CAPITULO 7
«GRACIAS IAN»
IAN BOYNTON.
Me tomé el pelo con fuerza. Lo que faltaba. Le había perdido el rastro y a saber dónde estaba. Tal vez, si teníamos un poco de suerte la planta nos la devolviera al darse cuenta de lo irritable que era.
Vale, eso sería demasiado pedir.
—¡¿Dónde está Stela?!—preguntó Trudy llegando a mi lado junto a los demás, que respiraban entre jadeos de cansancio. Al parecer la carrera les había pasado factura—¡Ian, di algo!
¿Dónde estaba la lunática? ¡No lo sé! Ya me gustaría saberlo. Si es que al final esa mujer insoportable se metía en todos los problemas y me terminaba arrastrando a todos ellos. Lo peor es el sentimiento que pude reconocer como preocupación que venía de la mano de la culpa por no haber podido hacer nada. Estaba preocupado por esa mujer tonta. ¿Dónde se había metido ahora? ¿Y por qué esa planta se la llevó a rastras? ¿Y sí se la había comido? Que yo supiera las plantas no comían personas, ¿pero qué sabía yo de todas formas? Tampoco creía posible que lloviera sangre y que los barcos volaran. Al final tendría que acostumbrarme a este tipo de cosas extrañas, entre dimensiones todo era posible. Ya era hora de que me fuera haciendo a la idea, o iba a terminar de perder la cabeza.
—Tenemos que encontrarla—murmuré caminando a paso rápido haciendo gestos de frustración con mi mano—. Se la llevó a rastras esa planta, la tenía frente a mí y de un momento a otro ya no. Estúpida lunática. Estúpidas plantas vivientes. Estúpida isla y estúpidos monstruos.
—Eh, tranquilo hombre ¿No te dijo algo antes de desaparecer?—preguntó Jay mirándome con esperanza.
—Sí—todos me miraron esperando a que dijera algo importante que nos sirviera de ayuda para encontrarla—. Que odia la jardinería.
—Normal—resopló Thomas—. No es exactamente algo que te guste mientras te arrastra un planta gigante.
Miré en la misma dirección en la que había visto a Stela por ultima vez.
Caminé en esa dirección con rapidez y me agache en el suelo observando las marcas de lo que debían de ser los dedos de la lunática intentando aferrarse a la tierra. No es que a ella le sirviera de mucha ayudada, pero en cambio a nosotros nos serviría. Por lo menos.
—Aquí—señalé, mirando frente a mí. Podíamos guiarnos con eso—. Vamos.
Me detuve por un instante al oír susurros y gritos en mi cabeza. Las estúpidas ilusiones seguían tocándome las pelotas. Agarré aire antes de seguir caminando, ahora debía concentrarme en encontrar a la lunática para poder salir de una vez de esta jodida isla.
—Me siento como un detective sexy—dijo Thomas caminando a mi lado—. O como Mario cuando tiene que pasar todos esos niveles para rescatar a la princesa.
—Stela es muchas cosas, pero princesa no es una de ellas—bufé rodando los ojos y quitándome la sangre de la cara. A este punto ya estaba fastidiado, que lloviera alguna bebida energética, jugo de naranja o en todo caso agua, como debería ser. Cualquier otra cosa. Nos veíamos como si hubiésemos estado en una masacre, cubiertos de sangre y tierra. Empezaba a creer que nunca podría quitarme esta sensación de encima, aunque me bañara mil veces y me cubriera hasta el cuello de jabón.
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IAN BOYNTON
PertualanganEmpezaré esta historia revelando mi nombre, es lo más educado de mi parte presentarme: Stela Arion. Así me llamo. Voy a contarles una historia, una aventura digna de ser contada. La historia de cómo unos ordinarios humanos se toparon con un mundo ex...