Fue allí cuando recordé aquella noche en la que Sebastián se atrevió a levantarme la mano y se proponía a pegarme por el pleito que le había armado y que según él era una escenita paranoica de celos absurdos. Pero no podía creerlo, el chico que me defendió esa noche estaba en frente de mi, y no sólo eso, es el mismo chico al que podríamos decir ¨le salvé la vida¨, no es mentira eso de que el mundo es un pañuelo. No supe que decir, quedé sin habla, estoy segura de que él lo notó, estaba sorprendida y a la vez muy apenada ¿Qué pensará de mí?, solo eso pasó por mi cabeza en ese momento, hasta que él se dispuso a romper el hielo.
-Descuida, las chicas casi siempre se sienten atraídas por los seres que acostumbran usar su fuerza bruta- Dijo esperando mi reacción, pensó que me alteraría, pero mantuve mi calma, después de todo resultó que él había sido como una especie de héroe para mí, y como él había dicho antes: eran cosas del destino, definitivamente lo creía ahora, las cosas pasan por que sí, me encogí de hombros y le contesté:
-Si bueno, hace meses atrás te hubiera dicho que él en el fondo tiene un gran corazón pero ya ves, con lo que te hizo estoy completamente segura que solo es un alma en pena, pero aún así no me terminaste de contar. ¿Cómo fue que llegaste al punto de que te dejara así? –Le pregunté sin rodeos.
-Bueno, bueno, primero para ser una chica que al principio me pareció educada no escuché las gracias por lo que ocurrió aquella noche y segundo ¿Porqué debería contarte? ¿Cuál es el interés e insistencia por saber?- Dijo en tono engreído.
-Lo siento, gracias por no permitirle a ese salvaje que me pusiera las manos encima – Pensé: tenía razón fue descortés no darle las gracias antes. –y quisiera saber, porque algo muy fuerte tuviste que hacer para obtener esa reacción por parte de él.- Dije muy segura.
Él estaba a punto de abrir la boca para pronunciar las palabras pero alguien interrumpió al cruzar por la puerta de la habitación.
Era la mamá de Daniel...
-Hola chicos! Siento demorarme es que pasé por la cafetería y compré algunas cosas- Dijo enseñando lo que traía, era café y unas donitas rellenas.- Ten Alice en agradecimiento por todo; por haber salvado la vida de mi hijo y por estar pendiente de él todas estas semanas aunque él solo haya sido un dormilón todo ese tiempo -Dijo burlona acariciando a su hijo, se veían tan tiernos, es una imagen que no borraré de mi memoria, me hacían recordar a mi madre, quien aprovechaba cualquier oportunidad para avergonzarme delante de los demás, estoy segura de que él se sintió igual.
-No hay nada que agradecer, yo soy la que debe agradecerle a su hijo -Le dije, a lo cual ella nos miró pícaramente y algo extrañada, pero no hizo preguntas.- Y ahora si me disculpan creo que ya es hora de irme, fue un placer platicar contigo Daniel, me alegra que ya estés mejor, espero verte luego.- Dije y me fui.
Al pasar el tiempo platicando con ese chico me olvidé del temor que tenía en regresarme sola a casa, bueno no era mi casa solo era una habitación que compartía con Danisse. Pero el miedo había regresado, el tiempo pasó tan de prisa que ya era lo bastante tarde y no pasaba ningún taxi. No podía quedarme allí tenía clases al siguiente día, así que decidí caminar precavida y nerviosa, todos los sonidos de la ciudad me hacían temblar, me ponían alerta. Pasé por lo que parecía ser una tienda de disfraces y cosas así, me hizo recordar aquél carnaval que Sebastián y yo pasamos juntos. Pero alguien interrumpió ese pensamiento abrazándome por detrás mientras pronunciaba palabras en mi oído: -No grites, soy yo, sé que me estabas esperando, no? Actúa normal, no quiero que armes escándalos, okey-. Dijo esperando que asintiera, lo cual hice llena de temor, el miedo se apoderó de mi cuerpo, casi no podía hablar, él me llevaba abrazándome quizás quería que nos viéramos como una pareja normal, lo cual estábamos muy lejos de serlo. Volteé y me di cuenta de que estaba un carro aparcado al otro lado de la acera con un sujeto que le hacía señas a Sebastián, él le devolvió las señas y me atrajo hacia a él más aún para cruzar la calle. Llegamos y me abrió la puerta del auto para que entrase en él, intenté zafarme pero todos mis intentos resultaron fallidos, no me quedo de otra que entrar en el auto y esperar mi destino, morir quizás, o golpes tal vez, quien sabe... Vi como rodeó el auto y entró en él por la puerta del copiloto, por último el otro chico que estaba esperando, encendió el auto y nos dispusimos a marchar de allí. Por un momento en mi mente se cruzó la idea de saltar del auto, y lo iba hacer pero al ver la manilla más arriba noté que el chico que manejaba le había pasado el seguro automático. Definitivamente no tenía salida solo me tocaba esperar a lo que sucedería después, no sabía a dónde iríamos, no conocía las calles, no era muy bonito lo que parecía ser un vecindario pero no se detuvieron en él, seguimos y al llegar lo que se veía era un lago y las luces de una cabaña, habían un par de cabañas antes pero estaban lo bastante retiradas del lugar. Nos detuvimos; Las luces junto con el motor del auto se apagaron, mi corazón se aceleró, sabía que lo peor estaba por llegar y si pedía ayuda nadie escucharía por lo lejos que nos encontrábamos y sería mucho peor, no tenía a donde ir. Finalmente Sebastián abre la puerta y se baja del auto junto con el chico, abre mi puerta y me saca a empujones del auto. Me resistí pero mi poca fuerza era absurda en contra la de él que era lo bastante fuerte, no podía zafarme, no me quedo de otra que rendirme. Me tomó del brazo bruscamente, empujándome a la cabaña mientras yo le pedía que me dejara en paz, él parecía ignorar todo sonido que salía por mi boca, cualquiera pensaría: ¿Estaría drogado, borracho o cualquier otra cosa?, pero no, él era así, ahora que lo pienso no sé cómo pude estar enamorada de él todo ese tiempo.
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Margaritas en Verano
Teen FictionSINOPSIS Alice Blanco, 18 años, una chica ordinaria con grandes conocimientos, con una belleza tanto física como intelectual; venezolana al fin. Pero por motivos de estudios y además por la fuerte situación que se vivía día a día tuvo que irse a la...