–¡Hola Irene!– Saludó Seulgi al ver a Irene entrar a la cafetería. Irene le sonrió de vuelta y tomó asiento. Hace dos semanas había conocido a Seulgi en esa cafetería y le contó sus problemas a la humilde chica. Seulgi no la juzgó en ningún momento pero sí la aconsejó y le mostró apoyo.
–¿Que se te apetece hoy?– Preguntó Seulgi y Irene pensó unos segundos.
–Un batido de fresa.– Dijo y Seulgi lo apuntó en la libretita y se fue casi corriendo. Irene la miró con una pequeña sonrisa admirando como su pelo que estaba atado en una coleta se movía de lado a lado.
Cuando regresó le dio el batido a Irene y se sentó frente a ella con uno de piña.
–¿Y que cuentas, Bae?– preguntó la chica tomando un sorbo de su batida e Irene la imitó antes de hablar.
–¿No se supone que estés trabajando?
–A esta hora no viene mucha gente.– Seulgi se encoje de hombros. –Al jefe no le importa que yo hable contigo.
–Bueno... no he recibido golpes desde aquella vez. Sehun no ha tomado desde entonces. Todo esta tranquilo.
–Me alegro. Sabes que me puedes llamar a confianza si algo pasa...–Seulgi dijo con un tono preocupado. No le gustaba la idea de que Irene viviera con el, pero no podia solo decirle a la chica "mudate conmigo", cuando apenas la conoce.
–No te preocupes Seulgi, todo esta bien.
