Capitulo Trece: ¡COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOS!

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Desperté, mire mi reloj y grite maldiciones al viento sin despertar a Ricardo.

- ¡Mierda! - Volví a mirar mi reloj - 10:32 - Pensé con una sonrisa boba.

Me levanté de mi cama y salí de mi

habitación tomando mi bata de baño, baje las escaleras y ahí estaba mi mamá, preparando el almuerzo, ese olor exquisito de pechugas de pollo y ese aroma a café eran mi perdición.

- ¡Mamaaaa! ¿Por qué no me despertaste? - Dije fingiendo molestia.

- ¡Ja! - Sonrió.

- ¿Y Orlando? - Pregunte.

- Fue a la tienda por un pan blanco - Dijo mientras volteaba la sartén y mordía una manzana - ¡Se acaba de ir! - Agrego.

- Háblale a ... Tu ... Amm ¡A Ricardo! - Dijo desesperada agregando una risa.

Subí las escaleras, abrí la puerta de mi habitación y ahí estaba el, su cabeza recargada en sus manos demostrando comodidad sobre mi cama.

- ¡Ven! Vamos a almorzar, supongo que nos perdimos de un entretenido día de clases - Dije sonriendo y tomando leche de un vaso.

- ¿Preparaste tu? - Pregunto sonriendo coquetamente.

- ¡Claro! - Sonreí sarcásticamente mientras tomaba asiento en la cama, a la altura de su pecho.

- Eres la perfección ¿Lo sabes? - Me miró coquetamente para besarme.

Pegó un brinco y salió de la cama, le tomo 5 minutos arreglarse para bajar y almorzar con mi familia, yo vestí algo cómodo e inapropiado.

- ¡Hola! - Sonó una voz desde la planta baja, era mi papá que almorzaría con ¿nosotros?.

- Hola - Dije con una mueca desagradable.

Mi papá miro fijamente como tomaba a Ricardo de la mano antes de pasar al comedor, miraba también esas miradas coquetas que venían acompañadas de algunas sonrisas.

- ¡Que onda we! - Grito Orlando a ver a mi apuesto novio.

- ¡Orlando! ¿Tu? ¿Qué haces aquí? - Sonrió apenado Ricardo.

- ¡Es mi casa! - Contesto.

- ¿Ustedes... Se... Conocen? - Pregunte incrédulo.

- ¿CONOCERNOS? ¡Más que eso! - Respondió Orlando.

- Nos conocimos hace... 3 o 4 años en el campamento... - Dijo interrumpido Ricardo.

- Al que alguien me obligo a ir, ¿Quien sabe quien? - Dijo Orlando sarcástico mirando a mis padres.

Mis padres sonrieron, el almuerzo había quedado listo, comimos perfectamente, presente a Ricardo a mi familia (a mi padre, el cual por cierto hacia caras de desagrado), el almuerzo había quedado exquisito, terminamos y Ricardo decidió irse.

- ¡Hasta luego señores! - Dijo despidiéndose de mis padres.

- ¡Adiós hijo! - Grito mi madre.

- Hasta luego muchacho - Dijo mi padre.

Lo acompañe hasta la puerta, platicamos por algunos minutos y después con un gran beso se despidió y abordó su carro.

- ¡Te amo! - Dijo mientras bajaba la ventanilla del copiloto.

- ¡Yo más! - Sonreí y voltee mi mirada mientras su carro se alejaba.

Voltee mi mirada a la otra acera, mire fijamente y mire el rostro de Víctor juntó con otro chico, la mirada de Víctor era penetrante y molesta, seguí mi camino y cerré aquella pesada puerta.

Subí a mi habitación, arregle mi cama, abrí mis ventanas y decidí ducharme.

Al entrar a mi baño en el tocador de doble lavabo observe unos objetos ajenos a mi.

- ¡Orlando! - Grite tranquilo.

- ¿Qué pasa pequeñito? - Pregunto mi hermano.

- ¡Tus cosas! - Dije mientras me miraba en el espejo.

- Aaaah, eso no es mío - Negó.

Abrí aquella cartera y revise minuciosamente las ternarias de presentación que estaban del lado izquierdo.

- RICARDO ESPINOZA BARRANCAS - Decía aquella tarjeta American Express.

Tome la cartera y sonreí, tome dinero de mi cartera y deposite en ella mil pesos, pues era de Ricardo y quería pagar la deuda que mi madre tenía con el, puse el dinero dentro de la cartera y la guarde en mi buró juntó con una cigarrera y un encendedor.

Entré a la ducha, tome una pequeña pero relajante siesta en el jacuzzi, abrí los ojos y vi mi celular, eran las 5:30, creo que no había sido una corta siesta, decidí tallar mi cuerpo y poner el shampoo en mi cabeza para poder terminar rápido volví a enjuagarme, estire mi brazo y tome mi toalla del tercer entrepaño, salí del baño y me dirigí a los cajones en los que se encontraba mi ropa, saqué unos jeans "Skinny" negros, una playera color hueso con un estampado de cruces grises, tome mis converse y salí de mi habitación.

- ¡Cierto! - Había recordado algo - ¿Ricardo no recordó contarme lo que moría por contarme ayer por la noche? - Pensé.

- ¿Nos acompañas o saldrás con tu novio? - Pregunto Orlando.

- ¿A dónde irán?... ¡Espera! No saldré con el - Dije haciendo muecas.

Orlando tomo mi cuello en su brazo y me hizo el famoso "cerillo" en mi cabeza.

- ¡Iremos por la despensa!, ¡Papá nos llevara e irá mamá! - Dijo sonriendo.

- ¡Cómo los viejos tiempos! - Murmure.

- Si, como los viejos tiempos - Agrego Orlando.

Regrese a mi cuarto por alguna prensa que me abrigara, pues la temperatura había disminuido y la noche empezaba a caer, abrí mi closet pero nada me parecía apropiado y lo suficiente casual, voltee a mi cama y encontré ahí la chamarra que me había regalado Ricardo, corrí a ella y me la puse, lucía bien.

- ¡Justo lo que necesitaba! - Mire sonriendo al espejo.

Salí de la habitación, papá y mamá ya esperaban en el auto, mi hermano estaba esperándome sentado en el primer escalón.

- ¡Oh! ¿Listo? - Pregunto Orlando mirándome.

- ¡Listo! - Sonreí mientras bajaba apresurado.

- ¡Que rápido pasa el tiempo!, ¡Cuanto hemos crecido! - Dijo mirándome nostálgicamente feliz.

- ¡No empieces! Me harás llorar - Bromeé.

Salimos de la casa, Orlando puso doble llave a la chapa de la entrada, camine y el me siguió.

- ¡Vaya! A alguien se le olvidó quitarle el precio a su chamarra - Dijo arrancando la etiqueta - Pero más ¡Valla! ¿Quien paga $3,000 por una simple chamarra? - Agrego.

- ¡Espera! ¿Cuanto? - Pregunte mientras mis padres cuchicheaban entre ellos.

- ¡Tres mil! - Confirmo.

- ¡DIABLOS! Tu amigo es todo un caso - Levanté un ceja y sonreí.

El carro siguió su curso y al pasar por la casa de Víctor lo vi ahí afuera sentado en la banqueta, pero que hacia Víctor tan ¿Sólo?, cuando me pregunte sobre Víctor a 3 metros de el vi que se acercaba un chico, voltee mi cabeza, parecía exorcista, pero cuando vi lo que sucedió entré esos dos muchachos fuera de la casa de Víctor entré en estado de...

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