No hay peor demonio que aquel que está en tu mente. No existe peor herida que la que nunca sana. No hay peor vida que la que no te da opciones. Pero sobre todo, no hay nada peor que vivir siendo algo que no se quiere ser. Te destruye, te absorbe, te...
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Esto es una jodida y completa mierda.
Sabía que podía arrepentirme, lo sabía, y aun así lo hice, y se sintió sensacional. El problema actual data en que he descubierto que por más que lo intente no puedo sacarla de mi maldita cabeza. Si antes era difícil, ahora parece imposible. Cierro los ojos y la veo. Intento distraerme pero las imágenes de lo sucedido en aquella habitación de Bellagio aparecen para fastidiarme. La miro y sólo tengo deseos de volver hacerla mía.
¿En qué mierda me metí ahora?
Se supone que esto era solamente una simple y pasajera atracción, no que de repente no podría sacarla de mis pensamientos.
Intento estar lo más alejado que puedo pero el hecho de que su habitación quede al lado de la mía sólo hace las cosas más jodidas.
¿Qué se supone que debo hacer: seguir ignorándola hasta que pueda desintoxicarme de ella o mando toda a la mierda y me arriesgo a sentir esto?
Siempre he sido alguien que puede alejar sus sentimientos de lo laboral. Un claro ejemplo fue Dina, una agente compañera de trabajo que no paraba de insinuarse, aun así no hice nada porque no quería meterme en problemas con su padre. Y sí, su padre es Capitán Taylor. Ahora que lo pienso, el hombre va a patearme si se llega enterar de lo que pasó en Las Vegas; creo que haré uso de la famosísima frase que dice: "lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas". Será lo mejor.
― ¿Todo bien?
Palmea mi hombro de forma amistosa mientras toma asiento a mi lado, no aparto mi mirada de la hermosa fuente blanquecina frente a nosotros. Me había quedado aquí luego de terminar la entrega sólo porque simplemente no tenía ánimos de entrar, por lo que dejé que todos lo hicieran y en cambio me senté en las escaleras de la gran mansión metido en mis liosos pensamientos.
― No ― niego con mi cabeza antes de pasa mis manos por mi cabello con frustración evidente.
― ¿Alguna razón en específico?
Observo como saca un cigarrillo, me lo extiende y no dudo en tomarlo. Toma otro para él para así guardar la caja en el bolsillo de su camisa.
― Sí. Alguien, en realidad ― murmuro, y sé que no necesito continuar para que sepa de qué hablo.
Asiente antes de encender el cigarrillo entres sus labios. Imito su acción cuando me pasa el encendedor y doy una larga calada permitiendo que la nicotina haga su mágico efecto relajante que tanto necesito en estos momentos.
― ¿Quieres hablar de eso?
Su mirada se posa en el paisaje frente a nosotros, hago lo mismo, solamente que yo estoy más concentrado en mis pensamientos que en el paisaje mismo.
― ¿Qué se supone que debes hacer cuando el deber y el querer tienen diferentes direcciones? ― cuestiono, agotado de pensar y pensar sin saber qué rayos hacer.
