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Lloro; casi siempre lo hago.
Ya no soporto más.
Estoy encerrado en mi habitación, recordando todos y cada uno de los sucesos desagradables ocurridos a lo largo de mi corta vida; Los fracasos. Las mentiras. Las hipocresías.
Un filoso cuchillo se balancea en mis manos; No puedo, no tengo el valor requerido así que lo dejo caer al suelo mojado por mis lágrimas e ilusiones rotas.
La nostalgia y la fatiga me invaden, pero no consigo soltar una lagrima más, por lo que suelto un grito ahogado de coraje; coraje de ser tan débil.
Echo un vistazo a mí alrededor... perfumes rotos, ropa y libros regados por todas partes, fotografías quemadas y miles de recuerdos quemados con ellas.
Me recuesto entre el desorden, extiendo mi mano y encuentro mi casi intacto disco de Adele, lo pongo en la grabadora. Cada melodía es un golpe al corazón. De pronto recuerdo aquel día en el que prometiste que estarías en mis momentos más difíciles, lo que hace preguntarme, ¿dónde estás ahora?
Mis ojos derraman lagrimas nuevamente, encontrando su liberación, hasta que al compás de "Someone like you" caigo en un profundo sueño.
