Capítulo I

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No dejaba de mover la pierna, estaba demasiado nerviosa. Mi sueño se estaba haciendo realidad en medio del salón de clases pero algo andaba mal, mis compañeros parecían no estar viendo lo mismo que yo. No sabia que sucedía pero las luces eran iguales y esa voz llamándome, no la olvidaría nunca.

Un apretón en mi mejilla me hizo volver a la realidad, me había quedado dormida en clases, miré hacia arriba encontrándome con la mirada reprobatoria de mi profesora y escuchando unas cuantas risas en el lugar...

¿Tan aburrida estabas?— iba a responder cuando puso una mano frente a mi cara —No digas nada, leerás El banquete de Platón y quiero un reporte de diez hojas para mañana en mi oficina a primera hora— solo asentí, si respondía era probable que mi profesora me pidiera más hojas y sinceramente no quería escribir más.

Siguió con su clase de filosofía en la que el tema principal era la justicia, si bien me dormía en algunas clases, la filosofía era de mis materias preferidas, el poder expresar lo que sintieras y creías correcto con tus compañeros te hacia sentir con poder y el que cada uno tuviera cosmovisión muy diferente hacía la clase mucho más interesante.

La noche anterior y hasta muy entrada la madruga había estado sentada frente al computador con una taza de té de manzanilla con miel debido a que no podía dormir, el mismo sueño de siempre ahora era parte de cada día de mi vida, tenia un mes de esa manera, un mes en el que lograba cerrar los ojos una hora y los abría al escuchar la alarma cada mañana. El que la profesora haya llamado mi atención me indicaba que para que llegara a ese extremo era porque sabia que algo andaba mal, era alguien con la que podía hablar libremente y contarle todas mis dudas y preguntas sobre lo que tuviera en la cabeza, desde que había entrado hacia ya casi un año a la universidad.

Insomnio era la palabra para describir mi situación actual, aun quedaban tres horas de clases y el insomnio que últimamente me atacaba era cada día mas notorio, frente al espejo en el baño de chicas mi aspecto aunque no era del todo desagradable tampoco me hacia lucir como una modelo en clases, no usaba maquillaje y en días como estos pensaba seriamente esa decisión.

En casa no me decían nada, al parecer no lo notaban o no le tomaban importancias, con mis profesores y compañeros era lo mismo. Siempre he sido una alumna enérgica y participaba en cada clase, el no prestar atención o quedarme en blanco cuando me preguntaban algo e incluso quedarme dormida, no definía a Cora Floros, era muy conocida en el ámbito académico por profesores y alumnos por tener excelentes notas y ser de las que más participaban en los grupos escolares. Salí del baño acomodando mi mochila y dirigiéndome a la cafetería, el dormir solo una hora implicaba no desayunar en casa por lo que tenia que hacerlo en la universidad. Compré mi habitual hamburguesa con papas y mientras entregaban mi cambio, miré el reloj en mi muñeca verificando que aun tenia algunos minutos libres y podría ir a la biblioteca a dejar el libro de biología que estaba en mi mochila y llevar el tan ansiado libro de historia que había encontrado disponible en la biblioteca universitaria.

∞∞∞∞

Me encontraba buscando el libro cuando sentí un golpe fuerte en mi cabeza a tal punto que caí al suelo, con una mano en el suelo sostenía un poco mi peso y con la otra sobaba mi cabeza del fuerte golpe que había recibido cuando una mano se extendió en mi vista y no dudé en aceptarla y cabe decir que cuando iba a decir algo no pude hacerlo, literalmente, el chico frente a mí me había dejado sin palabras... No era un dios griego y mucho menos un chico de Calvin Klein. Frente a el, pude darme cuenta de su gran altura, de su piel bronceada, su cabello castaño, su barba y sus lentes que lo hacían ver como uno de los seres vivos más guapos que mis ojos habían visto y eso que jamás lo había visto en la universidad.

En cada estación © (Bilogía Estaciones #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora