Capítulo 1

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Estúpido, pensó Taehyung al agacharse detrás del muro.

Cualquiera pensaría que después de haber engañado a la muerte una vez tendría suficiente, pero a él le gustaba sorprender. Al parecer le apetecía el peligro. Prefería estar a las dos de la mañana, inclinado en el inmundo suelo, con la nariz congelada por el frío, en su uniforme de mensajero, esperando por una señal, que en casa, durmiendo.

Todo había empezado en el trabajo, como siempre. Taehyung tenía aspiraciones y sueños, mas no había sido capaz de alcanzar ninguna meta.

En cambio, tenía el turno de la noche en ventas por televisión y debía llevar los productos que algún pobre diablo había pedido, pensando que eran realmente buenos, hasta su casa. Tenía una motocicleta que se caía a pedazos más o menos en la misma época cada mes y un apartamento que parecía una caja de zapatos. Tenía un novio. Y, al parecer, tenía ganas de morirse.

Jackson era la fuente de las peores ideas en el lugar. No era raro, porque la gran mayoría de personas sabían que las ventas por televisión eran una estafa y nadie llamaba después de las ocho de la noche, aunque la propaganda sobre la comida para perro fuera hilarante. Eso dejaba a Taehyung y sus nueve compañeros de trabajo muertos de aburrimiento y con ganas de subirse por las paredes.

—Tengo una idea— había dicho Jackson, mirándolos uno a uno e inclinando el cuerpo sobre la mesa sucia que estaba en la bodega.

—No—dijo Irene, apretando los labios al final en una mueca despectiva.

—Todavía no he dicho nada— se quejó él.

—Pero sé que va a ser muy estúpido. Entonces, no.

Su magnífica y gran idea, como la había llamado, había sido colarse en el cementerio con un par de palos de golf ("Compre sus palos de golf AUTOMÁTICOS. Si no sabe jugar, su palo lo hará por USTED") que nadie, claro, había comprado, y ver si podían matar entre todos a un par de goadas.

Taehyung se había convertido, con el tiempo, en un experto en monstruos. Sabía que las goadas eran peligrosas. No en el mismo sentido que los daisslis, por supuesto. Donde en los daisslis había escamas, garras y colmillos, las goadas tenían espinas, agilidad y una túnica que, con un poco de imaginación, podía pasar por un abrigo de la semana de la moda de Milán. De los cinco tipos de monstruos, era al que menos respeto le tenía. Ni su figura fantasmal, ni las espinas que los rumores decían que se alzaban en todo su cuerpo al atacar lograban causarle la misma sensación que un daissli.

Se habían apretujado todos en el coche de Jackson y habían enfilado hacia el cementerio sin la más mínima duda de que no llamarían esa noche a pedir algo. El interior apestaba a comida y tenía manchas inidentificables en la silletería y las ventanas, pero nadie se quejó. Incluso Irene, que, como la mayor, creía tener la responsabilidad de cuidarlos y quejarse, los acompañó.

Por eso Taehyung ahora estaba hincado junto a un muro interior del cementerio con la nariz congelada y un palo de golf que parecía hecho de goma en la mano. Sabía que Jackson se ocultaba detrás de la estatua del ángel que lloraba y Jaebum, junto a un par de tumbas de tamaño considerable. Los demás habían desaparecido. O bien estaban por ahí, escondidos como ellos, o habían huido cobardemente. Taehyung no los culpaba.

Habían tenido que correr a buscar un escondite al ver un par de luces que parecían linternas al otro lado del cementerio. El susto había sido tal que Taehyung se había raspado una mano al pasar al otro lado del muro. Un miedo eléctrico le erizaba los cabellos en la nuca y sudaba frío bajo la ropa.

Castillo de naipes | BTS | VKook/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora