Capítulo 3. "Nueva amiga"

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*ALEX* 

Me levanté a las 5 de la mañana, estaba cansada de dar vueltas en la cama sin poder dormir desde hacía una hora. Decidí salir a correr, de esta manera podría conocer la ciudad y me ayudaría a despejarme. Me puse mi ropa de hacer ejercicio y rellene la botella de agua, la estaba cerrándo delante de la puerta cuando esta se abre dándome en toda la cara, y por mayor desgracia para mí, ahí estaba la última persona a la que me quería encontrar, Nick me miró dubitativo en si decirme algo o mejor no abrir la boca, eligió la respuesta incorrecta.

-Alexandra, ¿estás bien? - me preguntó acercándose a mi. Odiaba que me llamaran por mi nombre al completo. 

-Alex, mi nombre es Alex, no Alexandra. Y sí, estoy perfectamente. -dije tajante y en dirección a la puerta pero no pude atravesarla porque su mano me agarró del brazo haciéndome girar para mirarlo.  

No, otra vez ese contacto no, una fuerza de energía recorrió desde su mano pasando por mi brazo y extendiéndose al  resto del cuerpo, sentí como la piel se me ponía de gallina sin yo siquiera poder detener esta sensación, la verdad es que me encantaba pero no debería de pasar, él era mi hermanastro. 

-¿Qué te pasa, nena? - me regaló una sonrisa con cierto punto de preocupación pero, no me creía que un hombre tan malcriado, chulo y odiable como él supiera lo que es preocuparse por alguien.

-Estoy todo lo bien que una persona puede estar cuándo la dan un portazo en la cara a las cinco de la mañana, por cierto, ¿de dónde vienes tan tarde? - Nick tensó su mandíbula y su rostro se tornó al de uno serio. 

-Ese no es problema tuyo. -dijo sin delicadeza alguna. Me miraba de una manera que no sabía descifrar, aun no me había soltado el brazo.

-¿Me puedes soltar? Me gustaría salir a correr.

-No creo que sea buena idea, te has dado un buen golpe y hoy hará bastante calor así que te podrías marear. - en su cara apareció una pequeña sonrisa, creo que este hombre era la persona más bipolar que había conocido nunca. - Acompáñame, te daré una crema para que pongas en la frente, salvo que quieras un huevo en mitad de tu cara. - se rió y yo puse los ojos en blanco.

En aquel entonces me soltó el brazo, no había pasado ni un minuto y ya anhelaba su contacto. Entramos en la cocina y yo me senté en una de las sillas de la isla central, Nick me tendió una bolsa de guisantes congelados. 

-Que original - le dije refiriéndome a la bolsa que tenía entre manos y por primera vez escuché una risa sincera que provenía del, no sonaba como esas carcajadas que soltaba cuando se quiere hacer el chulo, este sonido era completamente diferente, era un sonido bonito lleno de vida.

A los pocos minutos se acercó a mi con una crema en las manos, parecía que dudaba entre ponérmela él o simplemente darme el bote. Me miro a los ojos durante un largo tiempo pero que a mi me pareció muy poco ya que estaba sumergida en el azul profundo de sus ojos. Cortó el contacto visual y se acercó mas a mi, me extendía la crema por la frente de forma delicada mientras volvía a sentir todas aquellas emociones al tener su mano contra mi piel. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración, su pecho se encontraba a escasos centímetros de mi cara así que mientras disfrutaba de su contacto me centré en como su pecho subía y bajaba tranquilamente. Era asombroso como un hombre que intenta ir de duro y de que nada le importa, podía transmitir tantas sensaciones buenas, pero , ¿por qué se aferraba a que nadie supiera que tiene un lado tierno y sensible? lo puedo ver en sus ojos, realmente no es el capullo que me intenta hacer ver. 

Dejó de esparcir la crema por mi piel pero no se separó de mi, me miraba fijamente pero de manera dulce, mis ojos se centraron en su pelo oscuro bajando por sus ojos que siempre me hipnotizaban y llegando hasta la boca, tenia una sonrisa muy bonita pero sólo se la había visto una vez. No sabía muy bien que hacer, quería besarle, quería probar de su boca, quería de nuevo sentir su piel contra la mía. Él se inclinó con intención de hacerlo, estaba de piedra, no sabía que hacer, es lo que quería pero no debía. Lentamente se fue acercando a mis labios y justo cuando estaba a punto de rozarles llamaron al timbre. Se separó de mi y lanzó un gruñido.

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