Unfamiliars ¦myg+jhs¦

Capítulo 1

La lluvia duele. Hay una palabra para eso, él lo sabe. Piensa, Yoongi, piensa... ¡granizo! Cristo, he estado atrapado así por mucho tiempo.

Se acurruca debajo de un Honda plateado aparcado fuera del supermercado y envuelve su suave cola gris alrededor de sus patas, temblando un poco. Han pasado nueve meses desde que entró en ese extraño círculo marcado con símbolos que no distinguió.

Como siempre, está lo suficientemente loco como para gritar al pensarlo. ¡Quién diablos hace un maldito círculo mágico de hechizo en el callejón trasero de un restaurante!

No había otra explicación para eso. Primer día en una ciudad nueva, estaba caminando por un callejón sin salida, tratando y fallando en llegar a tiempo a una entrevista de trabajo. Levantó la vista del mapa en su teléfono para esquivar una pila de cajas vacías. Se encontró mirando a los ojos horrorizados de un tipo con una enorme sudadera rosa con cristales largos y transparentes en la mano, y de repente su cuerpo se llenó de electricidad. Por una fracción de segundo pensó que el tipo lo había electrocutado. Pero luego se desplomó en el suelo y vio el extraño círculo en el que estaba parado, y algunas sospechas instintivas hicieron la conexión.

Miró hacia arriba para preguntarle al tipo un "qué demonios" muy justificado, pero hubo un súbito estallido de luz y dolor, y ambos, él y el tipo con capucha rosa, fueron arrojados sobre sus espaldas. Eso había sido suficiente de todo aquello, muchas malditas gracias, y Yoongi se puso de pie y dobló a la vuelta de la esquina, y en otra esquina, y en un largo callejón hasta que realmente no tenía idea de dónde estaba.

Un río delgado serpenteaba a través de un canal debajo de él, e hizo una pausa para recuperar el aliento, con los pulmones ardiendo. Entonces fue cuando se dio cuenta de que estaba terriblemente cerca del suelo. Y esa lata vacía de Pepsi era espantosamente grande. Más grande de lo que una lata podía ser. Su estómago se tambaleó ante el bizarro cambio de perspectiva. Trató de pararse derecho, solo para darse cuenta de que ya estaba de pie, con los hombros extendidos de forma extraña. Miró a su alrededor violentamente, justo a tiempo para esquivar un gigantesco pie que se le acercaba.

Se escondió debajo de un arbusto que de alguna manera era lo suficientemente espacioso como para ser un árbol para él y entró en pánico. Mirando hacia abajo, vio un sedoso pelaje color tormenta. ¿Y dónde estaban sus manos? Levantó una pata, una pata de gato, y notó que era del mismo tamaño que una tapa de botella debajo del arbusto con él.

Oh Dios, este no soy yo, este no es mi cuerpo, oh Dios, oh Dios.

Su cuerpo temblaba más allá de su control. Congelándose de terror e incredulidad, no se movió hasta lo que debieron ser las últimas horas de la medianoche hasta que su estómago lo obligó. Esa noche, comió restos de basura detrás de un café y sintió pena por sí mismo.

La vida no ha cambiado mucho desde esa primera noche. Yoongi come lo suficientemente bien, siempre hay algo de basura decente para encontrar en la ciudad. Gruñe y esquiva pies. Piensa en su cuenta de ahorros anhelante cuando pasa por un cajero automático. No habla, horrorizado cuando sale solo un maullido. Duerme en las sillas mohosas de oficina abandonadas o pilas de cajas de cartón detrás de los edificios y trata de no preguntarse qué pasó con su colchón y su apartamento lleno de cajas desempacadas. Lo que más hace es mirar a la gente, y se encuentra a si mismo siendo melancólico por la persona que solía ser.

Las nubes se oscurecen. Se da una buena sacudida, gotas de agua salpican de su pelaje. Hay toda una colección de lugares cálidos y secos en los que ha dormido, y si este maldito granizo se calmara, podría cruzar el estacionamiento, cruzar el pequeño canal y entrar en el pequeño patio trasero que alberga su sofá mohoso favorito en un cobertizo con una puerta rota.