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Me di la vuelta apresuradamente para huir de allí lo más rápido posible, con el corazón palpitando como loco y un nudo de pánico apretándome el pecho. No quería estar ahí ni un segundo más, pero cuando apenas había dado mi primer paso, sentí la mano de Alexander en mi hombro, firme e inevitable.
—Espera —dijo, y su tono era más bajo, casi insinuante—. No tienes por qué ponerte así; solo es curiosidad. Me pareces una chica que no le teme a los problemas, y tenía curiosidad... si esas marcas y moretones son porque te peleaste con alguien — dijo, mirándome con esa maldita sonrisa cínica que parecía disfrutar de mi incomodidad. Joder, cada vez lo odio más.
Abrí la boca, lista para soltar un "Mira, imbécil..." sin control alguno, pero alguien me interrumpió justo a tiempo.
—Dany —intervino Joseph, lanzándome una mirada comprensiva—. ¿Sabes, linda? Yo también tengo curiosidad, pero no tienes que responder. Es tu privacidad, y la respetamos, ¿verdad, Alexander? —dijo, dándole un codazo a Alexander para que le siguiera el juego.
Alexander suspiró con evidente molestia, mirándome por un instante con esos ojos afilados y arrogantes, pero asintió. Aunque sus labios decían "Lo entiendo," sus ojos decían algo muy diferente
Eso hacia que mi corazón latiera con fuerza mientras lo miraba con odio. No quería darle el gusto de verme vulnerable, pero esa sonrisa cínica y esa mirada hacia que todo el cuerpo temblara de incomodidad y enojo, Sabía que Joseph intentaba calmar la situación o reducir la tensión, pero este hombre me estresaba tanto que no pude evitar responder
—¿Y si lo fuera? —respondí, esforzándome por mantener mi voz firme, Desafié su mirada con la mía, intentando no flaquear, a pesar de que sabía que de busca pleitos no tenía nada. No era tan fuerte como pretendía ser; eso lo sabía bien. Pero había aprendido a poner esta fachada frente a los demás, un escudo que me ayudaba a sentir que, al menos fuera de casa, tenía control sobre algo.
Por dentro, mi corazón seguía latiendo con fuerza, una mezcla de rabia y miedo, pero me negué a ceder ante él. Mantener mi mirada fija, sin dar un solo paso atrás, era lo único que podía hacer en ese momento. Y, para mi frustración, parecía que esa actitud le gustaba al imbécil.
La sonrisa de Alexander se ensanchó, y noté una chispa de satisfacción en sus ojos. Su mirada seguía fija en la mía, fría, calculadora, como si pudiera leer cada uno de mis pensamientos. Casi podía sentir su triunfo en el aire, y esa maldita sonrisa parecía decir: "Niña tonta e ingenua."
Parecía haberse dado cuenta de que estaba llena de miedo por dentro, de que estaba mintiendo, y eso solo logró ponerme más nerviosa. Toda la confianza que había reunido se desmoronó al instante. Me sentí diminuta cuando se inclinó hacia mí, acercándose de forma intimidante.
—Tú y yo sabemos que mientes. Y, ¿sabes algo, Dany? —dijo, agachándose lo suficiente como para quedar a mi altura, mientras tomaba un mechón de mi cabello entre sus dedos—. Odio las mentiras —añadió, su mirada fría y penetrante haciendo que me estremeciera. Tan cerca de mí, pude observar mejor esos ojos que parecían capaces de congelar a cualquiera. Su tono calmado solo hacía que todo fuera más aterrador—. Así que habla. Tu silencio y tus mentiras me irritan.
Soltó mi cabello de manera brusca y se alejó unos pasos, pero la presión de su presencia seguía pesando sobre mí. Joder, me sentía tan intimidada. ¿Por qué demonios tenía que darle explicaciones a un desconocido?
—Creo que no estás en posición de pedirme explicaciones. No te conozco —respondí, aunque mi voz temblaba y mi mirada vacilaba. Para mi desgracia, noté cómo su rostro se endurecía aún más, y su mirada se oscureció, ahora llena de rabia contenida.
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Vendida a un Mafioso
RomanceDaniela Sendler ha vivido una vida de sufrimiento, atrapada bajo el control de un padre abusivo que la culpa por la muerte de su madre. Con solo 18 años, ha soportado más dolor del que cualquiera debería, hasta que una noche su destino toma un giro...