Capítulo 3: Ella no era ella

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En cuanto la vi empecé a recordar aquellos malos momentos que estuve con ella y verla que está regresando a sus viejos ámbitos me hacían enojar, no podía dejarla hacer eso de nuevo, pensé que ya lo habíamos superado pero al parecer le llegó algo fuerte, tenía que saber que le sucedía para que hiciera eso. Voy por ella. Salgo del lugar y ella al parecer no escuchó las puertas abrirse, camino hacia ella y al instante me senté. Le quité su cigarro, le tiré al suelo y lo pisé, tenía que hacerlo.

–¿Qué te pasa? —habló Alejandra, veía algunas lágrimas en su rostro.

–Más bien ¿qué te pasa a ti? ¿Por qué fumas? Pensé que ya habíamos superado esa etapa —contesté sincero y firme.

–Javier... —baja su mirada— no entenderías que me está sucediendo.

–Sabes que siempre podrás confiar en mi —acaricié su hombro,— ¿de acuerdo?

–Si —asiente— pero es complicado de explicar —en eso miré como sacó otro cigarro y ponérselo en su boca.

–No hagas eso —le quité lentamente su cigarro de la boca— no es bueno para tu salud.

–Necesito relajarme un poco, solo este día —me miró con más lágrimas— por favor.

–Solo... —lo pensé y hablé— intenta explicarme qué sucede, no llevas mucho tiempo aquí y te vez mal ¿por qué? —cuestioné.

–Yo... —nos interrumpe.

–¡Allí estas cabrona! —gritó Melody— ¡voy tras de ti! —en eso no la vimos más.

Alejandra se quedó callada además de seguir fumando, odiaba verla en ese estado y no era la primera vez que veía sufrir, ya me ha tocado varias veces hacer un acto estúpido de suicidio, como en la secundaria.

Estábamos en el salón, todos se habían ido afuera a la clase de educación física, Alejandra se había caído su libro. Pero se escuchó otra cosa además de ese libro, le ayudé a levantarlo pero al parecer encontré una navaja. La miré a Alejandra y ella no tenía ninguna expresión, solo me quitó rápidamente el libro y su navaja, la escondió nuevamente mientras que lo colocaba a su casillero.

–Alejandra —se voltea— ¿por qué lo haces?

–¿Ahora te interesa? —me lo decía seriamente.

–Vamos a discutirlo después, ahora me entregas eso.

Lo dudó pero al final me lo entregó y se salió a la clase. No me lo conservé más bien lo tiré para nunca más verlo pero estoy seguro que ella tendrá más solamente que escondido alguna parte tanto aquí o en su casa.

–Erdmann —llegó Melody y regresé a la realidad— ¿por qué carajos estás fumando? Por lo menos hazlo conmigo.

–Melody —hablé firme mientras que la miraba.

–¿Qué? Es cierto, si hará algo mal por su salud, mínimo que nos jodamos juntas que separadas —le robó un cigarro y lo prendió. Realmente yo era quien debería guiarles el buen camino.

–Ahora Alejandra —la miré nuevamente hacia ella— ¿por qué te encuentras así?

Se levantó, sacudió un poco por el polvo y caminó hacia el pequeño puente del lugar y se quedó viendo el agua mientras que seguía fumando. Me levanté a la par con Melody y caminamos hacia ella, cada quien tomó su lado y la miramos, seguía saliendo lágrimas.

–¿Qué sucede amiga? —habló Melody.

–Esto es ridículo —habló mientras que negó riendo.— No llevo ni dos semanas y ya extraño Canadá —nos miró a cada uno— ¿no lo creen? Esto es completamente ridículo.

Todo es Posible [S. M. 2] | Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora