Intentó gritar pero el sujeto enmascarado le cubrió la boca y la arrastró a un costado del pasillo donde reinaba la más completa oscuridad. Su corazón latía desbocado; el loco que la venía acechando había logrado colarse en la fiesta y había conseguido llegar hasta ella y Chris no estaba a su lado. Trató de zafarse del agarre de su agresor pero cuando sintió la fría hoja de una navaja apoyarse con fuerza en su cuello se quedó completamente paralizada.
Las dos chicas que un momento antes habían entrado al tocador, salieron riéndose y hablando en voz alta. Dulce las vio pasar mientras la mano que le cubría la boca apretaba con más fuerza. Cuando el pasillo se quedó vacío, el hombre la condujo hacia una habitación; abrió la puerta de una patada y la metió dentro a toda prisa. Dulce cayó al suelo sobre una alfombra; la habitación estaba sumida en una siniestra penumbra; intentó ponerse de pie pero su captor fue más rápido que ella. La sujetó de un brazo con fuerza y cubriéndole de nuevo la boca para impedir que gritara la llevó hasta la cama; allí había un rollo de cinta adhesiva y Dulce supo que él venía preparado; que quizá había estado planeando aquel ataque desde el comienzo.
La lanzó sobre la cama y colocó un trozo de cinta en su boca, luego ató sus manos en la espalda y se alejó para mirarla a través de la máscara que llevaba. Dulce comenzó a llorar; el sitio estaba colmado de gente y sin embargo, allí estaba, a la merced de aquel loco que se había obsesionado con ella. Repitió el nombre de Chris en su mente una y otra vez, como si al hacerlo pudiera lograr que él viniera en su ayuda. No creía en la telepatía pero no perdía nada con intentarlo.
El hombre se acercó y tocó los tirantes de su vestido. Dulce comenzó a temblar; temiendo lo peor. Respiró hondo y al sentir el perfume masculino supo que ya lo había olido esa noche. Miró a su acechador pero la poca luz que había en la habitación y la máscara no ayudaba en nada; entonces él se agachó y apoyó una mano en la pierna de Dulce, ella se movió hacia atrás y cuando él habló supo por fin quien era él.
-No voy a hacerte daño, Dulce... nunca quise hacerte daño, solo quería que me amaras.
Dulce no lo podía creer, sin embargo ahora podía ponerle un nombre y un rostro al maldito que había convertido su vida en una auténtica pesadilla.
Sean Pellicier.
Dulce se estaba tardando demasiado y Chris ya no podía controlar su inquietud. Dejó las copas vacías en la bandeja del camarero que pasó por su lado y se dispuso a ir en su búsqueda. Su teléfono móvil comenzó a vibrar dentro del bolsillo de su pantalón.
-Diga.
-Chris, soy Patrick, he estado haciendo algunas averiguaciones sobre los empleados de la agencia de modelos; sobre todo me centré en saber más del tal Sean Pellicier.
-¿Qué has averiguado?
-Tal vez no sea nada pero hallé un registro de una propiedad a su nombre; el tal Pellicier es dueño de uno de los departamentos del edificio que está frente a la casa de Dulce.
Chris contuvo la respiración por un segundo. Aquel dato era lo que estaba esperando para confirmar sus sospechas.
-¡Es él! -Exclamó Chris-. Fue allí en donde se escondió para filmarnos a Dulce y a mí; la espiaba de cerca, por eso sabía cada uno de sus movimientos.
-Así es, además hay algo que no te he dicho... el sujeto estuvo recluido en una institución mental cuando era un adolescente, sufre una leve esquizofrenia que controla con medicamentos, por eso nadie ha sospechado nunca nada y ha conseguido hacer su trabajo sin ningún inconveniente.
Chris se llevó una mano a la cabeza, comenzó a observar a su alrededor pero no había rastro ni de Dulce ni del maldito fotógrafo.
-Patrick, tengo que cortar, gracias por la información -cortó y desesperado fue en busca de Richard. Lo encontró en medio de una pequeña multitud que lo había acaparado para hablar sobre su exitosa agencia pero de inmediato se acercó a Chris cuando percibió la dura expresión en su rostro.
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Tu Admirador Secreto Vondy (Adaptada)
Teen FictionDulce Gibson se ha vuelto famosa de la noche a la mañana y por lo tanto también se ha vuelto vulnerable al acoso de un admirador secreto. Pero esa admiración rápidamente se convierte en obsesión y siente que su vida corre peligro. Christopher Macfad...