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ACTUALIDAD:
-¿Por qué no?- pregunté a mis padres con mi cara de cachorro.
-Avalon, mañana es el primer día de clases, no puedes ir a una fiesta- respondió mi madre.
-De hecho, ya deberías irte a dormir- sugirió mi padre.
-Si, tienen razón. Buenas noches- les di un beso en la mejilla y subí a mi habitación.

Cerré mi puerta, acomodé mi cobija para que pareciera que estaba dormida y me puse un vestido dorado. No me perdería esta fiesta por nada del mundo. Silenciosamente retiré la ventila y la cerré estando una vez dentro, me hinqué hasta llegar a la casa de al lado, a esa casa que atrapaba tantos recuerdos. Usaba el ducto para escabullirme a escondidas cuando mis padres no me daban permiso para ir a algún lado. Entraba y salía de esa casa sin permitirme siquiera recordar su nombre. Ya no me importaba en lo más mínimo. Y a pesar de usarla muy seguido mi mente bloqueaba automáticamente todos los momentos que viví ahí. Salí por la puerta de atrás, mi vecina de enfrente, la señora Luna es una chismosa que llamaría a los dueños de la casa para avisar que vieron a una chica vestida de fiesta salir de ahí.
Me dirigí a la casa de Dalia, mi mejor amiga, y responsable de la fiesta del año.
-Dios, pudiste venir!- fingió besar mis dos mejillas con el típico sonido de "muak"
-No me la perdería por nada-
Comenzamos a beber y bailar. Amaba mi vida, era la chica más popular de mi escuela, mis amigos eran los mejores, y mi novio Daniel era el capitán del equipo de fútbol de la escuela. Era estúpidamente cliché.

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(Él vendría siendo Daniel

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(Él vendría siendo Daniel. Es hermoso)
Estaba disfrutando del momento, cuando alguien chocó contra mi hombro, haciéndome derramar la cerveza.
-¡Lo siento!- gritó el chico, perdiéndose entre la gente.
-No te preocupes- respondí en voz baja.
No pude verle la cara, pero esa voz me parecía extrañamente familiar. Aunque supongo que debo agradecer que al menos se haya disculpado.
-Hola- Daniel salió de la nada y me besó- ¿Qué te pasó?- señaló mi vestido.
-Un chico qué pasó lo tiró por accidente, no es nada-
Asintió.
Seguimos bailando hasta las 2 de la mañana, momento en que decidí regresar a casa. No es tan tarde, durante vacaciones me había desvelado tanto que si me hubiera quedado en casa, probablemente no hubiera dormido nada en toda la noche. Me despedí de mis amigos y de Daniel, me dirigí a la puerta, esquivando a chicos que bailaban, se besaban ( e inclusive algo más) pero una pareja estaba besándose contra la puerta como si no hubiese mañana. Evidentemente no me dejaban pasar.
-Oye- toqué el hombro del chico, quien aprisionaba a quien reconocí como Gabriela *una perra*. Ella ha querido estar con Daniel desde que tengo memoria, y no por nada más que la popularidad que eso conlleva.
-¿Qué?- preguntó molesta, separándose de él.
El chico pasó una mano por sus labios y levantó la cabeza ligeramente hacia el techo. Se relamió los labios de nueva cuenta y luego los mordió. Pero no en modo de coqueteo, sino como si fuera más bien una mala costumbre. Lo vi pasar saliva, pero no nervioso, como si lo hiciera todo el tiempo.
-Com permiso, no sé si te dijeron, pero las puertas son para entrar y salir, no para acostarte con alguien- fingí mi tono de voz.
El chico rió, pero dejó de hacerlo cuando Gabriela lo miró con mala cara.
-Lo siento, iremos a otro lado- me miró al mismo tiempo que tomaba a Gabriela de las manos y se perdían entre la multitud.
Esos ojos, yo había visto esos ojos.
Sonreí y salí de ahí. ¿Donde, donde los había visto antes?
Caminé hacia mi casa, mientras pensaba en esa voz y esos ojos que me resultaban tan familiares. Esos ojos, esa mirada, me persiguieron por toda la noche en mis sueños, trataban de alcanzarme, trataban de ayudarme a recordar que ya los había visto antes, ¿pero dónde?
(...)
Me levanté y me puse el atuendo que había estado guardando para el primer día de clases; unos botines de tacón, pantalón negro rasgado y una blusa blanca con un suéter ligero dorado. Dios mío, me veo perfecta.
Me cepillaba el cabello cuando creí escuchar un ruido proveniente de la casa de al lado, parece que alguien la había comprado, ya no podré usar el ducto para salir. Con un demonio, lo que me faltaba. Bajé las escaleras y desayuné con mis padres.
-Avalon, necesitamos que regresando de la escuela vengas directo a la casa-
-¿Por qué?-
-Oh, solo unos temas que queremos discutir- ambos sonreían.
Eso no me daba confianza, pero decidí no decir más nada y simplemente ir a la escuela.

De la Rosa 🌹🥀 (Luis de la Rosa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora