Donghyuck miró la vidriera soñadoramente, no podía esperar a que terminara su horario de trabajo, úlitmamente las jornadas se hacían más y más aburridas, lo único que lo animaba era pensar en el dinero que recibiría a fin de mes.
Aunque, ahora también recordaba la cara sonrojada y la torpeza de aquel chico, Mark, y eso le sacaba una gran sonrisa, una que ni siquiera sabía que poseía.
—Hyuck está enamorado— oyó la voz burlona de Renjun, ¿cuándo había llegado ahí?
—Eso o tiene una contusión cerebral.
Salió de su trance y se encontró a Renjun, Jaemin y Chenle parados en una fila para nada natural.
—¿Hace cuánto están ahí y por qué están parados así?
—Llegamos a mitad de tu trance, tenías una cara de bobo que jamás había visto en ningún humano— dijo Renjun, mientras se reía de lo que él mismo decía.
—Ah, y estamos probando formaciones nuevas, ¿no crees que sería genial tener una forma en la que pararnos que sea sólo nuestra? — habló Chenle y soltó una risita aguda.
Donghyuck rodó los ojos pero no pudo evitar soltar una pequeña risa.
—¿Para qué vinieron? Aún me faltan treinta minutos.
—Que poco nos aprecias, llegamos y ya nos estás echando— Jaemin se colocó la mano en el pecho con indignación.
—La última vez que me "visitaron" me descontaron dinero del sueldo por culpa de Chenle.
Sus tres amigos riéron, recordando el desastre que había hecho el chico.
—Vinimos a buscarte, queremos hacer algo para olvidarnos de nuestra depresión.
—¿Qué depresión?¿alguien rompió con Jaemin de nuevo?
El mencionado lo golpeó en la nuca.
—Para que lo sepas, no tengo ni novio ni novia hace ya un mes.
—Rompió un record, estamos muy orgullosos de él— Renjun le acarició la espalda imitando a un padre que le presenta su hijo a un jefe.
—Estamos deprimidos porque las vacaciones terminan en una semana.
—¿Por eso están tristes? Yo no podría estar más feliz, así trabajaré menos horas.
Los tres chicos lo miraron mientras negaban con la cabeza desaprobando su actitud.
Pretendía ser hostil pero Hyuck realmente amaba a sus amigos, siempre estaban ahí para levantar sus ánimos, no podía pedir amigos mejores.
—Aún no nos contaste por qué sonreías como imbécil— dijo Jaemin, y luego le dio una lamida a su helado.
Estaban los cuatro sentados bajo una sombrilla de su heladería favorita, quedaba cerca de su colegio y siempre iban después de clases o después del trabajo en vacaciones.
—No tenía una sonrisa boba, se imaginan cosas.
Había dicho eso, pero incluso él sabía que no era verdad, que probablemente incluso estuviera babeando.
—Seguramente no lo verás nunca más.
Ese pensamiento le cruzó por la mente como una espada,
Su inconsciente era realmente pesimista.