Arco uno: Pandora.
Saltó un pequeño muro medio destruido, corrió por las calles vacías y tuvo que esquivar algunas balas que venian de los techos de algunos edificios.
Sudoroso y con la respiración irregular, finalmente llegó a su destino. El edificio gris lleno de detalles lujosos y ventanales enormes se alzaba imponente, parecía fuera de lugar en aquella ciudad devastada por la guerra.
Acomodó su bolso antes de entrar.
Sus pasos resonaban en el gran recibidor, las miradas intimidantes se posaron sobre él de inmediato, tragó en seco.
-Buenas tardes, traigo un paquete de la empresa Pandora-
Sí, que no les sorprenda que la empresa se llame igual que la hija del dueño.
-Llegas tarde, pero te lo perdonaré está vez- la voz femenina habló de prisa.
Zero sonrió un poco y soltó el aire que estaba reteniendo, finalmente alguien amable en esta mierda de ciudad.
Dejó el pequeño cilindro sobre la mesa de la recepcionista y se alejó del lugar.
Aún era temprano y ese era el único paquete que debía entregar, se sentía aburrido de pronto. Después de vivir la mayor parte de su vida como mensajero en una ciudad peligrosa, bueno, la tranquilidad de una tarde de viernes no era lo suyo.
Pateó una lata, al instante se arrepintió ya que solo llamó la atención de unos maleantes.
Después de una breve persecución, los tipos prefirieron rendirse al ver que el flacucho era mas rápido que ellos. Zero terminó metido debajo de un auto que dudaba bastante que funcionara, quizá ni motor tenía.
El lugar no era el mejor escondite, ni el mas resistente, pero al menos le cubría del sol.
Posó su mejilla contra en pavimento, su vista, recorrió el panorama limitado, casi pudo imaginar lo esplendorosa que pudo ser esa ciudad antes de la guerra, cuanta gente paseaba sin preocupaciones por aquellas calles, cuantos niños jugaban en los parques y reían sin temor.
Su mente divagó un rato hasta recordar el día en que llegó hasta la mansión de aquellos mafiosos.
Era un día soleado como este, su piel era aun más pálida y se quemaba con facilidad bajos los rayos inclementes del astro. Su ropa estaba cubierta de suciedad y bastante gastada.
Ese día era particularmente especial, sobre todo porque fue el día en que su quirk despertó, o quizá ya había despertado mucho antes, no tenía forma de saberlo, después de todo había perdido la memoria. En fin, ese fue el día en que se dió cuenta que tenía un quirk, tambien recibió una paliza y terminó al cuidado de una mujer bastante amable, al final del día, todo salió bien, se convirtió en un mensajero y pudo sobrevivir, eso ya era una ganancia.
La empresa Pandora le dió todo lo que tenía hasta ahora, no solo ropa limpia y comida tres veces al día, tambien le dieron lo que más anhelaba, recuerdos.
Suspiró.
Ellos me dieron todo, tenía que devolver el favor, de alguna manera, quizá.
Mordió su lengua tratando de centrar sus pensamientos.
Él podía hacer algo por su jefe, ese hombre que ha cuidado de él hasta ahora, podía hacer algo por Pandora, por la chica que aunque no estuviese del todo cuerda, siempre le sonreía como si fuese la persona más maravillosa.
All, Zero.
Si podía serlo todo, ¿Por qué no ser un héroe?
El olor a gasolina interrumpió sus pensamientos, justo en medio de la calle estaban tratando de quemar un montón de bolsas, el cenizo no quiso pensarlo mucho, probablemente no quería saber que había dentro de esas bolsas.
Se arrastró hasta salir de debajo del vehículo viejo, con la cabeza abajo se escondió como pudo, caminó sigilosamente hasta estar a unas calles lejos, aún podía ver a esos tipos y de seguro ellos podrían verlo en cualquier momento, la mejor opción era empezar a correr, y así lo hizo.
De nuevo, sudoroso y con la respiración agitada se detuvo a descansar, no había mirado hacia atrás en media hora que estuvo corriendo, probablemente ni siquiera lo estaban siguiendo, pero mas vale prevenir que lamentar.
Se desplomó en el piso y pegó su espalda a la paren de un edificio, uno de esos pocos que lograron sobrevivir enteros.
-Mira que tenemos aquí- una voz aniñada resonó con eco dentro del edificio vacío.
- ¿Acaso es el mensajero de Seidenki? - otra voz intervino.
-Me están confundiendo- el cenizo se puso de pie.
-Oh vamos, no puedes hacerte el tonto Zero-
El cenizo tomó las mejillas de la niña mientras las apretaba con fuerza.
- ¿A quién llamas tonto? -
La pequeña de cabello rosa trataba de zafarse, mientras su compañero reía divertido por la situación.
Finalmente, Zero dejó a la chica libre.
- ¡Eso me dolió! - se quejó en voz alta.
-A mi me dolió mas la paliza que me dieron- le recriminó el cenizo.
-Pensé que habías dejado esos rencores atrás amigo mío- un chico de cabello negro chocó puños con el cenizo.
-Aprovecharé cada oportunidad que tenga para cobrarles la paliza querido amigo- imitó su tono de voz.
Gamu, cabello rosa, estatura pequeña, 10 años.
Oiru, cabello negro, alto y delgado, 18 años.
Gamu y Oiru forman el equipo tres de los cinco equipos de asesinos que trabajan independientes de los distritos. Tambien se podrían considerar amigos de Zero.
Se conocieron en circunstancias no muy prometedoras, después de darle una paliza a Zero y luego corroborar que se habían equivocado de sujeto. A veces la amistad se encuentra a unos puñetazos de distancia.
- En todo caso, ¿Que hacen aquí? - el cenizo rascó su nuca.
-Tenemos trabajo- Gamu aun masajeaba sus mejillas adoloridas.
- ¿Qué clase de trabajo? -
-Golpearemos a alguien y esta vez no serás tú- Oiru se burló.
-Jaja muy gracioso- Zero rodó los ojos un tanto fastidiado.
Oiru rió un poco mientras pasaba un brazo por los hombros de Zero.
-Es solo un chiste-
Ambos amigos soltaron una carcajada mientras se abrazaban, no se habían visto desde hace tiempo, por un momento, Zero olvidó todo lo que le preocupaba.
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Zero ゼロ [BNHA] CANCELADA
Fanfiction❝En un mundo oscuro, los rayos de esperanza son peligrosos.❞ AU. Futuro distópico donde no existen personas sin poderes. No tiene padres, no tiene un hogar, no tiene recuerdos, pero tiene algo que la humanidad parece haber perdido, tiene esperanza...