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¿En alguna ocasión te sentiste tan estúpido para seguir luchando que decidiste abandonar todo y darte por vencido de una buena vez? ¿Acaso has pasado por esa impotencia que da al no conseguir lo que quieres, saber que tienes que resignarte y dejar que las cosas sigan su curso normal?
Pues así me siento ahora, mi amor. Solo, decaído, como un idiota, lleno de dudas y repleto de coraje.
¿Por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no hablaste? ¿Por qué no hablé? Todo hubiera sido tan diferente...
Dicen que nadie puede elegir su destino, ya que la vida elige lo mejor para ti, pero, esto que está pasando, ¿Para quién es mejor? Porque para mí no lo es y tampoco creo que para ti lo sea.
Todo este tiempo te vi tan inalcanzable, tan distante, que no me di cuenta de lo cerca que estabas. Estuviste ahí y no te vi. Ahora estoy aquí, y eres tú la que no puedes verme.
No sé qué hacer, pedir perdón no basta. Estoy divido en dos… ¿Darme por vencido, tomar mi dignidad e irme, o seguir teniendo esperanza y luchar?
Hay una pequeña historia rodeando por mi mente, tal vez una de las historias más hermosas y tristes de mi vida. Esta historia, que con lágrimas en los ojos, y con el corazón hecho añicos recuerdo día a día, es la historia de mi primer amor… De nuestro amor, un amor que como muchos otros, murió antes de nacer.
