ESPECIAL 1.- AMOR NACIENTE

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ESPERO Y LES GUSTE

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Rido ciño todavía más al pequeño cazador, lo subió al oscuro coche y manejo sin rumbo fijo.

La luz del alba pego de pronto al rostro del albino y lentamente fue abriendo sus bellos ojos amatistas, lo primero que vio al abrirlos fue el relajado rostro de un durmiente Rido, sin poder evitarlo acaricio el contorno facial del castaño, Zero sentía extrañas sensaciones en su corazón y estómago, inconscientemente sonrio, pasando sus finos dedos por la fuerte mandíbula del mayor.

Rido sentía la frialdad de aquellos dedos sobre su mentón.

- Buenos días – dijo el castaño con la mirada perdida

- Buenos días – contesto el albino ruborizándose al ser atrapado tocando al vampiro - yo... no quería despertarte – se disculpó el oji lila

- No lo has hecho – rozo sus labios con los del menor, Zero sintió como lava ardiente en sus entrañas, sensación que siempre le provocaba la cercanía del pura sangre.

Rido sonrio cuando escucho el leve gemido de Zero, el pequeño estaba más rojo que las remolachas, acomodo su cuerpo hasta cubrir el del menor y volvió a atacar su boca, el joven cazador se dejó hacer, abriéndose para la invasión oral del cual fue víctima, la lengua del mayor saqueó la cavidad bucal del más pequeño, haciendo sus besos necesitados y salvajes, hilillos de sangre salían de la comisura del cazador, Rido le dio un tierno beso esquimal a Zero, antes de darle su atención al níveo y frágil cuello del príncipe de los demonios, el mayor se deleitó mordiendo, besando, la porcelánica piel, con maestría fue desabotonando la pijama del menor, acariciando su tonificado pecho y jugando con sus rosadas tetillas, las cuales sufrieron tortura bajo su boca, mientras succionaba, mordía y lamia una, la otra era pellizcada, recibiendo después las mismas atenciones que la otra.

Zero gemía y se retorcía bajo las caricias que le proporcionaba el mayor, los sonidos eróticos que salían de su boca excitaban aún más al vampiro. El joven vampiro no sabía cuándo habían cambiado sus sentimientos hacia el mayor de ellos, Rido lo hacía sentirse diferente , jovial y risueño cosa que nunca fue, si pudiera describirse así mismo seria orgulloso, quisquilloso y pendenciero, no como se sentía ahora, dejo sus pensamientos de lado cuando sintió las fuertes manos de Rido bajar por su espalda hasta la curva de su trasero, no pudo evitar arquearse y darle mayor movilidad, en un dos por tres el mayor le despojo del pantalón de franela y comenzó a besarlo desde los tobillos, subiendo hasta los muslos donde se detuvo a morderlos y enterró su cara en su tesoro, engullendo de una sola vez la dulce carne de Zero, quien apretó las piernas entorno a la cabeza ajena y tomando mechones de cabellos del mayor dirigió el ritmo de la acometida, cuando el menor sintió ese característico cosquilleo en la espalda baja, se derramo en la boca del castaño, quien lo beso haciéndolo probarse así mismo.

El castaño con heterocromania estaba duro y con las pelotas azules, deseando llenar al joven bajo el con su simiente, Zero se aventuró a bajar la mano hasta donde se hallaba el gran y venoso falo que momentos después lo llenaría y lo acaricio con vehemencia, con movimientos lentos y precisos, arañando de vez en cuando el perineo del hombre frente a él, las perladas gotas de pre semen cubrieron su mano, llevándosela a la boca, lo probo, almizcle con cedro y pino, el sabor de Rido, basto esa acción para que ambos perdieran el control, no hubo preparación, el vampiro de la estirpe de los Kuran abrió de piernas a Zero y lo penetro sin parsimonia alguna, provocando gemidos de dolor/placer al joven cazador de la casa Kiryuu.

El albino de ojos como las preciosas amatistas apretaba férreamente las sabanas de la cama, mientras era embestido ferozmente por su esposo; es verdad, Rido era su esposo desde hace un año o tal vez un poco más, si no hubiera sido por el egoísmo de Kaname, el no estuviera ahora, entre los brazos de este hombre mayor, cuya forma de amar lastimaba, había descubierto muchas cosas de Rido a través de su convivencia, el castaño se dio cuenta de que el menor no estaba con el así que dándole la vuelta lo puso en cuatro y lo volvió a penetrar sin preámbulo, Zero se sostenía de la cabecera para no golpearse con esta al ser embestido fuertemente, sentía que se partiría por la mitad, el placer le quemaba por dentro, se corrió una vez mientras Rido lo masturbo, ahora lo hacía con un orgasmo seco, hilillos de saliva salían de sus comisuras, Rido lo golpeaba en su punto dulce, en ese lugar...

- Tan maldita...mente apretado – gruño entre dientes el castaño

- Maaás – pedía a gritos el cazador – por favor... dame maás – la pasión descontrolada les nublaba la cordura

Rido se sentía en casa dentro de la calidez del menor, sus embestidas se fueron tornando erráticas y rápidas, sentía cerca su orgasmo, ciño las caderas del chico y lo embistió de una manera casi animal, llevando a Zero a la inconsciencia, se sentía apretado, el cazador se movía al compás de las penetraciones, los cuerpos perlados por el sudor, con un tono rojizo por el esfuerzo y la pasión, los corazones acelerados, el obsceno sonido de sus cuerpos al chocar, el olor a sexo, el olor de ellos mezclados, la sensación de estar completos de ser uno, la forma dulce en que Rido besaba el cuello de Zero, el escozor de la mordida, la tibiez del orgasmo del mayor, la dulce esencia en las entrañas del vampiro más joven, sangre brotaba de la boca del sangre pura y sus bellos ojos brillaban de un rojo carmesí, mientras unos irises magentas le miraban divertido y cansado a la vez, dejándose caer sobre el delgado cuerpo de su consorte, lo beso con lentitud y volviendo a cerrar los ojos durmieron hasta el alba del día siguiente.

Siguiendo su camino, la pareja llego a una pequeña cuidad, fresca y pintoresca que agrado la vista de Zero, este bajo del coche y fue hacia los jardines de dicha ciudad, rosas de todos los colores adornaban el sitio, Rido sonrio al ver la sonrisa satisfecha de su esposo, un grupo de niños corría hacia el albino y tropezaron con él, el mayor lo sostuvo para que no cayera, mientras miraba mal a los niños humanos

- Rido los asustaras – se quejó el joven

- Sus padres deberían advertirles sobre los accidentes que pueden causar – contesto el castaño

- No me ha pasado nada – replico el menor

- Que hubiera pasado si te hubieses caído con mi hijo en tus entrañas, créeme que esos chiquillos no vivirían para ver de nuevo la luz del sol – fue la cruda repuesta del pura sangre, que se encamino a una vieja casa estilo victoriana

- Yo... no pensé en eso – cohibido el menor inconscientemente tomo la mano del mayor y la beso – no volverá a pasar

- Lo sé cariño, solo ten más cuidado – el vampiro mayor abrió la puerta de la casa y entraron – por un tiempo viviremos aquí, te gusta – pregunto el mayor

- Me encanta – Zero lo abrazo colgándose de su cuello e instándole a subir a la habitación

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Kaguya estaba viendo los escaparates de las tiendas, cuando vio un hermoso vestido de encaje digno de Maria Victoria, jalando la mano de sus acompañantes los arrastro hacia el centro comercial

- Disculpe quiero ese vestido de allá – dijo señalando al maniquí

- Lo sentimos, pero ese vestido no está en existencia – la dependienta le iba a mostrar otros modelos cuando la niña de aparentemente de unos diez u once años, se preparaba para un berrinche

- Por favor, puede darnos el vestido que esta de muestra – la cansina voz de Vergil llamo la atención de la mujer

- Lo lamento señor, pero por políticas de la empresa no... - dejo de hablar cuando un irritado Dante con montones de bolsas le abrió un pequeño portafolio con una considerable cantidad de dinero, la mujer de inmediato entendió y fue a embolsar el vestido – Gracias por su compra, vuelvan pronto

- Gracias querido – dijo la niña ilusionada con su compra, una sutil ventisca de aire llevo al fino olfato de la niña, el inconfundible aroma de rosas silvestres con un toque picante de pino y canela, encaminándose y dejando atrás a sus custodios (osease Dante y Vergil) corrió hasta llegar frente a una casa de dos plantas rodeada de rosales, el aroma era más fuerte ahí, así que tocando la puerta, espero a que fuera abierta, cuando escucho pasos dentro y vio como era movida la puerta, se tiró a los brazos del muchacho frente a ella

- Mi bebé – fue el grito de la niña

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PEQUEÑO PERO CON MUCHO CARIÑO

LOS PROXIMOS ESPECIALES SERAN MAS LARGOS

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