Tenía que hacerme de cuenta de que éste Sebastián no es el que fue cuando estábamos en Venezuela, evidentemente ya no más. Otro golpe y de seguro perdería la conciencia, esperé y se acercó para levantarme nuevamente, esperaba que me golpeara pero no, esta vez me abrazó, me abrazó como nunca antes, mientras acariciaba mi cabello y decía que yo era lo más importante en su vida, que me quería. Aunque no sé qué clase de persona demuestra su amor a golpes como él lo hacía. Continuaba diciendo cosas que eran irónicas en ese momento, pero al final estalló al recordar a Daniel. Ésta vez me tomo por la cintura, con fuerza me atrajo hacia él y me susurró desesperado: -Serás mía –Mientras me besaba deseoso y con desesperación–. Intenté escapar de sus brazos que me sujetaban fuertemente pero se me hizo casi imposible, su fuerza era mayor a la mía. Grité, le pedí en medio de llantos que me dejara, pero no sirvió de nada, él seguía en su propósito de hacerme suya; estaba siendo abusada por quien alguna vez fue el amor de mi vida.
Los minutos parecían pasar cada vez más lentos, Sebastián no dejaba de tocarme, besarme, entre otros actos que me hacían sentir asqueada, incluso de mi misma. Sentí como mi mundo se desboronaba a mí alrededor, deseaba desaparecer y no volver jamás, quería dejar de pensar, no quería saber nada de nada. ¿Cómo me sentiría después de eso?, claro si Sebastián no se deshacía de mí antes. Hubo un momento en el que me quedé en completo silencio, y casi sin moverme, ya me había quedado sin fuerzas para seguir luchando; me rendí por completo, ahora solo se escuchaba el gemir de Sebastián, sonido que me causaba asco, desprecio y odio hacia él; éste parecía disfrutarlo, sentía cierto placer el hacerme sufrir. Cerré mis ojos, no soportaba verlo.
Los abrí, había Terminado, aquellos largos minutos de sufrimiento para mí y placer para él, habían terminado. Sebastián calló a mi lado; cansado y con una respiración agitada, luego levantándose sin quitar su vista de mí, sonriendo con superioridad mientras se colocaba su pantalón me dijo: - ¿Te apuesto que lo hago mejor que él, no? –¿Cómo puede ser tan sínico? Éste hombre no tiene límites –. Pensé.
Lo ignoré por completo, no quería hablarle, siquiera escuchar sus palabras llenas de celos absurdos, rencor y agresividad que me lastimaban cada vez más. Quería que se fuera, quería que me dejara sola sin importar cuán lejos estaba de casa, aunque sin saber si regresaría a casa, ya que Sebastián había demostrado no tener límites y todo el daño que es capaz de hacer.
La idea de ignorarlo empeoró las cosas, al hacerlo había alterado la corta paciencia de Sebastián, éste se volvió más agresivo, se acercó para tomarme del cabello con brusquedad y así levantarme con fuerza de un jalón.
-¡Ahora me prefieres a mí! –Gritó, mientras tiraba de mi cabello con más fuerza–. ¡Yo soy el único hombre en tu vida, entiendes! ¡Nadie más! ¡Solo puedo ser yo! ¡Tú solo puedes ser mía, mía! –Continuó diciendo, tirándome al suelo con brusquedad.
No podía levantarme sentía mucho dolor, sin embargo hice el intento aunque sabía que no me serviría de mucho y que probablemente Sebastián me golpearía hasta hacerme caer o algo parecido. Levanté la mirada y pude ver a su compañero, quien observaba todo desde la cocina; la cual no estaba muy lejos, vi como Sebastián se dirigía hacia él. Escuché cuando él le preguntaba a Sebastián acerca de qué harían conmigo y que debían darse prisa, ya que al parecer la cabaña tenía un dueño y no era ninguno de ellos.
Sebastián se volvió hacia a mí, tomándome del brazo con fuerza me levantó y me llevó hasta afuera de la cabaña mientras su amigo nos seguía. Sebastián hizo que me pusiera de rodillas de frente hacia él, ató mis manos hacia atrás, se dirigió hasta donde estaba el auto que se encontraba a tan sólo unos metros de distancia, lo vi sacar un arma; éste sería mi fin... Todo lo que conocía, en tan sólo segundos iba dejarlo atrás, desaparecería para siempre. Agaché mi cabeza, pues sabía que destino me esperaba, él se acercaba cada vez más. Me apuntaba con su arma, su dedo estaba puesto en el gatillo a punto de ser jalado, pero creo que todavía no era mi momento para morir, lo que pasó después fue una especie de milagro...

YOU ARE READING
Margaritas en Verano
Teen FictionSINOPSIS Alice Blanco, 18 años, una chica ordinaria con grandes conocimientos, con una belleza tanto física como intelectual; venezolana al fin. Pero por motivos de estudios y además por la fuerte situación que se vivía día a día tuvo que irse a la...