Epílogo:

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Todos se preguntarán qué pasó con nuestro querido Hugo, alias: "el cadáver"... "el muerto"... "el novio"... "el parásito"... "la garrapata"... entre otros. A pesar de que él mismo se creía casi Jesús, la realidad era que ¡no lo era! Hugo no resucitó porque nunca estuvo muerto... La cuestión había sido la siguiente:

Cuando volvió de la reunión en casa de sus suegros y pudo dejar a su flamante novia en su propia suite, compuesta y calmada, se dirigió a la propia. Los acontecimientos que acababa de descubrir lo tenían muy inquieto. Entró al baño y dejó el misterioso salero, con la sustancia que creyó era veneno, encima de la mesada. Pensó en darse una ducha, sin embargo estaba demasiado cansado así que se limitó a lavarse un poco la cara. Antes de la ceremonia se pondría mucho perfume, con eso bastaba.

Lo que sucedió luego podemos afirmar que fue gracias a un lamentable error. Luego de lavarse los dientes, distraído y pensando en su negocio que estaba a punto de irse al demonio, tomó un frasco y se llevó el contenido a la boca; pensando que era enjuague bucal... Cuando sus ojos notaron que se había equivocado y que llevaba un su mano el salero misterioso, se asustó tanto que, sin querer, tragó la mitad, escupiendo lo demás...

Hugo creyó con horror que acababa de envenenarse solo. No tenía idea de que nadie quería matarlo, ya que creía a sus suegros capaces de cualquier cosa por dejarlo fuera de combate. Tardó un poco en recobrarse de la impresión hasta que, en pánico, atravesó la habitación sintiendo los normales síntomas del sueño que confundió con la muerte. Llegó hasta la cama, donde no pudo avanzar más debido al potente somnífero. Su intención fue llamar a la policía desde el teléfono que había en la mesita de luz, con el salero en mano, evidencia del ataque. No obstante, no llegó a hacerlo. El sueño lo tumbó.

Si alguien hubiera escuchado a Gabriela quizás las cosas serían diferentes sin embargo, en el pánico más absoluto, nadie quiso tocarlo. Hugo solía dormir con los ojos abiertos, algo que ella sabía bien, pero confió en que Bruno "sabía" que estaba muerto. Y así todos creyeron en su deceso.

Cuando el novio se despertó, medio confuso aún por el efecto secundario que le provocó la droga hipnótica, no supo por qué se encontraba acostado al sol en un descampado... Lo primero que pudo recordar fue su boda, entonces una loca idea pobló su cerebro: se había emborrachado la noche anterior con sus amigos y llegaría tarde. Se puso de pié y comenzó a caminar hacia la iglesia. Estaba adolorido, en un estado lamentable, y el calor y la deshidratación contribuyeron a que su mente no se aclarara bien. En las últimas fuerzas, parado en el umbral de la puerta del santo lugar, vino a desmayarse.

Pronto la policía se convenció de que había sido todo un error. Elena contribuyó mucho a ello, y se retiraron, dejando a los novios asistidos por una ambulancia. Cuando Hugo pudo recuperarse, lograron convencerlo de que todo había sido un sueño, de que el salero, propiedad ahora de Bruno, nunca existió. Si lo creyó o no, no lo sabemos... lo que terminó de convencerlo fue un susurro del padre de la novia, del cual sólo se pudo oír una frase: "negocio sucio". Hugo Peña no protestó y cerró la boca.

Lamentablemente nadie pudo convencer a Natividad de no casarse con su prometido, por lo que, a la semana siguiente, dieron el sí en esa misma iglesia. Con la fiesta y la torta que quisieron. No puedo decir, sin embargo, que fueron muy felices. Si bien Hugo se libró de todo cargo en contra por aquel negocio de "azúcar", su egoísmo y despilfarro lo acompañó siempre. El amor que sentía por su joven esposa le duró muy poco, volviendo a sus malos hábitos demasiado pronto. El cariño de ella, por otro lado, duró un poco más... Si bien puedo decir que lo lamentó y que se arrepintió de su matrimonio precipitado, nunca quiso dejarlo libre por lo que ambos fueron su mutuo castigo. El dinero que tuvieron nunca fue suficiente, siempre andaban en apuros, salvados por el señor Morales y su hermana de una quiebra en varias ocasiones. Siendo personas de gustos caros, siempre gastaron más de lo que tenían.

De mis tres protagonistas pueden estar orgullosos... Clara estuvo viviendo unos meses más con su amiga hasta que decidió volver a los Estados Unidos, donde vivió junto a su tía un año. Conoció a un joven abogado y ambos pudieron formar una familia. Puedo decir que fue feliz y logró dejar su pasado atrás. De todos modos, siempre mantuvo el contacto con sus queridas amigas, que lograron reconciliarla con su pasado y con sus decisiones.

Elena se volvió más accesible, menos dura, más sensible... Su amigo y compañero por fin se animó a declararse y puedo decir que salieron un tiempo. No obstante, no logró comprometerla. Dedicó su vida a enseñarle, a cuanta mujer quiso escucharla, a defenderse. Daba clases de defensa personal y charlas de violencia doméstica, enseñando cuándo detectar el abuso y a denunciarlo sin temor... Usó las experiencias de su pasado para una buena causa y ayudó a muchas personas a superarse. Nunca se separó de sus amigas y construyó con Gabriela una relación de hermanas.

Para felicidad de la madre de Gabriela, ésta terminó casándose luego de cinco años de noviazgo, aunque fuera con Bruno, que no tenía nada de dinero. No obstante, como consideraba a su hija una vieja pensó que era un partido digno... y una gran suerte. A su hija le importó un pimiento lo que pensaba y a su novio mucho menos... Tan felices estaban como para preocuparse por sus mezquindades... La visitaban de vez en cuando y se limitaron a ello.

No obstante, para que este otro matrimonio se llevara a cabo, hubo que pasar por varias dificultades. Cuando pasó todo el caos que trajo la resurrección del famoso cadáver, a Bruno se le ocurrió que no podía pasar la vida sin Gabriela. Sin embargo, le costó mucho convencerla para que salieran. No obstante, como conocía su pasado, con perseverancia y paciencia al fin obtuvo su recompensa.

Gabriela acompañó a Elena en todo momento. En sus charlas de violencia doméstica exponía su historia personal, que ya no la avergonzaba ni la hería... Con la esperanza de evitar que alguien más pasara por ello. Hablando logró curar la herida que el egoísta de Hugo Peña le había provocado. Incluso llegó un momento en que no pensó más en él... Un nuevo hombre ocupaba su pensamiento, más digno de su cariño... Bruno le brindó la felicidad que necesitaba. Estuvieron juntos toda la vida, aunque no puedo decir que no tuvieran sus peleas pero, como toda pareja, pudieron sobreponerse a cuanto muro les apareció en el camino.

Casi todas las mujeres, en algún momento de nuestra vida, solemos caer presas de este tipo de hombres egoístas, que siempre piensan más en ellos y en las apariencias que en los sentimientos ajenos

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Casi todas las mujeres, en algún momento de nuestra vida, solemos caer presas de este tipo de hombres egoístas, que siempre piensan más en ellos y en las apariencias que en los sentimientos ajenos. Su conducta está a la deriva de la moda, las opiniones de sus amigos y de su insaciable vanidad... Quería con esta historia demostrarles que la vida sigue, que no importa cuánto te hayan herido ni cuánto hayas amado a esa persona, las heridas se curan con el tiempo y el apoyo de las personas que más amamos. El amor, por otro lado, se disipa en el viento... cuando dejamos de darle importancia muere... y no vuelve más. El pasado puede dejarse atrás y el futuro traernos el consuelo. Lo importante es ser fiel a sí misma, superarse, perdonarse, aprender de los errores. Siempre valorar a las personas que nos aman de verdad... No importa cuántos tropiezos tengamos en la vida, ni cuántas caídas, lo importante es levantarse y seguir adelante... porque así es la vida y no hay de qué avergonzarse.  

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