Llegar a su casa con la certeza de saberse perdidamente enamorada de Chris Macfadden solo inquietó a Dulce. Se apeó del automóvil con rapidez antes de que él viniera a abrir la puerta del acompañante; hubiera entrado también corriendo a su casa pero sabía que no sería una actitud razonable de su parte. No podía huir de Chris, mucho menos de lo que sentía. Y podía percibir que él sospechaba algo, no había pronunciado palabra durante todo el viaje, solo de vez en cuando le lanzaba una intensa mirada que la dejaba perturbada. Sus ojos negros decían más que mil palabras y prometían el más delicioso de los placeres.Debatiéndose entre lo que debía y lo que quería, Dulce entró en la cocina y bebió un vaso de agua fría que rodó por su garganta seca brindándole un poco de alivio. cuando se giró sobre sus talones descubrió a Chris recostado contra el marco de la puerta mirándola fijamente, estudiando cada reacción suya, esperando el momento oportuno para derribar nuevamente la barrera que había construido para mantenerse a salvo de él.
—¿Tienes hambre? Dulce trató de adivinar la verdadera intención de aquella pregunta pero cuando Chris se dirigió a la nevera para ver que podía preparar no pudo evitar sentirse un poco desilusionada.
Una sonrisita de triunfo, que Dulce no alcanzó a ver se dibujóen el rostro de Chris mientras husmeaba en busca de algo para cenar. Tenía a Dulce justo donde la quería, ahora solo trataría de jugar un poco con ella, dilatando el instante en que la hiciera suya por fin, enterrándose en aquel cuerpo que adoraba y deseaba.
—¿Spaghetti o pizza? –preguntó sacando la cabeza de la nevera y mirándola divertido.
—Me da lo mismo –respondió ella hechizada por el negro de sus ojos.
—Creo que un poco de pasta nos sentará estupendamente –sacó un recipiente que contenía una buena cantidad de spaghetti aderezado con salsa bolognesa. Lo colocó luego dentro del horno de microondas y le pidió a Dulce si podía poner la mesa. Ella obedeció, cualquier cosa con tal de alejarse de él al menos unos cuantos minutos. Cuando hubo terminado, él llegó con la fuente cargada de pasta y una sonrisa encantadora estampada en su rostro.
—Bon apettit –dijo él imitando el acento del francés.
Dulce percibió el tono burlón que usó Chris haciendo alusión a
Phillipe Gauguier. Chris le sirvió una generosa porción y tras servirse a sí mismo sirvió vino blanco en las copas.—Prefiero beber agua –dijo Dulce levantándose para buscar Una botella en la nevera.
Chris no dijo nada, era más que evidente que ella temía volver a caer en los efectos traicioneros del alcohol. Sonrió para sí, le daría tiempo, el necesario para que se habituara al hecho de que acabaría en su cama a como diera lugar. Era algo tan tangible como el aroma a pasta que inundaba la cocina.
—¿No te ha vuelto a llamar el francés? –preguntó Chris apenas Dulce regresó a la mesa con botella de agua mineral en mano pero tardó unos segundos en responder.
—No, cuando nos despedimos anoche me dijo que la había pasado muy bien conmigo...
—No lo dudo –se apresuró a decir él—. Pero creo que tú la pasaste mucho mejor que él. Le dijo aquello último con toda la intención de incomodarla y de recordarle como se había derretido entre sus brazos. Dulce tragó saliva, no sabía si estaba preparada para tener aquella conversación cargada de doble sentido. Temía que Chris terminara por descubrir lo que ella sentía por él.
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Tu Admirador Secreto Vondy (Adaptada)
Teen FictionDulce Gibson se ha vuelto famosa de la noche a la mañana y por lo tanto también se ha vuelto vulnerable al acoso de un admirador secreto. Pero esa admiración rápidamente se convierte en obsesión y siente que su vida corre peligro. Christopher Macfad...