Capítulo 4

2 1 0
                                    


¿Casualidad o destino? Parte 1

¿No te pasa que te enfadas de la rutina? De seguro si, porque aceptémoslo, llega un punto en donde todo se vuelve tan mecánico que le quita el sabor a la vida y ahora mismo me siento así. No son ni las tres de la tarde cuando terminamos todos los pedidos y los teléfonos dejan de sonar. Los demás estaban holgazaneando y buscando cualquier basura que se les ocurriera en el navegador, yo por otro lado tengo que salir para poder fumar en paz, no lo hago muy seguido por cuestiones de salud, en su lugar uso parches pero especialmente hoy necesito sentir el sabor del tabaco puro.

– ¿Fumando en el trabajo Taft?

–Solo tomo un respiro jefe, no hay nada que hacer.

James sale de entre los materiales y me da una mirada dura, de esas que te dan tus padres cuando te pillan haciendo algo malo o peor, algo que te dijeron que no hicieras.

–Bueno, ándate dentro en cuanto termines por favor, no quiero que el teléfono mande a buzón.

–Sí señor – y se va como había venido.

***

– ¿Seguro que no vienes?

–Ya Salí demasiado esta semana, recuerda que algunos trabajamos Collin.

Mi amigo ríe del otro lado de la bocina y puedo escuchar el ruido de la música a lo lejos.

–Vale pues, cuídate y no folles sin mí.

–Claro, adiós imbécil. – cuelgo.

Hace rato que Misha está dormida sobre mis piernas y no quiero despertarla aunque ya este entumecido. Es increíble como un gato puede manipularme más que mi propio jefe pero bueno, es mi chica y hago todo por ella. Apenas son las diez y muero de sueño, pensaba ensayar un rato pero estoy demasiado agotado para hacerlo. Solo apago la luz y dejo el móvil sobre la mesita de noche.

***

–Hola hermosura.

Un hombre fornido y sonrisa seductora se acerca, lleva un atuendo negro y me mira con una lujuria poco disimulada a través de unos ojos marrones. Este es el quinto hombre que se me acerca ¿o es el décimo? No lo sé, estoy demasiado alcoholizada para recordarlo, pero no lo suficiente como para abrirle las piernas a cualquier imbécil así que lo mando a volar y bebo otro trago.

La música es fuerte y la cabeza comienza a dolerme, como puedo me coloco el abrigo y salgo tambaleándome de donde sea que este. Veo letreros con los nombres de las calles pero las malditas letras se mueven tanto que no hoy capaz de leer, solo sé que estoy caminando sobre dos agujas y de pura suerte no me he caído. No es hasta que escucho algo detrás de mí que me obligo a reaccionar.

– ¡Preciosaaa!... ¿Cuánto por una paja? – por la ropa que usa y el desagradable olor deduzco que es de la calle.

–No soy puta, idiota – bueno, mi atuendo no servía de mucho.

El hombre poco parecía importarle eso y se abalanza contra mí en un lastimero intento de someterme, apenas puedo esquivarlo y cae de lleno contra el suelo. Patético, pienso y sigo mi andada. Mi mente es un caos de recuerdos y sensaciones, tanto así que no recuerdo donde diablos vivo. Solo sigo adelante hasta que por pura gracia de lo divino llego a mi edificio, busto entre mis cosas y no encuentro las llaves de la entrada.

–Mierda.

Ya es tarde para llamar a uno de mis vecinos además estoy ebria ¿Qué pensarían de mí? Seguramente harían lo posible por sacarme del edificio, si algo tenían mis amados vecinos era la selección de buena gente y pobre de aquel que hiciera algo que los molestase ¿ahora cómo voy a entrar? Mire a todos lados y unas escaleras se alzaban a un costado de la construcción como mi única alternativa, no recordaba bien si el edificio tenia eso pero al diablo, era mi única oportunidad, así que como puedo, comienzo a subir, el vestido no ayuda mucho y menos aún mis zapatos. Sigo subiendo hasta que no puedo más con los mareos.

–Joder ¿Qué estoy haciendo? – Me dejo caer sobre el frio metal ante las ganas inmensas de querer vomitar – respira Saoirse, respira.

El cansancio no me ayuda mucho y pronto me encuentro perdiendo la batalla contra el sueño

***

Los maullidos de Misha terminan por despertarme, está frente a mí con sus ojos abiertos de par en par.

– ¿Qué pasa bonita?

Maúlla como respuesta y baja de la cama, le sigo sin remedio y hecho un vistazo a la hora 3.45

– ¿Tienes hambre? – ahogo un bostezo y camino a la cocina.

Pero Misha está en la ventana, rascándola con ímpetu ¿desde cuándo quiere salir a estas horas? Extrañado le abro y sale precipitadamente. Maúlla y me mira como suplicándome algo, frunzo el ceño mientras me asomo, la calle esta desierta como es debido a la hora, miro al otro lado y el corazón me da un vuelco.

– ¿Qué Mier…? – salgo y me tallo los ojos ¿estoy soñando?

No, hay una chica inconsciente en las escaleras ¿o estará muerta? Me apresuro a tomar su pulso y suspiro de alivio al encontrar palpitaciones. Miro a Misha que parece decir “te lo dije” y así como salió, entra de nuevo al apartamento. Vuelvo de  nuevo con la chica y me debato entre llamar a una ambulancia o dejarla aquí, ni si quiera es una opción entrar con ella.

–A... Adam…–balbucea y me congelo

¿Me conoce? Lo dudo, yo no la conozco, además ¿Cuántos Adam no hay en la ciudad? Aun con esa lógica algo dentro de mí me dice que no es correcto dejarla aquí afuera. No sé cuánto tiempo sigo así hasta que finalmente cedo y como puedo entro con ella en brazos, el aroma a alcohol me da una idea de cómo llego aquí. La recuesto en el sillón y le cubro con una manta.

– ¡Fuera de aquí, bastardo! – la chica se incorpora y retrocedo espantado. Mira a todos lados con pánico – ¿Dónde coñas…?

Ambos nos miramos, sorprendidos.

Está a punto de decir algo pero suspira y comienza a sacarse el vestido, frunzo el ceño y solo observo. No es como que no haya visto a una chica en ropa interior.

–Has lo que tengas que hacer y déjame dormir. Prometo irme en la mañana – dice mientras se despoja de su sujetador y busca algo tambaleante, le sigo y cae boca arriba sobre la cama.

Todavía trato de digerir lo que acaba de pasar cuando Misha sube y la olfatea. Pierde el interés y se baja perdiéndose en el pasillo. Bueno, no todos los días tienes a una desconocida que te ofrece sexo sin compromiso, pero dudo que haya sido consciente de sus palabras, por otro lado estoy muy cansado para llevarla de nuevo a la sala, así que solo la pongo bajo las sabanas, cojo el móvil enviándole un mensaje a James de que faltare mañana y me tumbo en el otro extremo. Miro a la desconocida curioso, tiene unos rasgos muy bonitos que reflejan la placidez de su  sueño, su pecho sube y baja lentamente, tengo el presentimiento de que la conozco pero no puedo recordar de donde ni como, no sé cuánto duro pensando en donde más la he visto hasta que caigo rendido.

Arráncame la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora