CAPITULO 3:
«TIERRA A LA VISTA. EMPIEZA LA AVENTURA.»
IAN BOYNTON.
—Joder, soy una idiota—susurró para sí misma Stela mientras arrojaba el libro de vuelta al baúl de madera, estaba frustrada y decepcionada consigo misma, se le notaba en la cara—. Soy una gran idiota. ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Por qué no revisé esta cosa? Caí en la trampa cómo una tonta, sin darme cuenta de nada.
Que se echara la culpa a sí misma me molestaba. No era su culpa, no era culpa nuestra tampoco, probablemente lo era de señora rara que había engañado a la lunática mandándola a una muerte segura y con ella un objeto tan peligroso cómo lo era ese libro viejo y cubierto de polvo.
Ahora sabíamos que teníamos el libro de la isla de los misterios, solo quedaba averiguar cómo devolverlo antes de que los seres mitológicos destruyeran todos los mundos.
—No es tu culpa—le tranquilizó Trudy sentándose junto a ella y acariciando su espalda como muestra de apoyo—. No es culpa de nadie.
—Tiene razón. No es momento para buscar culpables—interrumpió Loukas—. ¿Cómo se supone que devolvamos el libro a la isla de los misterios?
La lunática se veía tan mal con la mirada perdida que no tuve más remedio que lanzarle una camisa que estaba sobre la cama. Eso llamó su atención. No era bueno consolando, muchos menos ahora tomando en cuenta que mi humor desde que había aparecido en esta especie de nave voladora era de perros, y desde que la había conocido no dejaba de llamarle lunática y retribuirle la culpa de todo, pero lo cierto es que no había culpable. Por lo menos no entre nosotros.
—Deja de echarte la culpa, no todo gira alrededor de ti ¿Sabes? ¿Qué ibas a saber que la señora te iba a engañar? No eres adivina, o por lo menos no que nosotros sepamos—la miré con indiferencia mientras me cruzaba de brazos—. Que egocéntrica eres, cómo te gusta el protagonismo ¿eh?
Ella me miró por unos segundos apretando los labios antes de suspirar y sonreírme. Al parecer consciente de que intentaba hacerla sentir mejor, a mi manera.
—Gracias Ian Boynton.
Tocí incómodo por la atención que me estaban dando todos. Thomas y Jay me estaban dando esa mirada, la misma que supe reconocer cómo esa que se daba entre los amigos cuando alguno de ellos veía a la chica que le gustaba al otro. No era mi caso.
—Da igual.
—Está bien, concentración—dijo Loukas —. Necesitamos devolver ese libro.
—¿Y cómo hacemos eso?—preguntó Thomas.
Era una buena pregunta.
—No será fácil llegar a la isla de los misterios. Nadie sabe donde está, ni siquiera los mercaderes de transporte han llegado alguna vez a ese lugar—informó la lunática antes de mirar el baúl cómo si fuera la respuesta a todos nuestros problemas—. Pero nosotros tenemos el libro, él puede guiarnos.
—Claro, lunática. El libro nos guiará —me burlé con sarcasmo. Incluso con todo lo que estaba pasando eso me parecía surrealista.
—No es cómo si el libro hablara ¿o sí?—preguntó Jay confundido—. Con todo lo que está sucediendo a estas altura cualquier cosa me parece posible.
Le daba la razón en eso.
—No habla, o por lo menos no que yo sepa—dijo la lunática con la misma actitud de siempre, había recuperado los animos de antes —. Pero es un libro mágico, hay que tener eso en cuenta. Y estoy segura de que el motivo por el cuál fui a parar a vuestro planeta y ustedes en mi barco es porque el libro quería que así fuera. Nos está guiando. Por eso terminamos entre las ranuras del tiempo.
ESTÁS LEYENDO
IAN BOYNTON
AdventureEmpezaré esta historia revelando mi nombre, es lo más educado de mi parte presentarme: Stela Arion. Así me llamo. Voy a contarles una historia, una aventura digna de ser contada. La historia de cómo unos ordinarios humanos se toparon con un mundo ex...