20. Ya no más pecados

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Después de que todo el mundo a mi alrededor se pusiera negro, desperté en un extraño lugar. El techo y las paredes eran blancos, la luz de una ventana iluminaba todo el lugar con los rayos del sol mañanero mientras escuchaba un extraño pitido. Todo era tan desconcertante, mi mente estaba nublada y no recordaba mucho.
Yo estaba ahí, acostado en una cama, casi sin ropa y cubierto de muchos vendajes en todo mi torso y piernas que me hacían parecer casi una momia, y sentía mucho dolor en estas partes. Tenía una aguja y una manguera puestas en la mano, y en la cara tenía puesta una mascarilla con la que sentía más fácilmente entrar el aire a mis pulmones, estaba conectada a un extraño tanque al lado de la cama.

Después de reaccionar poco a poco, vi a Mitchie dormido en una silla, su cabeza estaba puesta en mi cama, usando tan sólo sus brazos como almohada y cubierto en su espalda con una delgada sábana celeste.  Su torso también estaba vendado, pero no tanto a como yo.

Aunque me movía lento, con mucho cuidado levanté el brazo y empecé a tocarlo con suavidad, no me gustaba verlo dormir en esa posición tan incómoda. Estaba tratando de hablarle, aunque tenía dificultad de pronunciar palabras:

– Mit_chi_e... Mit_chi_e...– le decía mientras lo empujaba suavemente.

Él abrió sus ojos, por unos momentos aún no despertaba del todo y no reaccionaba a mis palabras.

– No pue_des se_guir durmiendo así. Ten_drás pro_ble_mas de es_palda.

– ¿Neiji?– pronunció, algo confundido y somnoliento.– ¡Neiji!– dijo mientras su rostro se iluminaba, pero yo no comprendía por qué.

– Cla_ro que soy yo ton_to, ¿Qui_en mas po_dría ser?– le dije sonriendo.

En un abrir y cerrar de ojos se abalanzó sobre mí hacia la cama, dándome un abrazo a como podía.

– ¡Sabía que volvería a oírte!, ¡No sabes cuanto te extrañe!– decía con lágrimas en sus ojos, pero al parecer esta vez eran de felicidad.

Yo me quejaba del dolor, al parecer la emoción lo había hecho olvidarse de todos mis vendajes.

– Perdón, pero es que estoy feliz de volver a escucharte.– me dijo con su sonrisa infantil de siempre y aun con lágrimas– ¡No te vuelvas a alejar de mí nunca!–

– No pienso hacerlo– le dije, acariciando su cabello.

– Eres la persona mas importante para mí en esta vida.– me dijo estando ya mas calmo.

Un extraño hombre con bata blanca entró en el cuarto. No parecía ser un doctor, pero me sentí tranquilo cuando Mitchie lo saludó con total tranquilidad.

– Oh, ¡¿Que tal señor Kōji?!–

–– Ah Mitchie veo que te encuentras mejor.– le respondió este hombre.

– Si, muchas gracias– le dijo riendo.

– Al parecer tu amigo también está mejor.- le dijo, señalandome a mí.

– De hecho no es mi amigo, es mucho más que eso.– dijo igual con su sonrisa infantil y guiñandome un ojo, pero ese solo hizo que me pusiera cual tomate.

– ¿Nos podrías dejar a solas a tu amigo y a mí?- Preguntó el hombre.

– Oh claro no hay problema– le dijo al señor– Neiji te veo en un rato– me dijo dándome un beso en la frente.

Mitchie se fue del cuarto, aquél hombre de bata blanca se quedó en una plática conmigo:

– Así que tu eres Neiji, expediente numero 310.

Lágrimas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora