La Sociedad Perdida En Las Brumas

Salvoconducto

La diminuta imagen de la catedral mostraba unos pequeños símbolos, que encerraban en sí un gran significado.

– ¿Ahora?- dijo Marco mirando fijamente a Lamiere.

– Por supuesto, el tiempo no nos favorece. Vamos chicos, una etapa de su viaje termina, otra comienza; debemos ir al Antiguo Cementerio cuanto antes- contestó con un tono de nerviosismo en su voz.

-Por aquí, les mostraremos los antiguos pasajes usados para comunicar las partes de la ciudad en los tiempos del Sitio. Uno conduce al cementerio viejo y al Hospital; el segundo a la Cuartel de Policías; el último al puerto y la Parroquia Occidental. El que tomaremos ahora es el primero, nuestro viaje al cementerio será una prioridad- susurraba mientras los conducía por la puerta.

En cuestión de minutos se toparon con las entradas; en la parte superior se alcanzaba a leer "Complecti Fata".

El viaje tomó unos veinte minutos por un estrecho y no muy alto corredor que parecía nunca terminar.  Al llegar donde finalizaba subieron por unas escaleras. Para su asombro se encontraban en el centro del antiguo cementerio.

– Como podrán ver estamos donde se encuentran cinco caminos, número preferido por los Espiritti. La estrella de cinco puntas que forman si se los ve desde el cielo es típico de su geometría "sagrada"- dijo Marco en voz baja

– Se preguntarán que hacemos aquí- susurró Lamiere -pues bien, aquí, aunque parezca mentira, se encuentra la mayor colección de libros con información de los Espiritti, conservados por una de las últimas familias de antaño que quedan en Paysandú: los "Tagliani".-

Un hombre los estaba esperando junto a un edificio al que se podía acceder por un sexto camino, que no se vislumbraba bien por el paso de los años.

– Buenos días y bienvenidos al antiguo cementerio, mi nombre es Bruno Tagliani, ¿en qué puedo ayudarles?- dijo enseñando un rostro amigable en el que los años no habían favorecido.

– Roca y agua puedo controlar, pero el poder supremo le pertenece a uno...- susurró el profesor

-Ah...,acompáñenme, mi familia ha estado esperando el llamado del Consejo por muchos años. El último guardián ha llegado...  es el momento de que comencemos entonces con la Secret Gard.-dijo mientras asentía con la cabeza.

Todos parecían asombrados por aquello de lo que el hombre estaba hablando; los rostros de los compañeros de Marco, excepto el de Antoine estaban estupefactos mientras Bruno les indicaba que entrasen en la casa, la cual se volvía aún mas grande a medida que se adentraban. Les enseñó sus asientos, al mismo tiempo en que se dirigía a buscar unos papeles.

– ¿¡Pueden decirme que es lo que pasa!?- gritó Mancha -¡Expliquennos qué es todo esto!, esto del guardián, Secret no se qué!, ¿que carajo es todo esto?-

– ¿Que no lo ves Mauro?, el profesor es el último guardián del secreto de los Espiritti, pero como todas las sectas, los Espiritti deben de tener a un alto miembro, un alto mago... lo que no entiendo es quién es.- dijo Cuari

-Muy bien...- desde unas escaleras bajaba un individuo alto, aguileño de tez pálida y ojos marrones, aplaudiendo – He aquí finalmente a los futuros guardianes de los templos...- Todos intercambiaron miradas de asombro – Yo soy el Alto Mago, jovencita, pero no de los Espiritti; es momento de que los protectores de los antiguos secretos de esta ciudad cedan sus conocimientos a la nueva generación, pero por ahora pónganse cómodos, y disfruten de su estadía en mi casa; encontrarán sus pertenencias en los dormitorios- dijo al mismo tiempo en que señalaba unas escaleras.

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La noche fue bastante serena. Los misterios que se les revelaron aquel día a los chicos no tenía comparación con nada a lo que se hubieran enfrentado antes.

¿Cuál era esa orden de la que hablaba el alto mago?, ¿cuál era su nombre? Fueron algunas de las tantas preguntas que le hicieron a los miembros de la orden.