Capítulo 21 - Los Cazadores

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Las manos de Egios empiezan a temblar ante las revelaciones hechas por Kathrinna, aún cómo puede sostiene su daga solar contra el cuello de ella, sabe que su única oportunidad ante lo que sea que pase ahora es tomar la delantera.

- ¿Estás contento ahora? – le dice Kathrinna con cierta tranquilidad
- Crees que me conoces, pero no tienes ni idea.
- Te conozco mucho más de lo que tú te conoces.

Egios voltea a ver el ojo de la daga de Kathrinna que lo mira incesantemente, antes incluso se había movido por sí sola, ¿o había sido a causa de la magia de Kathrinna? Se impacientaba y deseaba que aquel ojo se cerrara.

- Te mentí, el ojo es un regalo de Ezgadion, no ha estado en mi familia por años, me fue regalado por el guardián para asegurar esta misión, es el Ojo espía de Ezgadión y busca a aquellos que han sido tocados por el Caos.

Egios continúa en la misma posición, como si se negara a entender todo lo que está ocurriendo. En su mente sólo reposa una palabra "traidora, es una traidora".

- Es mejor si cooperas Egios, no tienes que ser un enemigo.
- Silencio... no escucharé nada de una traidora.
- No te hubiera tenido que mentir... si no hubieras tenido una fe tan ciega en Ardulan, como te gusta nombrarlo, varias veces intenté hablarte, pero siempre tan terco.
- Dije que hicieras silencio, no escucharé tus engaños.
- Aún puedes hacer lo correcto.
- Calla... ¡No me vas a convencer!

Egios impulsa la daga con claras intenciones de cortar el cuello de Kathrinna pero pronto se da cuenta que no puede siquiera acercarse a su piel. Intenta esforzarse pero es como si la daga se negara a avanzar más allá de un punto. Entonces la puerta de la habitación se abre y allí aparece un enorme hombre vistiendo una larga capa que oculta todo su cuerpo, ingresa casi ignorando a Egios y a Kathrinna y se deja caer sobre una de las sillas.

- ¿Quién eres? – le pregunta Egios agarrando fuertemente a Kathrinna.

El hombre toma un vaso de una mesa cercana y se sirve algo de agua de la jarra, luego levanta la mirada a Egios y le dice.

- Déjala ir, por favor... nos ahorrarás problemas.
- ¡No!, ¡exijo que me digan quiénes son ustedes!

Kathrinna agarra el brazo de Egios y a pesar de los esfuerzos de él, con gran facilidad lo retira liberándose de la atadura, luego con un impulso mágico lo lanza contra una silla.

- No te levantes de ahí – le dice ella al tiempo que camina hasta pararse al lado del hombre.
- Ha sido un largo viaje, pero creo que podemos empezar. – dice el hombre quien saca una pequeña caja de entre sus ropajes y la arroja a los pies de Egios – Espero que reconozcas esto.

Egios se acerca y mira dentro de la caja, hay varias cartas selladas, toma una de ellas y pronto reconoce su propia letra.

- Mis cartas... ¿Cómo es posible?
- Llevamos interceptándolas un buen tiempo – dice el hombre mientras toma un trago, - reemplazamos algunos textos tuyos y las reenviamos, luego alteramos las cartas de respuesta y te las enviábamos, así siempre creías que tus amigos sabían dónde estabas.
- ¿Por qué? ¿Por qué hacen esto?... ¿Es Ezgadion verdad?
- Primera pregunta – dice el hombre en un tono mucho más serio – ¿Dónde está el elfo conocido como Aradior?... o bueno... como te gusta llamarle, Ardulan.
- Te hablé de mis amigos - del dice Egios a Kathrinna – son ellos a los que quieren, pero es inútil, no pueden detener el cambio, la liberación... ¡jamás los atraparán!
- Esos que llamas amigos te han manipulado para que les sirvas – le dice Kathrinna – son servidores de los Señores Ocultos y buscan traer el caos al mundo.
- A veces, es necesaria una revolución para lograr que el mundo despierte, para crear un nuevo mañana.
- No habrá un nuevo mañana... preguntaré una vez más – dice el hombre al tiempo que desenvaina una espada y la clava en el piso de madera. Una preciosa espada azul celeste y plateada que emite un viento llenando la habitación y haciendo que la capucha del sujeto caiga, dejando ver sus orejas de elfo y un cabello azulado.

El Destino de los Guardianes - KathrinnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora