CAPITULO 4:
«¿PASAR DESAPERCIBIDOS? PARECE QUE NO.»
IAN BOYNTON.
Cómo ya había dicho anteriormente. La isla era un lugar encantador, aunque eso también lo hacía algo irritable para mí. Una vez que todos nos habíamos separado la lunática y yo habíamos tenido que pasar entre callejones estrechos de piedras para evitar que alguien la reconociera. Un poco exagerado para mi gusto pero es lo que tocaba, y tomando en cuenta que no conocía su historia en este lugar preferí callarme, aunque no duré mucho en ese estado.
Al final no podía evitar sentir un poco de curiosidad con todo el tema de la lunática. La conocía de hace muy poco, pero no tenía pinta de ser una chica problemática o peligrosa. Un poco loca, sí, pero eso no era un delito. O por lo menos no en mi mundo, tampoco sabía cómo funcionaban las cosas aquí.
—¿Qué fue lo que hiciste?—pregunté comiendo un dulce cuyo nombre desconocía —. Ya sabes, el motivo por el que te buscan cómo si fueras una criminal.
—Robé algo—dijo metiendo ropa a una bolsa que le pasó al vendedor antes de pagar. Habíamos tardado media hora en comprar cosas básicas cómo lo eran la ropa, comida y productos de higiene personal. Yo apenas y había permanecido junto a ella mientras hacía todo por mí, las compras no eran lo mío, y no dejaba de pensar que esto cada vez se hacía más íntimo e incómodo. Sobre todo cuando me vi obligado a permanecer junto a la lunática mientras compraba ropa interior. Pero debido a las circunstancias decidí no opinar sobre el tema o indagar en mis pensamientos.
Estábamos en una misión y ella era una renegada. Me venía mejor concentrarme en que no la reconocieran y así evitarnos problemas.
—¿Eres una ladrona o algo así?
—No. Era algo que me pertenecía y que era muy valioso para mí.
—Vale. ¿Entonces robaste algo que era tuyo?
—Algo así —contestó mientras caminábamos. Se volteó para mirarme antes de sonreír—. ¿Por qué el interés tan repentino?
—Ya que estoy aquí, junto a ti, poniendo mi libertad en peligro... creí que merecía hacerme una idea. Pero no te hagas ilusiones, no somos amigos ni nada parecido. Es simple curiosidad—me apresuré a contestar. No tenía intención de hacerme amigo de la lunática, ya bastantes problemas había traído a mi vida ella y su nave voladora. Estaba loca, y yo pasaba de chaladas.
A este punto solo quería cumplir esta misión, intentar sobrevivir y regresar a casa, ya luego hacer de cuentas que nada de esto había ocurrido.
—Eso dices ahora Ian—volvió a sonreír con un poco más de soltura—. ¿Quieres saber qué robé?
—No me interesa. Paso de tus aventuras, lunática—eché mis brazos tras mi cabeza sin mirarla—. Solo dime algo, cuando consigamos el libro... ¿regresaremos a casa?
—Eso espero.
Reconfortante.
—Quiero estar seguro—la miré con seriedad deteniéndome. Nada de esto valdría la pena si no regresaba a casa con Dennis y con mi hermana. Eran mi familia, todo lo que tenía. Eran mi hogar y no estaba dispuesto a perderlos. No estaba dispuesto a poner mi vida en peligro sin recibir nada a cambio. No era así de idiota—. Tengo que regresar a casa.
—Lo entiendo...—
—No, no lo entiendes—la corté cansado—. Tú no tienes casa. No tienes un hogar, el único que tenías era este y aquí nadie te quiere. No tienes un lugar a donde regresar ahora.
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IAN BOYNTON
PertualanganEmpezaré esta historia revelando mi nombre, es lo más educado de mi parte presentarme: Stela Arion. Así me llamo. Voy a contarles una historia, una aventura digna de ser contada. La historia de cómo unos ordinarios humanos se toparon con un mundo ex...