Capítulo 11

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El encuentro con Yoongi había dejado un par de cardenales de gran tamaño en la piel de su torso y en el brazo. Algunos movimientos eran difíciles, especialmente los que usaba para matar kilarlas. Tenía que hacer un esfuerzo mayor al habitual para que nadie se diera cuenta lo mucho que su cuerpo protestaba al mover los palos de golf. Para su mala suerte, los pedidos de kilarlas se hacían cada vez más seguidos. Además de entregarlos a los restaurantes, también hacía parte de la brigada de caza que comandaba LE y mataba mayores cantidades de monstruos para cumplir la demanda. No podía descansar.

J-Hope notó lo bajo que estaba su desempeño y, por un tiempo, estuvo actuando alrededor de Taehyung como si temiera que se rompiera. Le pidió a los demás que lo vigilaran en las matanzas, porque más de una vez estuvo a punto de ser mordido por una kilarla especialmente agresiva, y le ofreció comprar un auto y pintarlo con el logo de las televentas para que Taehyung pudiera entregar la carne sin hacer tantos viajes.

—¿No te parece que sería demasiado sospechoso? —le preguntó Taehyung—. La moto está bien. Yo estoy bien.

Pero sus esfuerzos por esconder la pelea no eran suficientes. J-Hope esperó una tarde que saliera de su ducha asignada en la fábrica y lo acorraló en el vestidor. Taehyung, con una toalla atada en la cintura, se encogió de espanto al verlo ahí.

—Lo sabía –dijo J-Hope—. ¿Quién te hizo eso?

Taehyung siguió la dirección de su mirada hasta su pecho, donde el cardenal del golpe que lo había derrumbado resaltaba como un blanco de tiro. Con los días, había adquirido una tonalidad oscura, casi negra, y una forma redonda por poco perfecta. Los bordes variaban de un amarillo enfermizo a un verde moho. El del brazo era menos espectacular y no dolía tanto.

—Eh, ¿esto? –preguntó Taehyung, señalándose el pecho.

J-Hope arqueó una ceja. No parecía estar de ánimo para bromas. Había participado en una matanza en la madrugada y luego acompañó a Taehyung en la grieta de siempre. Desde que lo vio, tenía una expresión fría en la cara, los ojos afilados, como aquel día que le dio una paliza a Taehyung, y ni una sonrisa. Era como una bomba a punto de explotar.

—Sí, eso, V. ¿Quién lo hizo?

—Eh, bueno, es una historia muy graciosa... —Soltó una risita, nervioso, pensando en Jeongguk y Yoongi, el vecino de enfrente.

—Quién.

—¿Por qué el interés de pronto?

J-Hope apretó la mandíbula y a Taehyung le pasó un escalofrío por todo el cuerpo. Sin darse cuenta, se cubrió con los brazos el morado. No se había secado bien después de salir de la ducha y sentía el aire frío en las partes de su piel que todavía estaban húmedas.

—Pensé que RM había hablado contigo sobre esto –J-Hope se peinó el cabello hacia atrás, suspirando, luego lo miró fijamente—. Eres parte del equipo. Más importante: eres parte de mí equipo.

Taehyung se abrazó a sí mismo más fuerte.

—Me salvaste la vida –añadió, en voz más baja, casi amable—. Protegemos a los que están con nosotros, no importa de qué, no importa por qué. Y tú, amigo, estás en problemas. Pensé que era algo así de serio, porque te he visto aprender a cazar y eres natural. Quizá te dejes llevar por la rabia a veces, pero es algo que se puede corregir. Y lo que has hecho últimamente tiene tan poco nivel que es incluso peor que lo que hiciste la primera vez.

—Gracias por el cumplido –bromeó Taehyung.

—Estoy preocupado. Dime quién te hizo eso. Me encargaré de que no vuelva a suceder.

Castillo de naipes | BTS | VKook/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora