Drabble V: Poesía

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La imaginación y la inconsciencia juntas pueden crear escenarios increíbles e irrisorios, gracias a su unión es posible tener en la palma de tus manos el cielo así como estar agonizando en el infierno; siendo sincera, no sé en qué categoría me hallo.

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Cubierta por un vestido blanco ligero y con una corona de flores en la cabeza, puedo ver a Sasuke frente a mí después de tanta agonía, quien me extiende la mano y parece sonreír sólo para mí.

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El dolor por su partida es una herida latente que no ha cicatrizado y parece ser que nunca lo hará hasta no poder estrecharlo entre mis brazos, libre de todo odio. Desde que tengo memoria ese hombre ha sido poesía para mí, mi absoluta inspiración y mis sueños cruelmente lo traen irrealmente hacia mi cuerpo, tomándome de la cintura para danzar un ritmo sin melodía.

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Lo tomo de los hombros y nuestros pies sincronizados dan vueltas por el prado que nos rodea, bajo una triste luna que se halla en soledad pues no la han acompañado las estrellas. Hallándome así, no puedo hacer más que sentir mi corazón latiendo desbocado y tristeza en mi alma, ésta se encuentra atormentada pues... él la dejó.

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—Sasuke-kun. —Mi voz resuena como si fuera un eco lejano, a miles de kilómetros de esta ilusión. —Sin ti yo no he sido yo... tengo un abismo en mi interior.

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Me calla tiernamente, recargando su barbilla en mi cabeza. Las lágrimas caen de mis ojos al ver pasar a través de ellos mi sufrimiento al rememorarlo en la oscuridad de mi habitación, siempre deseando que él vuelva a mi lado.

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El recuerdo del ayer se ha convertido en mi gran compañero y ya con la piel pegada al hueso, recordando su sabor, no sé si eso es bueno o malo.

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—Por favor deja la venganza atrás, vuelve aquí... —Me separo de su lado y coloco mi mano sobre mi pecho. —Te amamos, yo te amo y-

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He desatado el caos entonces. Su rostro ha dejado de reflejarme paz y ahora me observa con esa clase de desprecio que dejó ver cuando lo hallamos en la guarida de Orochimaru, el cual me saca el aire y me hace retroceder decepcionada.

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—Sasuke-kun, de verdad espero algún día parar de recoger mis pedazos y esconderme ante tus rechazos...

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Cada palabra duele al salir de mi boca, y para mi sorpresa, él se acerca a mí con una lentitud tortuosa, agachándose hasta tener a su libre alcance mi oído.

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—Sakura... Gracias.

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Sin él no hay luz que encienda lo que en mí se ha apagado y se desvanece entre mis brazos al intentar rodearlo con ellos. Despierto, pues por más verdadero que sea mi clamor, los sueños no dejan de ser eso: sueños.

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