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No, no estoy pensando en ti.
No vida mía, juro que no pienso en ti.
Ni por un minuto pienso en la penetrante mirada que brota de tus expresivas y hermosas ventanas a la vida, esas que son vulgarmente llamadas ojos. Está claro que por mi mente no pasa la imagen de tus labios maravillosos, rosados y carnosos, que pueden volver loco a cualquiera. Puedo asegurarte que no imagino la sensación de mis brazos rodeándote. Te juro que nunca se me eriza la piel al pensar en el rose de tus suaves manos en mi nuca.
¡No, amor mío! ¡Te juro por el amor que te tengo, que no pienso en ti!