Un Extraño en el Orfanato

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UN EXTRAÑO EN EL ORFANATO:


Así pasaron los días, y los días se convirtieron en años y de pronto la hermosa pequeña de un año de cabellos delgados rojos... y blanca piel, fué creciendo y conforme iba creciendo también se llenaba de dudas y a la edad de 6 años, era demasiado querida en aquel lugar, bastaba una tierna mirada para que alguna de sus tantas madres desistiera ante las peticiones de aquella encantadora y frágil niña, era demasiado profunda su mirada, lo cual le ayudaba. En realidad no era su intención ser protagonista de una de las historias más conmovedoras de aquel lugar, si no que  a medida que ella crecía, era mayor su alcance, fué ahí cuando empezó a hacerse algunas preguntas, ¿Qué habría pasado con sus Padres?, ¿Cómo podrían haberla dejado?, ¿Porqué razón?, ¿Serían personas tan desalmadas como para dejarle en aquel lugar abandonada?, aunque jamás nadie del orfanatorio mencionó las circunstancias de su llegada, ella asumía que la habían regalado o abandonado en algún lugar, pero jamás se imaginaba que aquel lugar donde fué abandonada era un frío contenedor de basura. Sin duda alguna, su vida había sido dura, pero no obstante, las monjas la llenaban de amor, aunque no todas eran tan dulces y protectoras con ella, como lo era la madre Maria Angelita, la cuál por casi nada le amaba como si fuese su propia hija, desde el momento en el que abrió aquella puerta donde detrás se escondía aquella bebé en los brazos del buen méndigo; era imposible no tuviera esa afección hacía Juliette, era tanto su amor que le había regalado una delgada cadena de oro, con un bello dije el cual tenía la imagen de María que en sus brazos llevaba a su pequeño hijo Jesús, y cuando se la dió le dijo: - Cada vez que lo mires recuerda, que no estás sola, este pequeño niño es Jesús y está protegido por el amor de su madre María, la Virgen, ellos dos te cuidan y te cuidarán siempre. A pesar de eso, Juliette hacía muchas preguntas, - ¿Porqué si Dios era tan bueno no se apiadó de nosotros y nos dejó aquí abandonados?, quiero decir, no digo que no crea en lo que me han enseñado aquí pero... la madre María Angelita le calló.

- Pero nada jovencita, no blasfemes, Dios tiene un plan para todos y seguro tiene uno para tí, cada ser humano viene a la Tierra por una razón, a hacer el bien, enseñar algo a los demás; es por eso que Dios te trajo hasta nosotras para así aprendieramos mediante su palabra a amar como madres y enseñarles a ustedes, pequeños, a amar su palabra,  enseñarles a querer a los demás, a amar la vida, al prójimo.

La pequeña, se tranquilizaba al oír todas esas hermosas palabras, aunque no tuviese una infancia normal, con un padre y una madre como los tenían casi todos lo demás niños, no le faltaba amor, bastaba con el amor que le brindaban en aquel lugar, y el más importante el que le habían inculcado toda su corta vida, ese amor espiritual, que no se ve... pero se siente, siempre y cuando estés cerca de él, el "amor a Dios", Aunque en todo lugar hay  excepciones, también en la Iglesía las había.

No obstante una visita a aquel felíz lugar, cambiaría totalmente su vida... robándole su infancia, accelerando su vida, enseñandole de golpe ciertas cosas que ella no conocía.

Una mañana muy temprano les despertaron a Juliette y su compañera de cama como ella llamaba a la niña de la cama contigua a la suya, esa mañana era algo especial, se hacian presente los hermosos y vívidos rayos del sol,  estaban más radiantes y entraban por su ventana con todo su esplendor, de pronto todas empezaron a levantarse a un lado de sus camas ya tendidas, por el largo pasillo de aquel dormitorio mientras una de las monjas, una de las figuras más temperamentales de aquel lugar, la madre Eloiza, de mirada penetrante, seño frunsido, cara de enojo y actitud despiadada, todo un caso raro que estuviese allí, siendo que era una persona algo cruel, todo lo contrario a lo que debía ser una Monja.

Les dió la noticia de que el tan mencionado Padre Richard estaría acompañando a toda la familia de aquel lugar "Caridad Milagrosa",  y que era una bendición poder tenerle de visita, para así aprender acerca de su larga y grata experiencia filantrópica, pues se decia entre toda la comunidad del Eclesiástico, el Padre era una gran persona, algo así como la Madre Teresa de Calcuta pero en versión masculina, según muchos de los que le conocían. De pronto, algo dejaría al descubierto para Juliette que este era algo distinto de lo que todos decian y estaba lejos de ser como la Madre Teresa de Calcuta la cual era muy mencionada allí por sus grandes obras y su gran amor a Dios y al prójimo.

JulietteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora