Unfamiliars ¦myg+jhs¦

Capítulo 5

Una semana pasa como un sueño de fiebre.

Yoongi encuentra la casa con el cobertizo con la cerradura rota y duerme en el sofá mohoso otra vez. Durante unos días, todavía vive como un gato callejero. Duerme en lapsos, come restos, no le habla a nadie. No llora.

Aún en shock por todo lo que terminó y apenas se mantiene compuesto, simplemente no puede.

En el cuarto día lejos de Hoseok, finalmente se odia a sí mismo por enfurruñarse lo suficiente como para hacer cosas. Se rehízo su tarjeta de identificación y visitó el banco, aturdido al escuchar que su cuenta estaba intacta. Nadie había salido de compras con su tarjeta de crédito. Era demasiado bueno para ser cierto, pero mantiene la boca cerrada y solicita nuevas tarjetas.

Con el dinero que retiró, se deja comprar uno o dos conjuntos de ropa nuevos, una comida fantástica en un agradable restaurante de barbacoa y una noche en un hotel, aprovechando al máximo la gran bañera. Vuelve a llenar el agua caliente dos veces, bebe uno o tres whiskys tónicos y trata de divertirse.

Un día entero como Yoongi humano, funcionando y normal, como si los últimos meses nunca hubieran sucedido. Como si Hoseok nunca hubiera sucedido. Como si no hubiera nada más que hacer que continuar y dejar que todo se desvanezca.

Enrojecido y tibio por el baño de una hora, se acurruca en la cama gigante del hotel. La habitación es un vacío austero y agradable, que absorbe sentimientos de él como el agua de lluvia a través de un techo viejo. Limpio y solo en una habitación de hotel estéril que podría estar en cualquier ciudad del mundo, llora.

Le toma horas pero se vuelve a poner la camiseta de Hoseok y llora hasta quedarse dormido. Sintiendo un vacío en su corazón y cansado, espera por Dios que Hoseok no llore solo en el otro lado de la ciudad.

El quinto día, obtiene un trabajo de medio tiempo en las estanterías de la farmacia a lo largo del río. Después de la entrevista con un gerente agobiado y desinteresado, mira fijamente a la puesta de sol brillando como oro líquido a través del canal.

Justo a la vuelta de la curva y un poco más lejos, tal vez diez minutos si corría, es donde Hoseok lo rescató, y un pequeño apartamento en mal estado cerca del río lleno de plantas y calor. Hogar, pero ya no es de él.

Es estúpido estar tan triste; él había sabido por tanto tiempo que iba a terminar. Por primera vez en toda la semana, se deja enfrentar a la pregunta que le ha estado carcomiendo. ¿Debería haberme quedado?

¿Pero para qué? ¿Para que los policías vengan y lo escuchen jurar que un brujo sosteniendo un cristal lo convirtió en un gato detrás de un restaurante chino? ¿No tener nada para dar cuando le pidan una identificación, una dirección?

Tal vez podría haber convencido a Hoseok para que cuelgue el teléfono. ¿Y entonces qué? ¿Cómo podría posiblemente haber seguido después de eso? Hoseok se sentiría incómodo en el mejor de los casos, o enojado porque había sido engañado a compartir su vida, su departamento, su ser con algún extraño.

Hoseok siempre significaría mucho, y tener eso empañado con enojo y disgusto al final... no, era mejor irse.

Está contento, al menos, de haber guardado tantos recuerdos en su cabeza, vívidos y detallados, brillantes burbujas de belleza que puede evocar y revivir cuando el último sol brumoso se oculta más allá de las colinas.

El séptimo día es cuando lo ve. Después del primer turno de entrenamiento adormecedor en su nuevo trabajo, camina por la cuadra hasta la tienda de conveniencia para tomar ramen instantáneo y cerveza para una cena temprana.

Fideos calientes en la mano, dobla la esquina y se sitúa en la acera, de nuevo contra la pared de hormigón de la tienda de conveniencia. Mecánicamente, coloca el ramen sobre el asfalto tibio, palillos en la parte superior, y hurga en la bolsa en busca de la lata de cerveza fría.