Dos

8.2K 388 154
                                    


Oh por Dios, estoy en la habitación de Rubén Doblas, estoy usando su ropa, la fantástica sudadera que estaba usando hoy de hockey, quería gritar de la felicidad.

¿Estaría muy fuera de lugar si corro por todo el cuarto?, Jamás pensé que iba a terminar en su casa, gracias lluvia y celular sin batería por hacerme venir hasta aquí y poder encontrarlo.

Está tan cerca de mi sonriente como todo el galán que es, Dios gracias otra vez por esta oportunidad.

-¿en que piensas hermosa?-

me saca de mis alucinantes pensamientos.

– En nada realmente. – rascó mi nuca con vergüenza.

– ¿Estás en una de mis clases, no? – pregunta algo pensativo.

– ¿De verdad?, No te había visto, cuando menos yo no lo recuerdo. – hable tan normal, como si no me pasará toda la clase mirándolo sin pestañear.

– ¿En serio?, Te he visto mirarme más veces de las palabras que has dicho en toda tu vida.

Abro la boca con asombro, ¿El sabía de mi existencia?, Díos mio, soy una imbécil.

Sonríe con suficiencia. – ¿Te han dicho lo hermosa que eres? –

– No realmente. –

– Pues lo eres, tan hermosa. –

Se acerca lentamente a mi, no retrocedi, Me quedo donde estoy clavada, doy un paso hacia al frente quedando aun mas cerca inclina y baja un poco su cabeza, pone sus grandes manos en mi cintura atrayendo mi cuerpo a el de él, sus ojos se clavan en los míos su aliento me hace cosquillas en la comisura de los labios, ¿esto esta pasando?, ¿me besara?, ¿estoy soñando?.

El sonido de la secadora hace que se separe de mi, pero madre de amor hermoso, ¿Por qué me haces esto?

– Ahora vuelvo es la secadores. –

– Claro. –

Él sale de la habitación,  me dejo caer en la cama abatida, tan cerco de besarlo, ¿acaso no quieres que bese a Rubén Doblas el bombón de el universidad, Dios?, ¿Me odias tanto?, estoy a nada de ponerme a llorar pero pensándolo bien estoy en su cama y parece ser que está sólo.

me siento y me acomodo bien en la cama cuando ruben entra por a puerta.

– Aquí esta tu ropa muñequita. –

– Gracias, enserio no se como agradecerlo –

– Yo tengo una idea de como puedes – una sonrisa perversa se posiciona en su boca.

– ¿como? –  pregunto incrédula.

– Te interesa una relación, ¿Dónde tú eres la parte beneficiada?. – 

– ¿Me quieres explicar?. – lo miro inocente sin entender nada.

– Verás pequeña, tendremos una relación dónde puedo quitarme las ganas de jugar. – se acerca a mi y pone la mano entre mis piernas. – puedo besarte cuando quiera, puedo tenerte cuando quiera, solo serás para mí, si no haces caso tendré que castigarte. – aprieta mi pierna despacio.

Me toma de los hombros y me recuesta en la cama, levanta mis piernas y las pone alrededor de su cintura, el está enfrente de mi sentado con las piernas abiertas a mi costado, levanta el suéter y deja la parte de abajo de mi cuerpo descubierta a sus ojos.

Sus manos suben suavemente por mis piernas hasta llegar a mi sexo, pasa sus largos dedos entre mis labios acariciando mi sensible carne, mi ser entero se estremece ante la sensación que recorre mi cuerpo.

Cuando yo lo hago no se siente tan bien como ahora mismo lo hace, mi cuerpo es sensible los gemidos no tardan en salir de mis labios, me muerdo los labios no quiero hacer ruido la idea de que algún compañero de el esté en casa me aterra, no quiero que me vean.

— ¿quieres que siga? — besa mi cuello suavemente subiendo a mi oído.

Asentí en repetidas ocasiones con los ojos entre cerrados.

— si quieres que siga tienes que aceptar ser mi pequeña. — acaricia mi cuello son su nariz. — ¿Aceptás?

Estaba desesperada. — si, aceptó. — hable deprisa sin prestar mucha atención.

El orgasmo me toma por completo, me deje llevar tanto que no fui conciente de lo cerca que estaba.

— ahora eres mi muñequita. — besa mis mejillas sonrojadas. — tienes que obedecer todo lo que yo te diga. —

— ¿Que tengo que obedecer?. — pregunte algo desorientada.

— te diré las reglas, número uno, no puedes tener relaciones sexuales con otros chicos. — abrí los ojos pensando en que podría follarme a las chicas. — tampoco chicas. — parece que se dió cuenta de mi idea. — dos, no puedes tener amigos, ni relaciones muy cercanas con nadie, tres, no me contestes de mala manera, tampoco puedes decir groserías, cuatro,  no me puedes desobedecer lo que te diga, lo que yo diga se hace. — me mira estricto.

— si desobedeces te voy a castigar, cada castigo será mas doloroso que el otro, ¿estas de acuerdo? —

— siempre te voy a obedecer, Rubén. —

— siempre me tienes que decir daddy. — acaricia mi cabeza. —Solo si estamos con alguien me puedes llamar Rubén, ¿Entendido?. —

Sentí siendo consiente ahora de todas las cosas que aquello conlleva.

— Toma tu ropa, te voy a llevar. —

Asentí comenzando a vestirme.

— No le puedes hablar a nadie sobre nuestro relación. —







YES DADDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora