20 | Encerrados

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Deben escuchar la canción en multimedia, me la imagino reproduciéndose en el momento de la fiesta

Capítulo Veinte, quinto día parte dos

— Te ves ridícula.

— Gracias Cia, realmente eres de ayuda —resoplo removiendo el cabello de mi cara— Esto es una pérdida de tiempo.

— Ni me lo digas, el naranja definitivamente no es tu color —menea la cabeza. Hago una mueca y me doy la vuelta para ingresar al probador otra vez.

— ¡Ya! Me rindo. Solo falta menos de dos horas para la estúpida reunión y ni siquiera me arregle el cabello...

— ¿Porqué arreglarías tu cabello? —la escucho preguntar a la vez que quedo en ropa interior y aunque sé que no me ve, elevo los brazos al cielo.

— ¡No lo sé!

— ¿Señorita? ¿Ya se decidió? —pregunta la empleada. Presiento que ya quiere que nos larguemos de su tienda. Salgo con el ultimo vestido puesto. Era de un tono azul eléctrico, de cuello cerrado pero con la espalda al descubierto y se sostenía por detrás de mi cuello. Cabe decir que no posee el volado de una princesa, sino que es recto.

— ¿Qué dicen? —cuestiono al ver que se quedaron calladas. Acacia se levanta rápidamente y eleva su puño al aire.

— Ese será, hermanita —me empuja dentro del vestidor sin importarle que casi me estampe la cara contra la pared— Rápido, rápido, me quiero largar de aquí.

Una vez con el vestido comprado, caminamos por el centro comercial en busca de una peluquería cuando de repente mis ojos captan a alguien muy conocido para mi.

— Agáchate —tiro de su brazo detrás de una planta. Me observa como si estuviera loca. Solo un poco.

— ¿Qué estas hacien...

— Sh —la callo y señalo con mi cabeza la escena en el café de enfrente. Billy y Viena. Viena y Billy. Ambos estaban sentados en una de las mesas más apartadas. Perra 3 parecía estar llorando o al menos eso lograba ver entre las hojas de esta planta, Billy le dice algo y deja caer su mano encima de la ella— ¿Los ves?

— Creo que no estamos prestándole atención a lo mismo —cuando me giro a verla, la enfoco mirando el trasero de una chica que literalmente se encontraba de espaldas a nuestro costado. Ruedo los ojos, tomo su brazo otra vez y nos alejo de allí intentando no disimuladamente de tapar mi cara con la bolsa del vestido. Acacia se suelta al estar frente a una peluquería y sopla su cabello.

>> Estaba disfrutando la vista.

Estuve, no les miento, ¡una hora arreglando mi cabello y maquillaje! En serio, ¿tan mal estaba, que hasta me lo cortaron hasta los hombros?

Mi estomago ya pedía por comida. No había tocado nada desde el desayuno y tampoco podía frenarme a almorzar, debía llegar cuanto antes a mi verdadera casa para cambiarme, luego tomar un taxi hasta lo de los Bolton y soportar la larga noche que me espera. Suspiro interiormente. Luego de esto debía meterme a clases de yoga. La vuelta a casa fue realmente difícil, hablo en serio.

En primer lugar, Acacia paro de último momento porque necesitaba ropa interior. ¿Qué porqué no se la compro en el centro comercial? Es lo que yo me pregunto. La cosa es que allí dentro tardo unos veinte minutos solo para comprarse un tonto conjunto de los Avengers. Dios, solo dame paciencia. Después de eso seguimos en su moto con todas las bolsas sobre mi y sin poder ver nada. Pero claro que con eso no bastaba sino que en una curva que tomamos, no logro sostener las bolsas y estas caen por el asfalto, dejando el vestido, los zapatos y la ropa interior de Cia tiradas en la calle. Rápidamente le grito a mi hermana que se detenga lo cual hace bruscamente, logrando que casi me desnuque. Me bajo rápidamente y junto mis zapatos y la ropa interior. En cambio el vestido se encontraba más lejos.

Enamórame, Gabe  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora