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Tras responderle a Yoongi dejé mi taza de café en el lavavajillas y me diriguí a mi dormitorio dispuesta a divertirme un poco navegando en mi ordenador aprovechando la mañana del domingo, y eso hice hasta después de comer un escueto almuerzo, tomando con una mano los palillos de metal y con otra mi teléfono móvil pegado a mi oído, escuchando a través de este la voz de mi madre hablando de lo mucho que me echaba de menos desde que me había ido de Daegu.

Cuando terminé me despedí de ella y le recordé que le diera saludos al resto, colgando la llamada y regresando a mi habitación para comenzar a perder la cabeza entre toda la ropa de mi armario incapaz de decidir un conjunto para ver a Yoongi; aunque lo cierto es que no era una salida para nada importante pues solo le daría el reloj y después tal vez diéramos una vuelta por el vecindario con mucha suerte.

Así que media hora más tarde —lo cual me sorprendió pues normalmente tardaba alrededor de una hora en estar lista— ya estaba maquillada con una suave máscara de ojos y un labial rosita para darle un poco de color a mis labios, y vestida con un jersey blanco, vaqueros y un abrigo verde oliva que me protegería del terrible frío de enero.

Sin embargo, una vez que salí de mi apartamento me lamenté de no haber llevado una chaqueta más gruesa pues sentía que me iba a convertir en un cubito de hielo ahí mismo, aunque ya era demasiado tarde para volver, aunque no estuviera a más de cinco minutos de mi casa, cuando vi una cabellera blanquecina asomar a la vuelta de la esquina de la desierta calle tratándose del chico con el que había quedado; Yoongi, el cual venía de nuevo vestido completamente de negro salvo por el sobretodo marrón con diseño semejante al mío.

Una vez que Yoongi se acercó hasta estar delante de mí, no le di tiempo ni siquiera a saludarme cuando estiré mis brazos hacia él pillándole desprevenido, enseñándole en mis manos el dichoso reloj rolex blanco que había sido el causante de todo esto, el cual había decidido llevar encima para que no se me olvidara por segunda vez devolvérselo.

El chico, sorprendido por mi determinación, intercambió una mirada con las cejas alzadas entre mis manos y mi rostro para después dedicarme una sonrisa. Y tras esto, finalmente tomó entre sus propias manos el reloj, rozando en el acto las mías haciéndome sentir un pequeño calambre por su tacto cálido contrarestando mi fría piel.

—Vaya, gracias, Yeri —dijo, aún con la alegre mueca en sus labios mientras se las apañaba con el cierre del reloj para ponérselo alrededor de su muñeca izquierda—. Ya estaba empezando a echarlo de menos, la verdad.

—Me lo imagino —contesté, sorprendiéndome a mí misma devolviéndole el gesto de la sonrisa sin darme cuenta y sin poder evitarlo siquiera—. No quería que se me olvidase de nuevo así que decidí dártelo nada más verte.

Yoongi se rió en respuesta enseñándome toda su fila de perfectos y blanquecinos dientes, y después comenzamos a andar con rumbo a ninguna parte mientras charlábamos sobre temas varios y carentes de importancia o reelevancia

Y de nuevo aquella sensación de confianza cuando estaba con él, como si nuestra relación en estos años se hubiera congelado y ahora al vernos siguiera intacta tal y como la dejamos. Sin embargo, había algo muy significante en nuestras vidas que sí había cambiado:

—Lo siento, pero tengo que preguntártelo —dije tras quedarnos en silencio al terminar de hablar sobre la letra de una de sus canciones, la cual no había escuchado pero me sonaba de haberla oído en la radio o en algún lugar público—: ¿Cómo es vivir siendo famoso?

La reciente fama de Yoongi era el abismo que nos separaba, pues mientras él era un idol reconocido mundialmente, yo era solo una ordinaria operadora de bolsa y una chica normal que no destacaba por nada en particular entre otras millones de coreanas.

Sin embargo, me diferenciaba de ellas porque yo era la única que había sido espectadora de la evolución de aquel niño de trece años que comenzó a escribir música como hobbie y a aprender MIDI él solo hasta llegar a ser un productor y rapero en toda regla en un grupo por el que muchos suspiraban.

—Es... raro. La gente se piensa que porque seamos famosos y siempre estemos rodeados de cámaras somos personas completamente diferentes a ellos—dijo encogiéndose de hombros, caminando a paso lento a mi derecha con la mirada fija en sus zapatos—. Y no sé, sé que hay muchos que han olvidado que comenzaron desde abajo y se creen superiores o algo así, pero yo no. Yo no puedo hacer eso.

Me mordí el labio inferior, identificada en sus palabras a la perfección pues yo misma había pensado en eso durante todos estos años tachando de egocéntrico y narcisista a una persona que no sabía con certeza como había evolucionado realmente.

—Lo cierto es que yo también creía eso...—murmuré, llamando la atención de Yoongi que se volvió hacia mí, frunciendo el ceño, y yo me limité a encogérme de hombros buscando a tientas los bolsillos de mi abrigo para introducir mis manos en ellos—. Bueno, entiéndeme, no sabía como habrías podido cambiar después de tanto tiempo e igual eras uno de los que, como dices tú, se han olvidado de quienes eran antes.

—¿De verdad pensabas que había cambiado? —preguntó, y yo asentí cabizbaja con mi mirada fija en el suelo sin creerme que hubiera admitido eso cuando hubiera sido más fácil callármelo—. ¿Por eso me has estado evitando todo el tiempo?

Aquella pregunta me sentó como un cubo de agua helada cayéndome encima calándome hasta los huesos siendo completamente inesperada. Yoongi había dado justamente con el clavo.

Volví a mover de arriba a abajo mi cabeza, pero esta vez sí le miré.

—Sí pero, de todas formas, ¿qué hubiera cambiado si no lo hubiera hecho? —contesté—. No es como si pudiera haberte hablado como si nada de la noche a la mañana cuando hubiera... cuando hubiera superado nuestra ruptura.

Mi tono de voz fue disminuyendo a medida que terminaba esta frase hasta que la última palabra se convirtió casi en un susurro, sin embargo, Yoongi pareció escucharla a juzgar por su expresión de sorpresa. Era la primera vez en nuestras dos tardes juntos que uno de los dos hacía mención a que habíamos sido pareja durante un año y medio, pues al parecer en silencio nos habíamos puesto de acuerdo para no decir nada para no hacer todo más incómodo, pero no podíamos seguir haciendo como si eso no hubiera pasado y al parecer no esperaba que fuera así como lo recordaríamos.

—Pues podrías haberlo hecho —sentenció con voz tranquila como de costumbre—. La verdad es que estuve mucho más tiempo del que te imaginas esperando a que me volvieras a hablar, Yeri, hasta que al final lo hiciste por mi madre.

Su mirada se cruzó con la mía y no supe cual de los dos estaba más incrédulo de sus palabras, hasta que Yoongi se fijó en algo al otro lado de la calle y cambió de tema radicalmente pasando a hablar de helados.

¿Había él pensado en mí tanto como yo en él?

first love❞ || min yoongi [SUGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora