002/ El cuervo azul de otoño.

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Arco uno: Pandora.

-Nunca podrás ser normal, no eres como los otros niños... ¡Reacciona Zero!-

Un grito clamando su nombre lo hizo despertarse de golpe. Su frente aperlada por el sudor, ese frío recorriendo su columna vertebral y esas inmensas ganas de llorar. Hace mucho que no tenía ese sueño, no sabía exactamente qué significaba, si era parte de su pasado o solo era una falacia creada por su mente confundida tratando de crear recuerdos para llenar el vacío.

Con el cuerpo adolorido y los músculos un poco tensos, se levantó como pudo. Limpió un rastro de saliva que recorría su mejilla, era asqueroso, pero solía babear mientras dormía.

El sabor metálico de la sangre seca en su boca lo hizo torcer el gesto, a pesar de que había lavado sus dientes antes de dormir el sabor había permanecido, probablemente sus heridas se reabrieron durante la noche.

Bostezó sintiéndose terrible, un dolor agudo en su cabeza le hizo torcer el gesto de nuevo.

Aún descalzo bajó las escaleras de una en una, demasiado adolorido para bajarlas rápidamente. A mitad del camino pudo encontrarse con un hombre de traje carmesí, lo reconoció al instante, un subordinado de aquel hombre.

No cruzaron palabras, pero sus miradas se conectaron durante unos segundos, para Zero ver la mirada de aquel hombre fue como ver directo al vacío, sintió vértigo y su estómago se revolvió por unos instantes.

Siguió bajando los escalones sin mirar atrás, suficientes problemas tenía con los del día anterior, qué ciertamente aún no los solucionaba del todo.

Entrar a la cocina despreocupadamente con su pijama aún puesto fué sólo su primer mala decisión del día; el olor a café y panqueques invadió sus fosas nasales de inmediato. Así debía oler el cielo.

- ¿Un camión te pasó por encima? -se escuchó una voz burlona seguida de risas.

- Su rostro es lo de menos, ¿Las pijamas de gatitos son la moda ahora? - todos estallaron en risas.

El cenizo apretó los labios y frunció el en entrecejo.

-Cállense- murmuró enfadado.

Todos siguieron con sus burlas el resto de la mañana.

Más tarde en su habitación, ya vestido y aunque aún un poco adolorido, mucho menos que por la mañana gracias a los analgésicos.

Su pantalón negro un poco roto y viejo, una camisa blanca con el logo del distrito, unos tenis que parecían estar en sus últimos días y su pequeña bolsa donde llevaba los pedidos y mensajes es su jefe le indicaba. Eso era todo lo que completaba su conjunto del día.

Salió de la habitación encontrándose a Pandora recostada en el pasillo, estaba boca arriba y murmuraba cosas, mucha palabrería sin sentido.

-Una vez hablé con él, lo conocí en otoño, ha cantado para mí y mi padre a dicho que no es verdad, porque los cuervos no cantan-

El cenizo le dedicó una mirada triste antes de pasar a su lado, muchos dirían que estar loco, en otro mundo, es lo mejor y mucho más cuando vives en está decadente sociedad, pero para Zero, el ver a Pandora de esa forma era una tortura, porque ya no era consciente de lo que pasaba a su alrededor ni del el daño que causaba o que le hacían, era terrible ver cómo su estabilidad mental decaía día a día, era terrible saber la historia detrás de su demencia.

-No era un cuervo, los cuervos son azules- musitó con la vista perdida.

El cenizo desvió la vista y siguió su camino, debía hacer las entregas del día.

Tocó dos veces una puerta de madera era grande y pesada, de color oscuro y perfectamente barnizada.

Se adentró en la habitación, pudo percibir el fuerte olor a libros viejos seguido por un fuerte olor a alcohol, era extraño ya que su jefe no solía beber.

El hedor se intensificó en la habitación a tal punto de que Zero no pudo soportarlo, cubrió su nariz.

-Lamento haber estado ocupado ayer, no pude ni atender tu llamada- Su voz sonaba cansada y ronca.

El cenizo dió algunos pasos pequeños y se sentó en uno de los grandes sillones frente al escritorio, eran cómodos y amplios.

-No hay problema, supongo que Hopeless anunció su llegada antes de que la alarma sonara-

El hombre asintió distraído mientras prendía un cigarrillo con manos temblorosas.

Algo estaba mal.

-Hoy sólo hay una entrega, las demás se han detenido por unos días- finalmente logró encender el tabaco entre sus labios.

-Bien...- pensó sus palabras antes de abrir la boca de nuevo- ¿Hay algo más? -

El hombre mayor paso las palmas de sus manos por su rostro quitando todo rastro de cansancio por algunos segundos, peinó su cabello con sus dedos y se reclinó en su silla, todo mientras sostenía el cigarrillo con sus labios.

Dió una calada grande y apagó el resto del tabaco en el cenicero. Soltó el humo grisáceo lentamente.

Zero esperó paciente.

- ¿Has visto al hombre del distrito vecino? -

Zero sabía que se refería al de traje carmesí que se había topado en las escaleras hace unas horas.

-Lo he visto, por la mañana-

El hombre asintió como si en realidad no le interesara su respuesta.

-Hopeless ha venido a hablar de negocios, uno que no me compete ningún beneficio- suspiró.

- ¿Qué tiene que ver con el distrito vecino? -

-Han descubierto el quirk de Pandora...-

Zero se mantuvo callado al ver como el hombre frente a él se levantaba de golpe, sus zapatos hicieron ruido incluso sobre la alfombra. El de cabello negro se acercó al pequeño bar y se sirvió un vaso de whisky, lo tomó de una y se sirvió otro. Volvió a su asiento.

- Mi querida hija, lo único que vale más que mi propia vida, que cualquier vida, sacrificaría a todos por ella- hizo rechinar sus dientes.

- ¿Qué quieren hacer con ella? - tenía que volver a centrar en tema.

-Quieren llevársela, la venderán al otro distrito... No puedo oponerme- rió sin gracia.

-Puede, pero no debe-

El hombre asintió de nuevo, tomó un sorbo de su licor.

El cenizo miró al techo, no sabía que hacer.

Zero ゼロ [BNHA] CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora