Epilogo.

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La Gruta de Londres estaba llena hasta el tope, cuando Louis llegó la noche siguiente. Apoyado en la barra le hizo una señal a Jordan, el camarero.

—Harry dijo que pasaste la noche con él —dijo Jordan sin más preámbulos.

Louis sonrió. Jordan siempre fue sorprendentemente directo. —Sí, lo hice. Me dio una patada esta tarde a las tres, cuando tuvo que venir a trabajar. ¿Puedo darme un vodka con naranja, por favor?

—Marchando. —Jordan sirvió la bebida y se la entregó a Louis—. Pagaría una buena cantidad por verlos a ambos cara a cara. ¿Alguna vez has considerado hacerlo en una de las salas de visión?

Riendo, Louis sacudió la cabeza. —No.

—Deberías. —Jordan le dio una sonrisa lasciva—. Eso sería caliente.

—No. Lo sentimos. —Louis miró hacia el escenario. El espectáculo de Harry se suponía que no empezaba hasta dentro de cinco minutos—. Así que dime acerca de esta cosa, Lupercalia.

Ese mismo día, Harry le había explicado que todos los catorce de febrero, la Gruta realizaba la fiesta romana de Lupercalia. Según Harry, la naturaleza sexual de la fiesta no estaba bien vista por la nueva iglesia, cuando comenzó la religión cristiana en Roma. La iglesia sustituyó las celebraciones centenarias con sus actividades propias. Una romántica historia de un sacerdote rebelde fue inventada y susurrada entre la gente. De ahí nació el Día de San Valentín.

Harry había insinuado que el club realizaba algunos de los juegos sexuales romanos tradicionales, pero no había dicho cuales eran. Louis estaba terriblemente curioso, a pesar de que no tenía planeado participar.

Jordan se encogió de hombros mientras sacaba una cerveza de barril para otro cliente. —No hay mucho que decir. Es básicamente una excusa para una gran fiesta con mucho sexo. Las habitaciones más tarde se llenan de grupos practicando sexo, después del sorteo.

Louis, enarcó las cejas. —¿El sorteo?

—Los compañeros. Cualquier persona que quiera participar pone su nombre en un tazón. Earl dice los nombres de las parejas, y ellas van y follan. Pueden utilizar una habitación privada, o unirse a un grupo, o montar un espectáculo, lo que quieran. Se trata de la noche más popular del año para las mazmorras también, además de Halloween.

Louis, se aclaró la garganta. Sabía que la Gruta de Londres tenía mazmorras para el uso de sus miembros que se encontraban en el estilo de vida BDSM, pero no quería pensar en ello. Le recordaba a Stan.

Justo en ese momento, el latido de la música primitiva de Harry comenzó. Louis se volvió hacia el escenario. Earl se paró frente al micrófono, con una sonrisa a la multitud que lo vitoreaba.

—Buenas noches, señores —dijo Earl—. Bienvenidos a todos a la undécima edición del Festival de Lupercalia aquí en la Gruta de Londres.

Vítores y sugerencias lascivas sonaron desde el público. Earl se echó a reír. —Recuerden, si quieren participar en nuestro sorteo de compañeros de sexo, consulten a cualquiera de nuestros maravillosos camareros. Ellos se aseguraran de que su nombre haya sido inscrito. Vamos a sacar los nombres después del espectáculo. Y ahora, sin más preámbulos, los dejo con el Dios del amor, el único, el inigualable, Eros.

La cortina se abrió de golpe cuando Earl salió del escenario, el aliento de Louis quedó atrapado. Harry se quedó iluminado por un foco rojo, vestido con unos ajustados pantalones negros y la misma camisa que había estado usando la primera vez que Louis lo vio desnudarse. Estaba de espaldas a la audiencia, las alas de plumas enmarcan su culo en un negro brillante.
Louis pensó, como lo hacía siempre que nunca había visto a nadie tan caliente en su vida.

"Eros" -Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora