«Un fulgor de esperanza»

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La corporación Cabra Negra era un completo desastre en lo que se refiere a la cabeza que lo dirige todo y a todos, para acortar, Kaneki Ken no sabía como diablos actuar frente a la fuga inoportuna y peligrosa de una persona exageradamente poderosa en las calles de la ciudad, en compañía de uno de los mejores estudiantes de tercer año de la academia Yūei.

Era mortificante, para él, recibir informe tras informe de los rastreadores que señale que la captura de su pequeña hermana no ha sido efectuada dado a lo escurridiza que es, logrando zafarse primeramente del tope de los rastreadores que estaban bajo el comando de Madou Akira y Tsukiyama Shū, los mejores en ése ámbito, y luego desapareciendo sin dejar rastro que lograse determinar su paradero actual.

Él y los cuatro escuadrones liderados por personas de su confianza pasaron toda la noche en búsqueda de Yuki, tratando de abarcar cualquier pista o información que los llevase a ella, incluyendo cualquier cosa horrida como lo eran los homicidios y muertes exageradas, por más que Ken desease no oír.

Había pasado la mayor parte de su velada en las salas de control y siguiendo rastros desde su propia oficina con ayuda de Haise, que por más cansado que estuviera, aún trataba de ser de ayuda y un soporte para su gemelo, intentando no colapsar por el cansancio que arraigaba su cuerpo desganado. Touka no estaba en ése momento con ellos, ayudando en la búsqueda por los aires en vez de otorgarles bocadillos como acostumbraba, tomando una sabia decisión que los ayudaba incluso más en ése momento.

—Yuki, ¿dónde estás hermanita? —musitó Ken tras un suspiro, dejándose caer en uno de los sillones de la oficina pasándose las manos por el rostro pálido y los ojos cansados.

Haise le envió una lastimosa mirada de soslayo, antes de que sus ojos se detuvieran en una fotografía que decoraba el escritorio, una donde aparecían los tres hermanos sonrientes y felices de tenerse los unos a los otros. El recuerdo de aquel día marcado en su memoria por las bonitas imágenes y las emociones eufóricas; fue el instante de un sagrado reencuentro entre hermanos perdidos, dónde después de años separados, Ken y Yuki por fin pudieron hallar la pieza faltante en su familia. A él. Mismo motivo que lograba mantenerlo de pie en esa circunstancia y le prohibía darse por vencido ya que, costara lo que costara, traería de regreso a Yuki por el medio que fuera necesario.

—La encontraremos, Ken —dijo con firmeza, y el nombrado puso en él su expresión demacrada por los días que llevaba dando vueltas sin descanso. Haise enserió el gesto, colocando la fotografía de vuelta a su lugar—, aunque sea lo último que haga.

Pasando saliva, ken asintió y se puso de pie, enfocando su atención en la computadora que tenía en frente, tratando de concentrarse en la extracción de datos y los movimientos en las cámaras de vigilancia que rodeaban la cuadra del edificio. Haise sonrió ante la determinación reestablecida en sus ojos, notando recién en ese momento que se habían quedado absueltos de la principal fuente de energía para sus cuerpos; café.

chaos ; reBORNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora