explica a mí, asiento en reconocimiento.

― ¿La dejaron sola? ― formula Alya.

― No podíamos quedarnos, la policía estaba cerca y corríamos el riesgo que nos detuvieran― explica Poesy, por primera vez ―. Wallace prometió hacerse cargo de ella por unas horas. Sabes que no nos vendería.

Crooson asiente, aunque no parece muy de acuerdo con la idea. Yo tampoco lo estoy. Quiero ir a verla, pero sé que todavía no es el momento.

― Bien. Entremos.

Dobbs se encarga de notificarnos sobre algunas de las heridas que sufrió Atkins en la explosión. También nos habló sobre lo de Blackburn, cosa que ya sabíamos, aunque nos dijo algo más que nos sorprendió: Thea es sobrina de Morales. Vaya, la vida si puede ser muy irónica. En fin, Crooson le reprochó el haber callado, aunque es obvio que lo hizo porque Thea se lo ordenó estrictamente.

No es hasta eso de las seis que nos dirigimos al hospital, el viaje me parece corto, supongo que ayudó el estar sumergido en mis pensamientos en todo el transcurso. Cuando bajo me doy cuenta de ciertos detalles que la vez anterior ignoré, como que el hospital es más pequeño que los que siempre he visto, son sólo tres pisos, claramente es privado, y parece un lugar poco transitado, es eso o es realmente muy caro, me inclino más por lo segundo.

En pocos minutos encontramos al Doctor Wallace con gesto hermético. No sé si siempre es así o es por otra razón.

Respiro hondo.

― ¿Como está? ― Alya es la primera en hablar.

― Estable por los momentos ― informa serio ―. Le hicimos una operación para la hemorragia que causaron unas costillas rotas ― hago una mueca ―. Las demás heridas son superficiales ― procede explica pausadamente ―. Ya que perdió mucha sangre debemos mantenerla en observación ― ahora dibuja una pequeña sonrisa ―. De no ser por el chaleco antibalas las cosas serían diferentes. Tuvo suerte.

No sabía que llevaba uno.

Tal vez la idea no fue tan suicida como pensé en un principio. Ella aún tiene esperanzas, ganas de seguir viviendo y eso me hace sonreír.

Sin lugar a dudas es una chica fuerte. Y un poco demente. Pero aun así la amo.





Falta nada para el final de esta historia...🙌😉

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