Fue la brisa de aquella tarde lo que le hizo despertar, no había registrado el momento en el que cayó dormido, sabía que estaba acostado sobre el césped, y lo próximo que supo fue que se había sumido en las profundidades de sus sueños, y lo único que podía ver era su angelical rostro.
Él.
Desde el día que lo vio por primera vez no pudo quitarse su brillante presencia de la cabeza, no creía haber visto a alguien tan etéreo antes en su vida, adoraba su forma de iluminar toda una habitación con el simple hecho de pararse allí, y en su interior, Mark no lo consideraba ni siquiera un humano.
Lee Donghyuck era un ángel.