Castillo de naipes | BTS | VKook/KookV

Capítulo 15: Primera revelación

Después de hacer un tour por toda la ciudad, comprando los materiales faltantes para la casa, Taehyung vio a los trabajadores entrar y salir con los objetos dañados. Los apilaban a un lado de la calle, donde otros los metían en camiones de mudanza con el logo azul de una casa en fondo blanco. Ahí estaba el sofá y el colchón, las cortinas ajadas y la lámpara de piso sin el foco, de la que alguna vez colgó la camisa de alguno de los amantes de su ex.

RM le había presentado a la dueña de la empresa una mañana, tomando té en la hanok. Su nombre era Mirae, y era mucho mayor que cualquiera de las otras personas que trabajaban con los criminales bajo RM. Ella le habló sobre lo que debía hacer con la casa, de las opciones para mejorarla y los servicios que podía ofrecerle. Nunca mencionó precios. Luego, una vez Taehyung aceptó, abrumado, todo lo que le dijo, los siguió, siempre detrás, hasta que compraron lo primero que necesitaron. Regresaron a la casa para ver que alguien había quitado el piso, que los muebles dañados estaban arrumados en la habitación, tan apretados los unos contra los otros que parecía la pantalla de Tetris, y se pusieron manos a la obra.

Durante días, esa fue la rutina: discusión de los planes a la hora del té, compras, arreglos, almuerzo, ver a Jeongguk (a veces Jimin), regreso al apartamento.

Estuvo presente mientras ponían el piso nuevo ahí donde su ex lo había roto y cambiaron el revestimiento de las encimeras de la cocina. Para las paredes, lo llevaron a Home CC y le hicieron elegir, en un catálogo tan amplio que se mareó al verlo, varios colores. Esperó junto a Mirae y RM, envueltos en una conversación sobre decoración de interiores, a que prepararan los botes de pintura con los colores elegidos, y luego los ayudó a llevarlos. Unos empleados, con tapabocas y un casco adornado con el logo azul de la empresa, dejaron las paredes tan pulcras que parecía una casa nueva. Cada vez que necesitaban despejar una habitación, arrumaban los muebles en otra de manera que nada quedaba fuera.

Aunque no hacía nada, Taehyung se sentía exhausto al terminar la tarde. Se sentaba en la mesa con J-Hope, Mirae y RM y los veía hablar y comer. Su alivio era salir después con Jeongguk a cualquier parte, tomados de la mano, respirando el aire fresco de la noche que empezaba. EL olor de la pintura lo mareaba, el polvillo de las paredes lijadas, o el suelo levantado, o los armarios desencajados lo hacía respirar con un pitido largo y agudo, como el silbido de un pájaro pequeño. Necesitaba varias horas de paseo para eliminar los efectos secundarios.

Ya quedaba poco por hacer. Taehyung se despidió de sus muebles en silencio, mientras los arrumaban dentro del camión. Mirae supervisaba la operación en la sala de estar, usando un casco igual a los demás y un abrigo acolchado que le sumaba tres veces volumen a su imagen. RM había intentado ayudar a mover los muebles. Sin embargo, después de dejar caer la parte del refrigerador que sostenía, lo habían relegado a marcar en una lista que todos los muebles entraran al camión. J-Hope dormía en el auto de RM, la cabeza cubierta por una manta lanuda con estampado de huellas.

—¡Todo nuevo! –gritó Mirae, tan fuerte que las palabras llegaron claras, aunque Taehyung estaba afuera, los pies hundidos en la nieve embarrada—. ¡Les dije que habíamos comprado todo otra vez! ¡No dejes eso ahí! ¡Se va! ¡Fuera, fuera!

El camión se llenó hasta arriba y dos hombres lo cerraron con grandes sonidos metálicos. Mirae seguía gritando dentro de la casa, mientras RM la seguía, el ceño fruncido desde el regaño por tirar el refrigerador todavía en su cara. Taehyung pateó la nieve. Le escocían los ojos por la nostalgia. Cada objeto traía a su memoria un recuerdo alegre. Si hubiera sido su decisión, lo habría conservado todo. Pero RM había sido firme al cumplir su promesa: se encargó de todo, incluyendo los permisos, el dinero, la contratación. A Taehyung no le quedaban ganas para discutir con él. Sabía, en el fondo, que tirarlo todo a la basura, o a donde sea que lo llevara Mirae, era lo mejor para él.