El camino a casa para Gabriela fue muy largo, su vista se posó en las líneas blancas de la calle pero su mente estaba muy lejos. No dejaba de pensar en las injustas y brutales palabras de su madre. Se internó en su memoria y en las huellas que había dejado el incidente. No había podido perdonar a su prometido y canceló la boda de inmediato. ¿Por qué iba a hacerlo? Estaba harta de su egoísmo y sus secretos. No era la primera vez que le ocurría; en el pasado habían existido muchas razones para creer que no le era del todo fiel, pero cerró los ojos y clausuró los oídos. Era más fácil y cómodo no enfrentarlo. Evitarse los problemas. Siempre quedaba la esperanza de que todo fuera mentira... De esta forma habían transcurrido los años, no obstante al verlo con su mejor amiga y dama de honor, fue demasiado para ella. Esta vez no pudo darle la espalda a la evidencia irrefutable que se presentaba ante ella. Quedó desolada.
No había vuelto a hablarle a Hugo desde entonces, tampoco a Elena. Deseó ahorrarse la humillación de oír cómo se excusaba o le echaba la culpa a ella. Le repugnaba el sólo verlo... ¿Qué había sido de Hugo luego? No tenía idea. Se negó a mantener cualquier trato con él y los años pasaron. Sin embargo, ¿lo había olvidado? ¿Había dejado todo atrás como creía?
Al llegar a su casa, que parecía un palacio oscuro y vacío, se encerró en su gigante habitación. Recostada en la cama, observó el lugar... Era magnífico, y si abría la puerta de su guardarropa éste lo era aún más. No obstante allí guardaba ropa que no usaba jamás, algunas prendas conservaban hasta las etiquetas. Coleccionaba miles de zapatos incómodos pero hermosos que le gustaba observar a su antojo, sin pretender salir a la calle con ellos...
¿Por qué era así? Siempre se lo había preguntado pero nunca lo había sabido hasta ese preciso momento. No se consideraba digna de usarlos y siempre imaginaba que la ropa no le sentaba bien. Además estaba el hecho de que no tenía a dónde ir... ni con quien salir. Imaginaba que poseía un feo rostro, demasiado redondo, pálido y sin vida. Sin contar los kilos de más que había ganado de premio esos años... No había tenido relación alguna con un hombre desde la frustrada boda. Ni le interesaba conocer a alguien. Las pocas amigas que hizo, siempre las mantuvo lo más lejos posible, temiendo que la hirieran.
Antes de conocer a Hugo su vida había sido muy distinta. Ella había sido otra persona. Cambió al involucrarse con él... lentamente. De manera inconsciente. ¿Cómo había llegado a convertirse en la persona que era?
Pensó en su pasado junto a Hugo Peña. Lo había conocido cuando iba al último año del colegio, era muy joven. A los 17 años se podía jactar de su hermosura, que solía provocar admiración en el sexo opuesto y envidia en algunas falsas amigas. Era muy activa y risueña; despreocupada y divertida. Junto a Elena y Clara habían sido inseparables, con todos los caprichos a su alcance. Hugo le llevaba dos años y ya iba a la Universidad, en ese entonces estudiaba abogacía. O al menos eso le había dicho... Al recordar su rostro, sonrió... Era muy guapo, simpático, sexy... Le pareció irresistible en ese entonces. Había sido una época de sublime felicidad.
Habían sido tan felices. ¿Qué cambió? No lo podía decir con seguridad, Hugo siempre había sido el mismo... Perfecto por fuera y vacío por dentro... Quizás la que cambió fue ella. Se hastió de su aburrida conversación... de sus pensamientos poco profundos, de su vanidad, su egoísmo. No tenían mucho en común ni gustos que compartir. Ni siquiera sus opiniones en diferentes temas eran similares.
Gabriela se mudó a una nueva ciudad para estudiar ciencias económicas, para escapar un poco también de sus padres. Hugo no quiso acompañarla, con la excusa de su carrera. Aunque ya en ese entonces su novia sospechaba que había dejado los estudios para dedicarse a una vida más placentera, a costa del dinero de los demás. A pesar de todo, lo amaba, por lo que habían mantenido la relación a distancia por un tiempo. Lo veía poco y menos aún se enteraba de su conducta. Llegó a creerle ciegamente... víctima de su manipulación.
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La venganza
HumorGabriela había llegado a un punto en la vida que la llevó a considerarla casi perfecta. Había terminado su carrera en ciencias económicas, tenía un excelente trabajo y su sueldo era bastante generoso, tanto que le permitía tener todos los placeres a...