REY

EPILOGO

MUCHAS GRACIAS POR SER PARTE DE ESTA HISTORIA QUE FUE ESCRITA POR Y PARA USTEDES

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La fuerte nevada cubría los verdes valles que llevaban a la nueva Academia Kiryuu.

La noche era fría, estudiantes y profesores se encontraban en casa con sus familias.

Los silenciosos y vacíos pasillos de la escuela eran tales que pareciera que no hubiera vida en el lugar.

Los pasos firmes del prefecto al revisar que todo estuviera en orden, era lo único que se escuchaba en la oscuridad del lugar.

Un fuerte viento azoto las puertas, tapando con el estruendo el murmullo cantado proveniente de las viejas mazmorras del edificio.

A unos cuantos metros detrás de la escuela mixta, se alzaba majestuosa una vieja mansión, humo salía de la chimenea.

Una mujer corría presurosa por el congelado bosque, llevando entre sus brazos mantas y hierbas. De repente el tal amado silencio se rompió por un grito agónico y cansino.

En la habitación principal de la casa había mucho movimiento, un fornido hombre de cabellos castaños tenia garras y colmillos fuera, a su lado el rey de los demonios trataba de tranquilizarlo, una menuda mujer de cabellos platinos los hizo a un lado y entro nerviosa a la habitación.

Kaguya veía los dientes apretados de su hijo, el dolor en su mirada y su roja piel por el esfuerzo le decían que ya era la hora, se coloco al lado de la partera, colocando las sabanas y las hiervas en un cuenco con agua tibia.

- Ahora niño, puje – dijo la anciana demoniza

Zero empezó a pujar, sentía que era partido por la mitad, sus puños se aferraron a las sabanas, retorciéndolas en cada espasmo de dolor, el albino respiraba con dificultad. Del otro lado de la puerta Rido quería entrar y abrazar a su consorte.

No puedo

El rey de los vampiros escucho la voz rota de su amado por medio de su enlace.

Si puedes

No, no puedo Rido, duele, ven, dame de tu fuerza

Rido entro a la habitación y tomo una de las manos del cazador, apretándola, inyectándole fuerza para que pujara.

- Un poco más amo Zero – la anciana sonrió al ver la cabecita con pelusa castaña en el canal – puje su alteza, puje

La habitación quedo en total silencio cuando un hermoso bebé de blanca tez rompió en llanto, exigiendo se le prestara atención.

Zero extendió sus brazos y cogió a su hijo, lo abrazo a su pecho y lo lleno de besos, Rido sintió un tirón en su pecho, ahí donde debería estar su corazón, el albino le mostro al castaño el pequeño ser que era su vástago, Kuran lo tomo en brazos y lo acuno moviéndolo levemente.

Shiki entro en la habitación y miro a su hermano pequeño, era así, pequeño y frágil, el joven noble sonrio a sus padres.

Mas tarde esa misma noche, ya en soledad de su habitación la pareja contemplaba al pequeño príncipe.

- Es hermoso – Rido menciono al pincharle la naricilla al tierno niño

- Es nuestro hijo, que más podía ser, es perfecto – Zero acaricio su regordeta mejilla – es tuyo y mío

- Prometo protegerlos – el mayor beso al menor con delicadeza

- Rido – Zero se alzó y se sentó en el regazo del hombre mayor – gracias