Capítulo 10 - El Sabio de la Torre

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Egios sale rápidamente de la oficina de correos mientras el propietario aún no termina de entender lo que sucede con aquella marca que ha aparecido en su piso. Egios cruza la calle con furia hacia aquel hombre de ojos vendados lanza sus manos pero estas no llegan a tocarlo. El hombre retrocede un poco al sentir la presencia de Egios.

-  ¿Le puedo ayudar en algo señor? – dice el ciego que ha cambiado ahora su expresión.
- No... disculpe. – dice Egios mientras se retira.

Regresa al otro lado de la calle y se sienta en el suelo, sus manos aún siguen temblorosas y su respiración agitada, ¿qué pudo haber ocurrido? Ha perdido totalmente el control de sus emociones, de sus actos. Mira hacia el frente a aquel hombre inocente que pudo haber lastimado, simplemente continúa mirando al horizonte y riendo a cualquier cosa que pasara por su mente en ese momento.

Egios se levanta y camina de regreso con sus compañeros. El pequeño pueblo parece una enorme ciudad, cada calle parecen diez, ¿quién envió aquella carta? Estaba seguro que había sido alguien del Culto de Q, estaba seguro que era ellos a quien se refería la primera carta, lo acechaban entre las sombras.

-  ¿Estás bien? – le pregunta Kathrinna que lo ve llegar.
-  Sí... todo muy bien... estoy bien. – responde él.
-  Estás pálido.
-  Sólo... no sé qué habrá pasado jaja.
-  ¡Ah recibiste otra carta! – grita Nom al verle el sobre en la mano.
-  Si, una carta de mi amigo...
-  Siempre me sorprende cómo logran enviarte cartas hasta el lugar donde estés, ¡aunque andes viajando!
-  Ya ves... la magia ayuda mucho hoy en día.
-  Si – dice Kathrinna – muy buena magia diría yo.
-  Oigan, ¿cree que le pueda escribir a mis amigos aunque no tenga idea de dónde estén?
-  ¿Y por qué no? – señala Egios
-  ¡Oh si!... aunque primero tengo que aprender a escribir apropiadamente,... - El chico se ríe y luego voltea a mirar a Egios - ... ¿me enseñará señor Egios?
-  Claro que si, no te preocupes por eso.

Nom continúa el paso cargando el equipaje de Fiona y Vicky aunque esta última le resalta que aún debe cuidarse y le retira una de las maletas.

-  ¿Qué ocurrió? ¿serás sincero conmigo? – le dice Kathrinna en voz baja.
-  Recibí una carta, se quemó en mis manos y formó el símbolo de Qwrarles en el piso... no tenía remitente, ni ningún otro mensaje, pero creo que fue lo suficientemente claro.

Kathrinna se queda en silencio un momento, mira hacia los lados y luego le dice.

-  Tenemos que dejar la caravana.
-  ¿Qué?... pero mira hasta donde hemos llegado, es una suerte el poder viajar con ellos.
-  Los ponemos en peligro, ellos no son guerreros, ¿qué pasará si nos atacan los cultistas?
-  Tendremos tiempo para huir.>
-  No digas eso... el problema es nuestro, no podemos simplemente arrastrarlos hacia el peligro, son personas inocentes.
-  ¿Qué propones entonces?
-  Esos sujetos no nos van a dejar de perseguir, y cada vez se harán más peligrosos, ya viste lo que pueden hacer, la próxima vez... no tomarán prisioneros.
-  No podemos regresar tampoco.
-  Nos están ganando, porque no los conocemos... esos sujetos, estoy segura que algún rastro habrán dejado, debemos encontrar ese rastro.
-  Creo que sé de alguien que nos puede ayudar – dice Vicky acercándose.
-  ¿Aquí? – pregunta Kathrinna
-  Estuvimos hablando con unos muchachos de las granjas, cuando ustedes se fueron a ver los cultivos,... entre varias cosas nos mencionaron que hay un sabio que vive hacia el norte en una torre entre los árboles, dicen que a veces va a los pueblos a enseñar, tiene muchos libros y cosas interesantes.
-  ¿Te contó algo más? – pregunta Egios. – algo que fuera útil.
-  Bueno, no lo sé... nos contó de la aldea hacia el norte en el bosque profundo, los jinetes sombríos que cruzan cada mes de Dunrek, las bandadas de aves celestes que cruzan hacia la Ciudad del Cielo y... ahhh... si mencionaron que en el pueblo de Tahnarav han estado ocurriendo sucesos extraños.
-  ¿Qué tipo de sucesos? – pregunta Egios
-  Desapariciones, las personas a veces regresan en muy mal estado y con una fuerte estrés mental, dicen que enviaron a la guardia al pueblo.
-  Tenemos dos posibles pistas – añade Kathrinna - ¿Dónde queda el pueblo?
-  No lo sé.
-  Yo digo que visitemos primero al mago – dice Egios.
-  Yo digo que visitemos al muchacho que habló con ellas – añade Kathrinna – de todos modos tampoco sabemos con exactitud el camino hasta la torre.
-  Bueno, sí... en eso tienes razón.

El Destino de los Guardianes - KathrinnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora