Treinta y Siete.

232 27 7
                                    

Los celos de Ross habían disminuido una vez que Laura los encerró a él y a Dallas en el armario del conserje. Si con cucarachas y muchas arañas.

—Lau ¿A donde se supone que vamos?—la Miró de soslayo siendo arrastrado por la chica.

— Te encantará, amorcito.—le sonrío pero por dentro quería reír por lo que haría.

Cuando llegaron Dallas se encontraba ahí y Ross frunció el ceño.

—¿Que se supone que hace este aquí? —el rubio lo señaló mirando a su novia.

—Me preguntó lo mismo ¿Que hace el aquí?

Laura quién había permanecido en silencio los miró para por fin hablar.

—Bueno... —Suspiró.— ya que estamos aquí, quiero que dejen sus diferencias ahí dentro.—abrió la puerta del armario y los empujo a ambos dentro y los cerro con llave.— no saldrán de aquí hasta que sean buenos amigos.

—¡Nena, sacame de aqui! —dijo Ross golpeando la puerta.

—Ni se te ocurra rubio, que diciéndome halagos me harás cambiar de opinión.

Ross maldijo en voz baja y suspiro.

—Vamos Lau, aquí hay muchas suciedad y ¡Arañas! —gritó Dallas y golpeó la puerta.— Sacame, sacame de aquí.

—No lo haré, así se harán amigos y tu superarás tus miedos.—susurró.— ¡Dos pájaros de un sólo tiro!.—dijo emocionada antes de irse.

Cuando sintieron los pasos de la chica alejarse suspiraron y se miraron.

—Hablaba en serio.—El castaño rompió el silencio.

—Lo sé. —murmuró el rubio.— ¿Como se supone que saldremos de aquí?

— Si lo supiera, no estaría aquí cerebrito.

Ross rodó los ojos por su comentario y se sentó en un rincón.

—¿Te sentarás? ¿Ahí?.—Lo miró como si estuviera cometiendo una cosa atroz.

—Si ¿es que acaso no ves?.—comentó como ironía y Dallas bufo.

—Bueno, ahora que estamos los dos solos ¿Te puedo preguntar algo?

—Ya lo hiciste. —dijo en broma.

—Aparte de eso. —dijo sentándose en el otro rincón.— ¿por que me odias tanto?

— No te odio —lo miró.— que no soporte tu existencia es diferente.

—Eso es lo mismo

— No lo es, cerebrito.—bromeo y Dallas río.

— ¿Usas mis frases en mi contra? —lo mira.

—Tal parece que si, amigo mío.

—¿somos amigos?.—lo miro con esperanza.

— ¿Se supone que estamos aquí para eso no?.—dijo atrayendo las piernas a su pecho.

—Entonces...  ¿amigos?.—extendió su mano hacia él.

—Amigos.—Comentó Ross con una sonrisa y tomando su mano dándole un leve apretón.

—Vaya, eso resulta súper fácil y rápido.—Dijo Laura abriendo la puerta del armario.— salgan, chicos son libres.

Ross y Dallas se levantaron del suelo y salieron.

—¡Me gusta el olor a libertad!.—dijo Ross al salir.

—Jamás había apreciado tanto el poder ser libre.—Susurró con tono burlesco.

—Ay, mis dos chicos ya se llevan bien.—sonrío pasando los brazos por los hombros de ellos acercándolos hacia ella.

—¿Soy uno de tus chicos?.—Dallas la miró.

—No, yo soy su único chico. —sonrío como suficiencia recibiendo un beso en la comisura de sus labios.

Después de todo, no todo era tan malo como parecía.

Oye RubioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora