first love❞ || min yoongi [SUGA]

06 || falling

En un abrir y cerrar de ojos un mes había pasado volando encontrándome a mí misma, para mi sorpresa, en una situación que nunca me habría esperado en estos años; volver a tener la misma relación que siempre con Min Yoongi.

Cuando Yoongi y yo lo dejamos pensé que nunca iba a volver a saber nada de él pues estaba completamente segura de que no sería un trainee más en la discográfica para la que audicionó, Big Hit Entertainment, sino que conseguiría llegar muy lejos y así fue. Fui tan tonta como para no confiar en su estable y única personalidad creyendo que cambiaría y se convertiría en uno de tantos idols frívolos y egocéntricos que se ocultan tras una máscara de simpatía de cara a los fans, pero no fue así ni mucho menos.

Tras devolverle el reloj y asumir que tal vez esa fuera la última vez definitiva que iba a verlo, no transcurrieron ni cinco minutos después de despedirnos cuando me llegó un mensaje suyo a mi teléfono consiguiendo contradecirme, trayendo este consigo réplicas durante las semanas siguientes. Y por si fuera poco, estos propios mensajes de texto, junto a risas e insomnio, pronto desembocaron en citas los fines de semana.

Sin embargo, pronto descubrimos en una de esas quedadas que la sede de la discográfica para la que trabajaba y el edificio de mi empresa estaban frente a frente uno del otro y esta casualidad solo hizo facilitarnos más que nos viéramos incluso entre semana, pasando nuestros descansos ya fuera dando un paseo o tomando un café mientras charlábamos lejos de nuestras oficinas.

Pero justo cuando empezaba a creer inconscientemente que el hecho de que Yoongi fuera idol no repercutía para nada en su día a día, todo cambió un martes por la tarde.

Llevé la taza de café hacia mis labios para dar un sorbo sin apartar la vista de la pantalla de mi celular, el cual agarraba con la otra mano libre deslizando mi dedo por la pantalla, intercambiando palabras sueltas con Yoongi quien se encontraba sentado al otro lado de la mesa de la cafetería también con su móvil hablando por el grupo de chat que tenía con los chicos de su banda, BTS, con los que también compartía casa.

—Qué desastre —bufó Yoongi, consiguiendo llamar mi atención al reírse, desplazando mis ojos de mi teléfono hacia él mirándole interrogante con las cejas arqueadas hasta que dejó su celular boca abajo en la mesa para responderme—. Jiminie quiere cenar fuera en algún restaurante de comida rápida y está preguntando si alguno quiere ir con él pero no quiere nadie y se está volviendo todo muy dramático.

Me quedé pensativa durante un momento, intentando recordar quien de los seis chicos restantes de su grupo era Jimin, hasta que le puse cara finalmente recordando que me había hablado varias veces de él diciéndome siempre, como anécdota, que ambos éramos del mismo año al igual que otro que se llamaba Taehyung. Obviamente sabía de la existencia de Bangtan pues en los últimos años había conseguido una fama mundial pero, como es lógico, nunca me había interesado especialmente en ellos por estar mi expareja en dicho grupo aunque a día de hoy Yoongi me hablaba bastante de ellos y parecían ser chicos muy simpáticos, de hecho, él siempre me decía que me llevaría muy bien con ellos.

—Podrías ir tú con él —respondí, tras unirme a sus carcajadas al saber de quién hablaba—. De todas formas, me has dicho que hoy ya has terminado de trabajar, ¿no?

—Realmente nunca termino de trabajar en el estudio —dijo, encogiéndose de brazos y apoyando la barbilla en su mano mientras me observaba con aquella profunda mirada castaña que siempre conseguía estremecerme e inquietarme—. Pero aún así hoy me gustaría invitarte a cenar.

—¿Y a Jimin no? —bromeé, aunque por dentro todas mis alarmas se habían activado por sus palabras y, en especial, por el tono de voz tan grave y profundo que había usado—. Eres un mal compañero, Min Yoongi.