Wattpad Original
Te quedan 2 partes más de forma gratuita

Capítulo XIV: Bautismo

1K 62 22
                                    

Un traqueteo estridente irrumpió en mis sueños, por primera vez completamente negros. Solté por lo bajo una maldición mientras desperezaba cada fibra de mi cuerpo. La luz entraba por la ventila con toques de gris. Un gris nauseabundo, húmedo. Llovería pronto.

Cientos de voces se entremezclaban más allá de mis oídos. Exclamaciones, crujir de dedos. Roces de muñecas y palmadas en espaldas ajenas. Después de acostumbrarme a la iluminación que calaba en mis ojos que comenzaban a deshincharse, giré la cabeza hacia los barrotes de mi celda.

Figuras en gabardinas largas, zapatos lustrados, sombreros de copa.

Sombreros de copa, sombreros de copa. Muchos sombreros.

Varios trípodes, más luces cegadoras.

Lápices en libretas anotando con furia. Sacando palabras del grafito, otros de la tinta. Ensuciando, gritando. Relamer de labios. Pasar una hoja, más notas.

El coro más grande estaba fuera en el patio de audiencia frente a la prisión. Las voces ensordecedoras gritaban desesperadas, buscando respuestas a preguntas que aun yo no conocía. Los que estaban dentro pronto saldrían a contestar, todas y cada una de las cuestiones que el populacho les dirigía.

Si en algo se especializaba la gente del pueblo era en tomar venganza y armar chismes. Aún no estaba seguro de qué actividad les satisfacía más.

Esperé un poco a que los ánimos se calmaran, sentado en mi camilla. Flexioné los dedos y todos obedecían sin molestia. El trajín de la noche anterior los había soltado, aunque las muñecas aun las sentía adormecidas. Me preocupaban mis palmas, tal vez era lo que más me preocupaba.

Algo se encendió dentro de mi mente. La hoja de biblia descansaba a mi lado, aun con la caligrafía inconfundible de mi amigo -sonreí al recordarlo- Z. Ahí en el borde de la página. Nunca podría librarme por completo de él.

Los ruidos que provenían de mi estómago interrumpiendo a los de ambiente me recordaban que había cosas importantes qué hacer. Me levanté contando mis pasos hasta la puerta, esperando que Haldred apareciera entre la multitud. Prometió que volvería.

Al acercarme pude ver con toda claridad las dos figuras que se acercaron a mi celda la noche anterior. Los conocía a ambos. La confirmación de mis sospechas cayó sobre mí como un balde de agua helada. Sí eran ellos, y Z los había matado.

¿Cómo habría podido contra dos sujetos? Uno de ellos estaba armado. Parecía algo que solo Z y ellos sabrían.

- ¿Buscabas algo? -una voz hosca cortó el hilo de mis reflexiones- ¿Tú no viste nada?

Todas las cabezas giraron en mi dirección. El guardia que había hecho la pregunta ahora se encontraba contra los barrotes, tratando de alcanzarme. Retrocedí.

-Hertbeker, maldito -sonreía-. Tú sabes, ¿verdad?

Negué con la cabeza, tratando de que no se notara el temblor de mis manos.

Las preguntas empezaron a volar en el aire, parecía que nadie había notado mi presencia hasta ese preciso momento. ¿Quién era yo para responderles?, o más bien, ¿qué de todo eso era mi culpa? Suponía que más de lo que ellos creían.

Me debatía entre sentirme bien por la muerte de aquellas alimañas o sentirme responsable de sus muertes. Ya cargaba sobre los hombros las suficientes, pero, ¿qué ganaba Z con ese par?

Los gritos seguían contra mi celda, rebotando en los barrotes y regresando a la multitud. Estaba perdido en el silencio, perdido en encontrar explicaciones que sobraban, buscando en lugares que jamás estarían. Z había logrado acabar con mi mente, mientras yo no lograba penetrar en la suya. ¿Qué le beneficiaría de ese par?

Sobre el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora