Capítulo 3

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— Mamá— me miró atenta al llamarla—

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— Mamá— me miró atenta al llamarla—. ¿Jimin se puede quedar a dormir?

Mi madre me sonrió, dejando una enorme sonrisa grabada en su bonito rostro y asintió sin dudar.

— ¡Por supuesto! — exclamó con emoción— Siempre es un placer tener a la pequeña Jimin en casa.

Mamá amaba a Jimin, la vio crecer a mi lado, y más que eso, sabe lo feliz que puedo ser cuando la tengo a mi lado. Sus padres y mis padres eran conocidos desde mucho antes de que fuéramos amigas, nuestra amistad fue el punto de unión.

Sus manos se movían con rapidez y sigilo en lo que sería la cena, probando con una cuchara de madera cada cierto tiempo y poniendo distintas especias que yo no conocía del todo.

— Muchas gracias, señora Min. — dijo la menor con las mejillas sonrojadas.

— No hay de que, mi niña— le dedicó una sonrisa y tocó su mejilla con cariño—. ¿Ya le avisaste a tu madre o quieres que le diga yo?

— Le avisé antes de venir.— respondió enseguida.

Sonreí y me apresuré a tomar la mano de la rubia en un movimiento repentino.

— Mamá, Jimin y yo vamos a mi cuarto a preparar la cama y cambiarnos de ropa.— dije recibiendo un asentimiento.

— Está bien, las llamaré cuando la cena esté lista.

Ambas salimos de la cocina mientras mi madre seguía en lo suyo, subimos las escaleras a un paso acelerado directo a mi habitación. Abrí la puerta y al entrar me dirigí a poner música en el televisor, a un volumen un poco alto como tenía por costumbre cada vez que llegaba del colegio. Esta era la primera vez que Jimin se quedaría en mi casa a dormir después de volvernos novias. Pase una mano por mi cabello peinándolo y haciendo una pequeña coleta para mayor comodidad.

Me di la vuelta y me acerqué a mi novia con una sonrisa juguetona en mis delgados labios, ella me sonrió de igual forma. Coloqué mis manos en la cintura de la más pequeña y nuestros labios se unieron en un tímido beso, como se nos había hecho costumbre desde hace un tiempo. Jimin envolvió sus brazos alrededor mi cuello siguiendo aquel beso. Un beso que finalmente se realizaba con tranquilidad en una habitación sin testigos, no había que mentir en el hecho de que nuestras bocas luchaban por estar separadas, aunque claro, a veces ambas nos escabullíamos al baño del colegio para darnos pequeños besos entre risas y abrazos llenos de cariño y emoción.

En algún momento ambas terminamos en mi cama, pero eso ya era algo normal, con catorce y quince años, ambas teníamos las hormonas demasiado alborotadas y desde que habíamos conocido la dulce sensación de probar los labios de la otra, queríamos permanecer ahí a cada segundo.

Mi novia apoyaba su cabeza en mi pecho, acurrucándose contra mi cuerpo en una calidez envolvente. No pude evitar pensar en lo grato que era tener un momento de tranquilidad sin detenernos a ver quienes nos veían o quién estaba a nuestro alrededor.

En la oscuridad. | Yoonmin - fem! (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora