Capitulo5- La despedida

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Tan solo había transcurrido una semana. La relación y la convivencia estaba siendo plena. El amor y el respeto era la base.
Eran consciente de que en una semana las personas no se conocen, pero sabían también que tenían toda la vida por delante. Nada los detenía. Sus vidas comenzaba a tomar rumbo, las fiestas, los paseos. Los encuentros en su jardín secreto alejado de la ciudad. Eran los momentos que solo ellos sabían aprovechar y los acercaba más como pareja.
Todas las mañanas, Lucas se encontraba su desayuno preparado y bien puesto en la mesa. Tenía buena mano, sabía sorprenderlo. Se acerca hacia la puerta y Lucas desde la mesa le lanza un beso.
Aunque contaba con tiempo, su hora de salir al trabajo llegó. Si respetaba bien su salida.
Al llegar a su portal nada más abrir la puerta se encuentra con la joven.
- ¿tú? – dijo mosqueado–.
Decidió seguirla. Quería descubrir quién era esa joven, la cual, empezaba a preocuparse. Poco a poco aumentaba su velocidad. Era rápida. Adelantaba a los demás sin siquiera llegar a rozar sus cuerpos. No se inmutaban, daba la sensación de que ella no está ahí mismo.
Veinte metros tan solo les separaba. Notaba su intenso y desagradable olor corporal que desprendía. ¿La gente no huele?–pensó–.

Al llegar justo aún cruce. Giró su cabeza y sonrió a Lucas. Le estaba dando vergüenza al sentirse descubierto por la joven, que no dudó en buscar con su mirada alguna distracción. Aprovechaba ese momento aún señor ver recoger las heces de su perro y resopló.
Aprovechó y la joven entra en el trabajo de Lucas. Él miraba su reloj y apenas le quedaba diez minutos para comenzar su jornada. Poco a poco, veía como sus compañeras iban llegando de la misma forma. Ya notaba algo más de alivio. Pero ella, no salía.
El reloj caminaba, parecía que corría el tiempo cinco minutos le quedaban. Entró, y buscaba la joven. Sabían que sus compañeras hablaban detrás suya pero el permanecía ajeno. Tenía la mente en otro sitio.
- ¿ Dónde estás? – pregunto curioso–.
Trataba de buscar a la joven por todos lados, aunque no había casi nadie. No resultaba difícil ver a cualquiera que acabara de entrar. No había explicación alguna el del porque no se encontraba allí mismo. Cuándo la había visto entrar minutos antes. Era imposible que saliera. Habrían coincidido al él, entrar.
Le estaba resultando un día largo, bastante tenso. Su mente permanecía extraviada en otro planeta. No estaba a gusto. Y la gente lo veía. Apenas los atendía con respeto y educación, que habitualmente era su comportamiento.

Cada minuto su móvil vibraba al recibir los mensajes, era Mikel.
<< Te quiero flaco>>, << te amo>>. Mensajes tan pequeños pero con un mensaje inmenso que él recibía y lograba que se rindiera de felicidad.
Llegaba su hora y salía corriendo sin apenas decir adiós a los demás compañeros que aún permanecían en el puesto terminando.
- ¿ todo bien, cariño?
- Bien, –le respondió–. Todo muy bien amor.
Con la mesa puesta, intercambiaban el ejercicio de hoy de cada uno. Llegando incluso a entrar en discusión. Dónde se podía apreciar una complicidad pasmosa.
- Debo... – Pensaba–. En fin. Tengo que marcharme en un mes. Lo más probable.
- Ah!!.. – quedaba sorprendido–. Bien bien. Bueno, si es cerca ... –intentaba clavar el tenedor en el plato–.
- A Pekín. Un año
¿ A Pekín? ¿Un año?. Por la cabeza le empezaba a rondar cantidad de cosas. Mikel no paraba de contarle. Y entre más cosas, más información que le costaba asimilar a la vez. Se sentía saturado, agobiado. << Cállate, cállate por favor>>, le pedía mentalmente.
Quedaba inmune a todo, ni siquiera sabía gesticular palabra.
Sabía que el fondo, era importante para él, pero también lo era para ambos. Lo respetaba, respetaba su trabajo y estaba obligado a ir. Por mucho que deseara en el fondo, lo contrario.
Posaba su dedo en el labio de Lucas, cuando vio que intentaba decirle algo.
- Quiero que me apoyes. Se que es difícil. Y estás triste. Pero.. – hacía una pausa–. ¿Cuento contigo? –le dijo–.
- Si. –Seco–.
Aunque trataría de ocultarlo. Mostraba su conformidad como solía hacer de natural. Regalándole una sonrisa, aunque sabía que en el fondo no era la mejor.
- Terminemos de cenar. ¿Vale? – le dijo muy cansado–. Quiero dormir temprano y ah sido un día duro.
Le regalo un beso en su frente. Habían notado sus labios algo fríos. Le dieron escalofríos. Estaba deseando contarle a Mikel lo que le había ocurrido en el día. Pero se le había ido todo con tanta noticia.
Recordó a su madre. Y decidió acercarse al mueble donde tenía guardado un pequeño álbum cargado de recuerdos. Los pocos que conservaba.
Algunas imágenes las tenía en mente vivas, otras seguía sin recordarlas. Presumía de la belleza de su madre y lo hermosa que salía en cada fotografía. Con su cuidado y extenso cabello negro que brillaba bajo el sol. Ojos redondos y marcados con ese intenso verde.
Se percató enseguida de una fotografía que apenas recordaba verla.
En ella, salían tres personas. Su madre, su abuelo, y su ¿abuela?. Llegó a pensar.
No sabía con exactitud si sería su abuela. Era la primera vez que veía esa fotografía o al menos que recordara. Llegaba a revivir esos momentos que acurrucado en el regazo de su madre dónde juntos veían las fotografías.
- Mira mi amor–le dijo–. Esta, soy yo. El abuelo y esta mujer hermosa la abuela.
Recordar ese momento junto a su madre lo tenía asumido en una tristeza que lo desbordaba por todos lados. Se percató del enorme parecido de la joven con su abuela. Nunca le llegó a conocer, al menos tener conciencia de ello. Sabía que su abuela si lo llegó a tener en brazos, al poco de nacer.
Le costó aceptar que su abuela apareciera ahora y Eda muchacha fuera ella.
Tenía que contárselo a Mikel, pero lo dejó descansar. Su mirada, quedaba anclada a ella.
Ojalá fuera coincidencia pensaba, no podía ser ella, la misma que llevaba días viendo. Cerró de golpe el álbum.
Pero le preocupaba el empeño de que estuviera con Mikel. Si es su abuela. ¿De que conoce a Mikel?.
Aunque pensaba y trataba de encontrar respuesta, nunca la encontró. Era ella sin duda.
Intento dormir, pero su cabeza daba vueltas.  Respiro profundamente y se calmó.

Al día siguiente, Mikel se encontraba arrodillado. Sonriéndole. Pero se percató de la preocupación de Lucas al abrir sus ojos.
- ¿ Porque has dormido aquí? – le dijo extrañado–.
- Me costó dormir anoche nene. Me moría de sueño pero tenía tantas cosas en la cabeza –le respondió–.

La partida de Mikel lo tenía atormentado. Trataba de que solo fuera un mal sueño y que él nunca se marchara.
Lo besó como antes nunca de forma efusiva tratando de disimular.
- Tengo que marchar cariño. Llego tarde.
Le dejaba el desayuno en la mesa. Él se acercó a la puerta y lanzándole un beso se marchó.
Él, prefería seguir tumbado en el sofá. Apenas se inmutó de la salida de Mikel.
Su mente seguía a lo suyo. Pensamientos, ideas de lo que estaba pasando. Bajo a la calle, calle arriba y abajo por donde sabía que la vería.
Estaba dando la impresión de que andaba un loco que se había escapado de algún sanatorio. Su mirada y forma de buscar daba esa impresión.
Ya no podía más, tenía hambre y estaba cansado decidió regresar a casa. Encontrándose con ella en el portal.  Había descubierto porque nadie la veía, y solamente él podía verla.
Abuela, Jessica. Le pregunto cómo la llamaría.
- Si hijo si. Siento mucho haberte asustado hijo. – sonriendo–.
Había afirmado está con él, en el momento justo que recordaba y recreaba con su mente el momento junto a su madre. Ella solo quería verlo y despedirse de él. Pero necesitaba saber porque le había dicho que él amor le duraría poco. Eso lo tenía atormentado y preocupado.
- Algún diablo entenderás. – le dijo con ternura–. Solo ámalo, quiérelo y respétalo como hicieron tus padres.
Ella desaparecía dejando en su rostro una lagrimas de tristezas. Aunque él seguía sin entender nada. Había hablado con su abuela, la cual ni siquiera tenía conciencia de tenerla de niño. Algo pasaba, y se sintió un poco engañado.
Mikel llegaba con alguna descomposición. Estaba preocupado y le hizo gesto de subir a casa sin ni siquiera pronunciar palabra ni mirarle a la cara.
- Tengo... tengo que irme hoy mismo.
- !! Que !! – le respondió con temor–.
No podía hacer nada. No tuvo oportunidad de retrasarlo hasta el mes siguiente que era su fecha. O al menos un día más.
Lucas trataba pero le costaba mucho asimilar la noticia de que se iba, como ahora asimilar que se tenía que marchar ese mismo día.
- Nada más saberlo, vine corriendo. Y llevo todo el camino pensando y pensando..
Lucas, le para y lo besa.
- Tengo la impresión de que te vas para siempre, no te ha sido aún... la tristeza me invade.
En ese momento todo volvía a la actualidad cuando Mikel se despedía de Lucas.  Las dos horas que transcurrieron y su avión caía en picado. Produciendo la muerte de tripulantes y pasajeros.

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